perspectiva de género CInIG

La perspectiva de género es una herramienta de análisis que nos permite identificar las condiciones que han promovido y reproducido a lo largo de la historia de la humanidad, las desigualdades entre hombres y mujeres, incluidas diversidades sexo-genéricas. De acuerdo con el documento Cómo incorporar la perspectiva de género (PEG) en los planes y programas de estudio de la UNAM, “la perspectiva de género toma como punto de partida que las personas, en función de su condición sexo-genérica (mujeres, hombres, diversidades) tienen diferentes perspectivas, necesidades e intereses y desarrollan sus vidas en condiciones de desigualdad estructural, reforzadas por otras desigualdades de clase, etnia, edad y por factores como la cultura, las tradiciones y la época. El problema no es la diferencia y la desigualdad, ya que las mujeres y las subjetividades que desafían el binario cultural/varón femenino han tenido menos oportunidades, menos acceso a los recursos y menor poder e influencia que los hombres. En ese sentido, las desigualdades, violencias y discriminaciones por razones de género, son un síntoma y un mecanismo de la subordinación social que produce el orden de género”. (UNAM, 2022, p. 9). Lo importante de comprender en qué consiste la perspectiva de género es que nos brinda elementos conceptuales y metodológicos para entender que la vida de hombres, mujeres y diversidades sexo – genéricas y la manera en la que se relacionan entre sí, puede transformarse en tanto que no está determinada de manera natural. Dicho con otras palabras: que las diferencias que han determinado y promovido las desigualdades son aprendidas.  

La perspectiva de género nos ayuda a cuestionar los estereotipos con base en los cuales se ha levantado nuestra educación y, con ello, abre la posibilidad de construir nuevas formas para que las personas socialicen entre sí y de relacionen de maneras distintas, por ejemplo, con base en las mismas oportunidades para su desarrollo, así como para tener el mismo acceso a recursos económicos y laborales, acceso a puestos de poder y representación política, cultural, entre otros. sin comportamientos agresivos. Por ello, hablar de diseño e implementación de políticas con Perspectiva de género implica que se reconoce la desigualdad, la falta de justicia, así como la violencia que es consecuencia del trato y oportunidades diferenciadas entre las personas en razón del género al que pertenecen. Después de identificar esto, pueden entonces incorporarse acciones específicas que permitan eliminar las desigualdades y promover una igualdad sustantiva.  

 

Para ejemplificar lo anterior, situémonos en el caso de la educación. Si queremos introducir la perspectiva de género en la práctica docente, será necesario poner atención en nuestro currículo oculto. Este concepto alude a los conocimientos, actitudes, valores y destrezas adquiridos por los diversos procesos de enseñanza aprendizaje en los que nos hemos visto involucrados durante nuestra vida así y de las interacciones o relaciones con quienes nos involucramos en el día a día. Este currículum oculto va con nosotros a lo largo de los roles que desempeñamos, por ejemplo, en nuestra docencia. No se trata de modificar directamente los objetivos ni propósitos ni aprendizajes de los Programas de Estudio de las materias que conforman un Plan de estudios cuanto, de aquellas ideas, códigos de conducta, discursos, conceptos, creencias, relaciones de poder y estereotipos que, dentro de nuestro discurso refuerzan la discriminación a las mujeres y todo aquello que se considere “femenino” a favor del rol masculino. El reto entonces es buscar resarcir estas condiciones que a lo largo de nuestra historia han reforzado esta discriminación para proponer caminos que propicien un acceso equitativo a los derechos y oportunidades para así desarrollarnos en igualdad.  

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