“La resiliencia emocional es un proceso neuronal que depende de la plasticidad para adaptarse a nuevas condiciones, incluso adversidades, traumas y a todo aquello que significa estrés”, precisó Jaime Eduardo Calixto González, doctor en Neurociencias por la UNAM.
Lo anterior fue pronunciado durante la charla “La resiliencia emocional como una herramienta para el manejo del estrés, conflictos y desafíos cotidianos en la práctica docente”, correspondiente a la sesión número ocho, en el marco del 7º Seminario Central Sobre las Prácticas de Genero en el CCH.
De acuerdo con el especialista, la resiliencia emocional no es innata en su totalidad, ya que es resultado “de la interacción de características genéticas modeladas por variables ambientales y el aprendizaje, de modo que puede mejorarse y fortalecerse”.
El docente de la Facultad de Medicina comentó que en este tema, la discusión tiene un punto en común: “la ínsula, que es una región del cerebro que juega un papel importante en la integración de información sensorial, emocional y cognitiva; además, participa en diversas funciones, como la toma de decisiones y funciones sociales como la empatía”.
Asimismo, explicó que “el cerebro humano está, desde el punto de vista biológico, conectado para detectar riesgos, miedos y situaciones que no le van; así como para saber cómo resolver dichas situaciones”.
Por otra parte, resaltó que existen eventos, situaciones o duelos no resueltos como en el caso de los jóvenes que tienen entre 5 a 10 eventos; “al llegar a los 50 años en promedio son 16 duelos no resueltos, entre proyectos y metas profesionales que no se alcanzaron y familiares que se perdieron; y al llegar a los 60 años, son alrededor de 34 tipos de duelos no resueltos”.
En ese sentido, indicó que se debe dar certidumbre al cerebro de que la situación “que nos generó incomodidad o daño se acabó, para ser resilientes, porque hoy sabemos que la resiliencia trabajada, da más hormonas al hipocampo y conexiones prefrontales en el cerebro”.
“La resiliencia es tratar de hacer que la persona no tenga tanto conflicto y contar con elementos estructurales para cambiar o adaptarlos al desafío, mantener la paz y ser estables”, resumió el jefe de Neurofisiología del Instituto Nacional de Psiquiatría Juan Ramón de la Fuente.