CInIG 1

El discurso feminista nos abre la posibilidad de vivir y de asumirnos como seres sintientes articulando nuevos horizontes de comprensión. Un caso concreto lo encontramos en las pedagogías feministas que se remontan al origen de lo educativo, es decir, cuestionan cómo es que venimos enseñando y cómo es que hemos concebido la escuela, el ejercicio docente, la relación entre docentes y estudiantes, el aprendizaje, entre otras cuestiones. Lo anterior para identificar cuáles son las estructuras que reproducen la desigualdad y que enarbolan la visión androcentrista del conocimiento. A partir de la propuesta pedagógica feminista podemos romper mecanismo de normalización de la desigualdad y construir alternativas de acción. Se puede apreciar que el reto es entonces, trastocar aquellos lugares comunes que nunca hemos cuestionado y que, incluso hemos asumido como criterios pedagógicos en nuestra práctica docente.  

Una representante de esta pedagogía feminista es bell hooks (así, con minúsculas). Ella fue una escritora y activista social estadounidense y tiene en su haber, varios libros relevantes para la cuestión que estamos tratando en este escrito. 

Situémonos específicamente en el que lleva por título enseñar pensamiento crítico, en donde hooks explica que, como docentes, es menester que descubramos lo que los estudiantes saben, así como aquello que necesitan saber. Esto implica que hagamos un espacio en nuestra planeación y en el tiempo que dediquemos a ello en la clase para conocer a quiénes estamos enseñando. No podemos enseñar, afirma con convicción hooks, sin antes a sentar las bases de una comunidad en el aula. Este es un elemento esencial de la Pedagogía del compromiso, a propósito de ello, escribe lo siguiente:  

 

Cuando asumimos riesgos, participamos mutuamente en la tarea de construir una comunidad de aprendizaje. Descubrimos juntos que podemos ser vulnerables en el espacio de ese aprendizaje compartido, que podemos arriesgarnos. La pedagogía del compromiso enfatiza la participación mutua, porque el movimiento de las ideas, su intercambio mutuo, es lo que forja un vínculo significativo de trabajo entre quienes estamos en el aula. Este proceso contribuye a reforzar la integridad del docente y, al mismo tiempo, anima a los estudiantes a trabajar con integridad (hooks, 2022, 33).  

 

Sirva el exhorto que nos hace hooks para repensarnos y repensar la manera en la que nos relacionamos con nuestros estudiantes en el salón de clases, en los pasillos y en cualquier espacio de nuestra escuela. Podemos hacer comunidad fomentando el acceso al conocimiento en condiciones de igualdad en nuestro salón de clase escuchando, conversando, escribiendo, cuestionando, imaginando. Las posibilidades para aprender y promover el aprendizaje son innumerables.  Hay que poner el cuerpo de por medio para que el proceso —no solo el resultado— se vuelva significativo.  El reto no es menor, exige mucho, es cansado, sí. No obstante, tengamos presente que, a lo largo de su desarrollo, podemos afianzar elementos esenciales en el proceso del saber que nos involucra –a nosotros y a nuestros estudiantes- como personas que sienten y que piensan, es decir, como seres que pueden aprehender y transformar su realidad dando como resultado un acto de conocimiento que implica sentir y pensar.  

Compartir: