“No fui el primero de la familia en conocer el CCH, pues una hermana mayor fue de las primeras generaciones. Cuando yo ingresé me di cuenta de que era muy distinto a otras escuelas; por ejemplo, te decían que ya no tenían que hacer los trámites tus papás”, rememora Eduardo Acosta Muñoz.
Cuando llegó el primer maestro, prosigue, “se presentó y dijo que debíamos hacer equipos y comenzar a investigar. No fue tan fácil, pero al pasar el tiempo te das cuenta de lo bueno que el sistema del CCH. Yo les dije a mis hijos que ahí la formación es muy buena”.
Entre quienes escucharon ese consejo están sus hijas, Jazmín y Anayeli, quienes ingresaron en 2001 y 2002, respectivamente. Uno de los rasgos distintivos que encontraron en este bachillerato fue un ambiente de convivencia que incentiva el sentido de comunidad.
“Tuve un grupo muy unido. Por mes veíamos quiénes cumplían años, comprábamos un pastel y nos quedábamos al final de la jornada y los festejábamos. Hice grandes amistades”, rememora Anayeli Acosta Padilla.
Su hermana Jazmín recuerda que al cierre del último día del semestre les llevaban mariachis a los compañeros de sexto semestre, “para cerrar el ciclo, es una de las experiencias más bonitas que recuerdo”.
A lo largo de la vida del CCH han sido los alumnos quienes le han dado fama y prestigio al plantel Vallejo. Y para esta familia fue grato contribuir a ello. Como alumno, refiere Jazmín, “adquieres habilidades para indagar. Cuando ingresé a la ENEP Aragón, uno de los docentes preguntó quiénes eran alumnos del CCH y pidió que los de otras escuelas hicieran equipo con nosotros. Argumentó que los alumnos de CCH sí saben investigar. Me quedó muy claro que es una cualidad que aprendes en el Colegio”.
Compromiso
Cada vez que algo sucedía en el país, sostiene Eduardo, los primeros en manifestarse eran los CCH. “A mí me tocaron maestros que formaron parte del movimiento del 68. Aprendí mucho con ellos, el sistema te enseña a estar informado, a investigar, a no ser una persona conformista, en el CCH te hacen despertar, hacer memoria y conciencia”, afirma.
Y Jazmín remata: “También fue importante que te fomentaban las ganas de luchar por tus ideales”.
Cuando los Acosta hablan de su paso por el plantel Vallejo, se les nota el entusiasmo. Y también se han dado cuenta de que este centro escolar ha cambiado con los años: cada vez hay más aulas, laboratorios, espacios culturales y deportivos, pero lo que no cambia es el espíritu del CCH.
Así, concluyen, los Acosta es una familia cuyos integrantes han adoptado del Colegio los valores de solidaridad, conciencia y compromiso social, adoptándolos como valores familiares.