homoludens

El hombre que juega, en riesgo

El vertiginoso ritmo de vida actual alienta sedentarismo

El hombre que juega, en riesgo
El vertiginoso ritmo de vida actual alienta sedentarismo

Para el filósofo neerlandés Johan Huizinga el concepto homoludens está inscrito en el origen mismo de la cultura, es decir, el hombre que juega es, incluso, una concepción anterior al hombre que piensa (homo sapiens) y también es anterior al hombre que fábrica (homo faber). Dicho de otro modo, jugar siempre ha sido parte medular en la esencia del ser humano.

Sin embargo, en la actualidad, en plena era de lo posmoderno y después de 19 meses de que comenzó la pandemia por Covid-19, sería importante preguntarnos: ¿qué tan presente sigue ese aspecto lúdico en nuestras vidas? En ese sentido, pareciera como si la posmodernidad estuviera marcada por dos elementos principales.

Por una parte, en el contexto socioeconómico que vivimos, las personas suelen construir su razón de ser a partir de estándares de productividad, olvidando que lo lúdico es un elemento que ha acompañado al humano a lo largo de su evolución, ya que le ha permitido disfrutar mucho más su existencia.

Por lo tanto, podemos inferir que hemos olvidado que los seres humanos jugamos sólo por jugar, al igual que amamos por amar o creamos sólo por el gusto de crear.  Y desde esta perspectiva, se ha asociado exclusivamente al juego con la infancia.

Cierto es que los infantes son la máxima expresión del homoludens, pero es una creencia errónea asumir que conforme vamos creciendo debemos sustituir al juego por otro tipo de actividades que implican un pensamiento más lógico y ordenado.

Por otra parte, como bien señala el filósofo mexicano Oscar de la Borbolla, la velocidad a la que vivimos es un factor que también condiciona nuestro estilo de vida. En este primer cuarto del siglo XXI todo parece ser más veloz.

El ritmo de vida se ha vuelto tan veloz que el adulto se ha olvidado de jugar y paradójicamente, aunque todo pareciera ir más rápido, en la historia de la humanidad nunca como ahora, el ser humano ha pasado tanto tiempo sentado. Sentado en el transporte, frente a una pantalla de televisor o de una computadora.

Es decir, estamos estáticos con la falsa ilusión de que estamos en un torbellino de experiencias, pero la realidad es que no nos movemos. Por lo cual, podríamos llegar a pensar que las experiencias lúdicas ahora están inmersas en el mundo digital, en los videojuegos, en los casinos en línea y en las redes sociales.

No obstante, esto debería propiciar un análisis más profundo, lo cual, irremediablemente, también requiere tiempo, pues no se puede omitir el hecho de que la filosofía del juego, sustentada en la idea básica de  jugar sólo por el gusto de jugar, pareciera no tener correlación con las industrias del entretenimiento virtual; porque es evidente que,  cuando el juego aparece como un medio y no como un fin, un medio  para alcanzar un objetivo diferente a la recreación y el disfrute de la experiencia por sí misma, entonces podríamos decir que el juego se desvirtúa de su naturaleza, dejando de ser una expresión de lo lúdico para convertirse en un vulgar negocio.

Asimismo, el tema del sedentarismo ocasionado por el paradigma virtual no es una problemática menor, si el ser humano deja de jugar entonces y de moverse, ambas características que lo definen como especie, es muy probable que su calidad de vida disminuya y “en consecuencia” enferme.

Comentarios y sugerencias: Departamento de Educación Física. Plantel Sur – Matutino.Jesús Gustavo Barragán Ramírez: gustavo.barragan@cch.unam.mx. 

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