Fernanda Trías (Uruguay, 1976) es una de las escritoras latinoamericanas contemporáneas que más relevancia ha tenido en la actualidad. A ella se pueden sumar Mariana Enriquez (Argentina), María Fernanda Ampuero (Ecuador), Lina Meruane (Chile), Gabriela Weigner (Perú), Liliana Collanzi (Bolivia) y Margarita García Robayo (Colombia).
Particularmente, Fernanda Trías llama mi atención porque sus libros cuentan, casi siempre, una violencia solitaria o una soledad violenta. Ambas concepciones son oportunas. Ya sea como cuentista o como novelista, en la narrativa de la uruguaya un velo de nostalgia se apodera de la acción y los personajes.
De ella he escrito en diversas ocasiones, en múltiples espacios. No sólo artículos, sino entrevistas o breves reseñas. He leído su obra y me ha maravillado, alguna más que otra, pero siempre hallo, al menos, una frase muy potente.
Llegué a ella por La azotea. Adquirí la versión española de editorial Tránsito, portada de color amarillo, con una imagen: una fotografía partida a la mitad y en parte superior, un pájaro trinando. En ese momento no era sencillo hacerse de su obra aquí en México.
El golpe emotivo, la sensación de asfixia, la ineludible poesía fueron algunos de los elementos que me orillaron a seguir leyendo su obra. La azotea es una novela franca, directa, cruda: una mujer en pleno proceso de caída.
Después llegué a No soñarás flores, su libro de cuentos. Lo adquirí de la editorial chilena Montacerdos, sinceramente es muy bella, de color morado y flores trazadas como de fondo. Cada uno de estos cuentos es un discurso desesperanzador.
Después arribé al más nuevo de sus libros: Mugre rosa, libro que le valió galardones, entre ellos el Premio Sor Juana Inés de la Cruz, en 2021, y que se otorga en México, en el marco de la Feria Internacional del Libro en Guadalajara.
Mugre rosa fue, sin querer serlo, un libro que logramos entender quienes lo leímos, nos identificamos, pues su conflicto gira en torno a una nube rosa que provocaba problemas respiratorios y muerte.
La novela apareció en 2020, año en que la pandemia por Covid-19 nos sumergió al hondo pozo de casa, padeciendo los problemas de salud respiratorios que generaba este virus.
Y de nuevo, la novela se instala en la desesperanza, en el dolor de la soledad y en la figura de una mujer que decide no ser madre biológica, pero se somete al cuidado de un niño con una enfermedad que lo obliga a comer sin saciarse nunca.
Una confrontación personal de esta protagonista con su propia identidad, destino y pasado.
Trías es una de las escritoras a las que regreso constantemente. En su literatura encuentro algunas conversaciones especiales, su obra se halla en la sombra y los claroscuros del imaginario social.
Lectora de poesía, Trías lleva ese ritmo muy articulado y rítmico a cada obra. El lector encuentra momentos altamente poéticos en su prosa. Eso se disfruta. Considero que para los jóvenes en formación lectora y escritora puede ser útil leer a Trías.
La autora sostuvo una charla con lectores y seguidores en el marco de la Filuni.
