Irse al exilio es una decisión difícil de tomar. Quienes deciden dejar su país es porque no han hallado una posibilidad en el suyo, ya sea por la violencia, la pobreza, algún desastre natural, quizá como las más reiteradas. Tener una beca o un trabajo fijo y salir de la patria no se compara con tener que abandonarla por razones obligadas.
En su más reciente libro, Los muros de aire, Yael Weiss teje un vínculo entre la literatura y el periodismo. Su libro de crónicas (el género periodístico más literario) da cuenta de las fronteras en México, sur y norte. Ella, observadora astuta y milimétrica, entiende que para conocer el caos y la esperanza basta con mirar una caravana migrante.
Entender un suceso como el éxodo sólo es posible viviéndolo, caminando con ese grupo, escuchando sus historias. Cruzar la frontera es enfrentar lo incierto, lo inhóspito, la corrupción, la identidad.
Muros, rejas, resistencia, kilómetros a cuestas, son los obstáculos que estos migrantes, pertenecientes a aquella masiva caravana de 2018, enfrentan en su paso por México, así como las decisiones de dejar atrás a la familia.
Cazar historias acaso sea el punto central de este libro; narrarlas, hablar desde el ojo de la literatura, pero con la tenacidad del periodismo, quizá sin querer hacerlo así, pues la autora reconoce que su primera intención (tal vez la única) fue hacer literatura, por lo que también considera estas historias como relatos.
Cuando entramos en estas fronteras que nos propone Yael, entendemos que estos personajes que viven su libro están en un momento de su vida muy particular que no es el de la cotidianidad de todos nosotros.
La clandestinidad, el riesgo y la desesperanza juegan un papel crucial; estos hombres y mujeres son el yo plural de una tragedia y una posibilidad. Leer Los muros de aire es escuchar a los migrantes, es vivir en las atmósferas sofocantes y el calor de Tijuana.
Cuando el lector se encuentra con este libro es imposible no advertir la referencia que hace Weiss a la novela mexicana Los muros de agua, de José Revueltas, quien cuenta su vida en la prisión de Las Islas Marías.
Para la autora, José Revueltas era uno de los grandes escritores mexicanos, un revolucionario, un revoltoso, y es justo en Los muros de agua, la obra sobre el encierro, el aislamiento y su muralla natural, el mar, que hace de este encierro una metáfora de la tragedia.
Creo que al igual que Revueltas, la escritora mexicana pone el dedo en la llaga, entiende a través de la literatura la realidad, construye los puentes necesarios para transitar entre un espacio y otro, para caminar de una frontera a otra.
Considero que esta novela sería una magnífica lectura para los alumnos de Colegio de Ciencias y Humanidades pues en él se halla el trabajo de una escritora de literatura y la experiencia de una periodista, además de ser un libro que trata un hecho social de mucho impacto, tema que, valga decirlo, funciona como detonador de debate, de diálogo, de discusión.
De Yael se puede decir que es editora, traductora, escritora y conductora de TV. Es autora de los libros Hematoma y Las cicadas. Fue editora digital de la Revista de la Universidad de México y conductora en TV UNAM.