Los 80 años de El luto humano

José Revueltas

Es una novela densa, oscura y teológica

José Revueltas
Es una novela densa, oscura y teológica

José Revueltas (Durango, 1914) es uno de mis escritores favoritos, uno de los que más he buscado influya en mi narrativa, incluso en mi poesía. Tanto es así, que mi primer correo electrónico fue lutohumano@…. Es precisamente su segunda novela de la que hoy quiero hablar, la primera que leí de él.

El luto humano fue publicada en 1943 bajo el sello Editorial México. La historia cuenta algo sencillo, acaso común, si se piensa que se escribió en las fronteras inmediatas de la Revolución mexicana: un grupo de campesinos quiere salir de su tierra debido al fallido sistema de riego, en busca de nuevos pueblos. 

Podría decirse que la referencia a este sistema hídrico responde a las reformas en este sentido que se comenzaban a hacer en el nuevo sistema gubernamental en México. Aquí es donde se halla esa vena política que nunca abandona a José Revueltas.

Dentro de este guiño político, tan próximo a la obra de Martín Luis Guzmán o de Mariano Azuela, se mezcla otra de las aristas del autor duranguense: la teología, en donde el agua, como símbolo de esperanza, destrucción y redención, será la “plaga” que habrán de pagar los pobladores, además, los personajes que llevan el papel central de la obra, Úrsulo, Adán, Cecilia y Chonita, forman la geometría católica: Noé, Abel, Caín y Eva.

El disparo de arranque de El luto humano es monumental: Cecilia, esposa de Úrsulo, en un cuarto viendo cómo la muerte, personificado como un ente agazapado, se instala, primero, en una silla y después va a ocupar el cuerpo de su hija, Chonita:

La muerte estaba ahí, blanca, en la silla, con su rostro. El aire de campanas de fiebre, de penetrantes inyecciones, del alcohol quemado y arsénico, movíase como la llama de una vela con los golpes de aquella respiración última -y tan tierna, tan querida- que se oía. Que se oía: de un lado para otro, de un rincón para otro, del mosquitero a las sábanas, del quinqué opaco a la vidriera gris, como un péndulo. La muerte estaba ahí en la silla.

Para quienes no se han acercado a la obra de José Revueltas recomendaría hacerlo por sus cuentos, como Dormir en tierra o Dios en la tierra, incluso ese trágico texto, entre novela corta o cuento largo, El apando, llevado a la pantalla grande magistralmente por Felipe Cazals.

Anterior a su obra breve, El luto humano ya contiene las obsesiones de Revueltas: la tragedia humana en medio de la tragedia bíblica, en medio de la tragedia de medio ambiente. Todo en Revueltas es un símbolo de la religión donde Dios no existe, pero es necesario tener a estos emisores, sus personajes, para difundirlo, como voceadores del apocalipsis.

En un breve poema que le dedica a Óscar Oliva, que es la puerta de entrada para su libro Trabajo ilegal, Revueltas repite, en una anáfora, de la miseria: “Que me salven de la vida”, y es precisamente de la vida de donde se tiene que rescatar a estos personajes de la gran novela de Pepe Revueltas, perteneciente a una de las familias más destacadas en el arte mexicano.

Para los alumnos del Colegio de Ciencias y Humanidades es una buena oportunidad para conocer a uno de los máximos exponentes de la narrativa nacional de inicios de siglo XX, junto a Juan José Arreola, Juan Rulfo y Agustín Yáñez.

Compartir: