La comunidad académica y estudiantil del Colegio de Ciencias y Humanidades, en sus cinco planteles, ha puesto manos a la obra en materia de sustentabilidad al generar proyectos de investigación y acciones que inician desde sus espacios, pero que poco a poco permean otros ámbitos fuera del escolar.
Algunos de estos, además de ser colegiados, son interplanteles, lo que destaca la colaboración a favor del medio ambiente, la reflexión y concientización entre los cecehacheros, como lo hace el Laboratorio de desarrollo sustentable: Sentimiento Ecológico de Juventudes, que reúne el esfuerzo de docentes y estudiantes tanto del plantel Azcapotzalco como de Vallejo.
A través del trabajo en equipo multi e interdisciplinario, se busca generar un entendimiento sobre cómo los estudiantes del Colegio de Ciencias y Humanidades perciben y se relacionan con el medio ambiente, fomentar prácticas sostenibles en su vida diaria, así como sensibilizar a las nuevas generaciones sobre la importancia de la ecología.
Otro ejemplo se lleva a cabo en el plantel Naucalpan a través del desarrollo de invernaderos. En estos espacios, los profesores muestran de manera tangible cómo las prácticas agrícolas pueden ser adaptadas para reducir el uso de recursos y minimizar los efectos negativos sobre el medio ambiente, además de que facilita la enseñanza de conceptos relacionados con la Biología, la Química y las Matemáticas.
En el plantel Oriente el Taller de Educación Ambiental se ha distinguido por reunir a una gran cantidad de estudiantes comprometidos con el cuidado de espacios verdes, muchos de estos convertidos en huertos e invernaderos que bajo la visión sustentable han generado acciones, como es la recolección de agua, acopio de PET, elaboración de composta, manejo de residuos, pero sobre todo han adquirido conocimientos que poco a poco han aplicado en sus casas, camellones, unidades habitacionales y jardines, entre otros espacios.
Por su parte, el plantel Sur ha impulsado la iniciativa del Huerto Escolar Mayahuel, que surge del interés por la sustentabilidad en el ámbito escolar, una iniciativa que se vincula con un Jardín de Polinizadores y la Cosecha de Agua de Lluvia. El proyecto no se ha detenido sólo en el cultivo y cosecha, sino que se ha elaborado biofertilizantes orgánicos y busca impactar en el consumo saludable y de alto nivel nutricional en los jóvenes al ofrecer alternativas de platillos naturales.
Esfuerzo de profesores y alumnos de Azcapotzalco y Vallejo
Teoría y práctica en el medio ambiente
Desarrollan acciones desde el ámbito escolar con un enfoque sustentable
Profesores y estudiantes de los planteles Azcapotzalco y Vallejo se unen en un esfuerzo multidisciplinario, a través del proyecto Laboratorio de Desarrollo Sustentable: Sentimiento Ecológico de Juventudes, para concientizar y llevar a la reflexión, pero, sobre todo, para impulsar prácticas desde el ámbito escolar con un enfoque sustentable.
El proyecto busca “generar espacios de diálogo facilitando contenidos a partir de la experiencia de diversos actores involucrados en el desarrollo de reflexiones sobre el ciudadano, consumidor, cliente, ejemplificando sobre algunas plántulas, entre éstas el cultivo de fresa para aprender el manejo agronómico y su aplicación heterogénea desde el aula”.
De esta manera, el Laboratorio de Desarrollo Sustentable: Sentimiento Ecológico de Juventudes es un trabajo en equipo multi e interdisciplinario donde participan cuatro Áreas de Estudio del CCH y el Estudio Técnico Especializado (ETE) de Desarrollo de Software; también es transdisciplinario porque se trabajan los ejes transversales, sobre todo el de desarrollo sustentable.
Este proyecto es encabezado por Erandy Gutiérrez García, coordinadora y académica del plantel Azcapotzalco, espacio donde los estudiantes ya intervienen una de las jardineras con la siembra de plántulas de fresas.
Asimismo, participan los profesores María Alejandra Gutiérrez, Samuel Ruiz Sánchez García, Olga Flores Álvarez, José Luis Ramírez Álvarez, del plantel Azcapotzalco, Vallejo y de la Facultad de Contaduría y Administración, respectivamente.
SENSIBILIZAR SOBRE LA ECOLOGÍA
De manera particular, el laboratorio “busca generar un entendimiento sobre cómo los jóvenes perciben y se relacionan con el medio ambiente, así como fomentar prácticas sostenibles en su vida diaria”, señaló Erandy Gutiérrez.
“El laboratorio pretende sensibilizar a las nuevas generaciones sobre la importancia de la ecología, las relaciones de pertenencia y la adopción de un estilo de vida más respetuoso con el entorno natural, social y económico”.
Dicha participación, “se centra en el desarrollo de ejes transversales de los Programas de Estudio del área de acción: medio ambiente, cultura, derechos humanos, colectivo artístico, lecto-escritura, pueblos originarios y urbanos”, indicó.
“Actualmente, se encuentran en la etapa de ejecución. La directora del plantel Azcapotzalco, Martha Patricia López Abundio, nos dio la oportunidad de trabajar en una de las jardineras, y estamos llevando a cabo lo que se llama el acolchado de cultivo, que es una ecotecnología para crear surcos de tierra en donde se está haciendo plantíos de fresa y también trabajamos lo que es el abono”, dijo la coordinadora.
Lo anterior “es con el fin de que los estudiantes tengan trato directo con un plantío, que sepan lo que es la agricultura y las actividades de agronomía. Esto les permitirá llevar a cabo en otro espacio algunas actividades de producción, como es el abono, que sirve de transformación para efectuar el trabajo en la tierra y en el sector de servicios. Haremos algunos debates en un cine club al aire libre, a través de cortometrajes se reflexionará sobre la sustentabilidad”, detalló.
CONTACTO DIRECTO CON LA TIERRA
Gutiérrez García indicó que los jóvenes llevarán a la práctica algunos conceptos, ya que “muchas veces sólo se quedan en la reflexión o en la imaginación de cómo podría ser, al llevarlo a la práctica tienen el contacto directo con la tierra, que es uno de los temas importantes para entender lo que es la distribución de la riqueza”.
Anunció que faltan varias etapas: “No es solamente que ellos (los estudiantes) vean crecer el plantío y tengan el cuidado y el mantenimiento; también queremos que aprendan valores, sobre todo, el de saber esperar, el de saber convivir y el de tener esta paciencia para ver crecer el fruto. A su vez, no queremos que sólo tengan el fruto, sino que también generen trabajo colectivo con las actividades del cine club al aire libre y vayan haciendo sus propios relatos; estos los pueden ir compartiendo de tal manera que al término puedan tener un producto del grupo: una revista, o un manual, algo que ellos hayan podido generar de sus actividades”.
Por su parte, la profesora Olga Flores señaló que los actuales Programas de Estudios tienen inscritos temas transversales, entre estos, el de la sustentabilidad, por lo que busca que sus alumnos puedan involucrarse de manera práctica en el proyecto de Laboratorio de Desarrollo Sustentable.
“Aunque trabajamos con diferentes tipologías de texto, no es lo mismo hacer un trabajo directo, práctico, de campo, que revisar únicamente fuentes documentales; el propósito es que los jóvenes conozcan este tema de manera directa, vean todos sus alcances, cuáles son los antecedentes, qué impacto pueden tener, de qué manera se pueden involucrar y que, por supuesto, como universitarios es una línea de investigación que pueden elegir, a nivel licenciatura”, compartió.
En tanto, María Alejandra Gutiérrez resaltó la importancia de que el alumnado comprenda la generación de algoritmos para la programación de aplicaciones, de modo que sepa cómo aplicarlo en cada organización, según sus necesidades; en este caso, “en el proyecto se verá la aplicación de la tecnología para mejorar tanto la agricultura, el entorno, tanto en lo sustentable, como en lo económico y sobre todo para que el alumnado aprenda”.
AMPLÍAN SU VISIÓN
Jimena Vaquero, alumna del plantel Azcapotzalco e integrante del Estudio Técnico Especializado de Desarrollo de
Software, reconoció que ha sido una buena experiencia, ya que se ha expandido más su visón, particularmente sobre el procedimiento que permite que vegetales y frutas se puedan consumir. Es un proyecto muy bueno a nivel social, económico, y ambiental, porque no solamente te enfocas en una sola ciencia, sino que todas aportan un poco.
Para Edred Romero Bravo, la actividad le ha permitido tener más información sobre la lombriz californiana y cómo plantar fresas: “me parece interesante que varias ciencias se unan en un área muy bonita como es la plantación, y me interesa porque recientemente he estado llevando clases de química sustentable”.
ALIMENTOS, LARGO CAMINO ANTES DE LLEGAR A LA MESA
En tanto, Eduardo Rivera Escobedo, del mismo plantel, compartió que muchas veces se piensa que es sencillo que lleguen a los alimentos del huerto a casa, sin embargo, es un largo proceso.
“He notado que la administración tiene un papel importante para que el producto llegue a la mesa de cada persona. Todo tiene que estar entrelazado porque es un trabajo en equipo entre los agricultores, científicos, administradores, todos contribuyen a un solo fin”, dijo.
Adrián Rubio Fabricio, del plantel Vallejo, consideró muy acertado que la UNAM desarrolle este tipo de proyectos para concientizar a los alumnos sobre el futuro del planeta y de las futuras generaciones.
“Me parece bien que seamos de diferentes planteles; por ejemplo, mi plantel podría animarse a hacer un proyecto como éste, en este caso, aquí sembraron fresas, allá podríamos sembrar otro tipo de vegetal”, dijo.
Por último, Erick Aviña Barrera, del mismo plantel, expresó que participar en la actividad ha sido interesante y divertido.
“Hemos plantado la semilla para las fresas y hemos visto para qué sirven las lombrices en la elaboración de composta. Me parece bien que participen estudiantes de diferentes planteles, ya que crece la convivencia. Me gusta mucho interactuar con otras personas, aprendo mucho. Está muy bien que trabajen juntas muchas ciencias, ya que al final se relacionan”, finalizó.
Educación ambiental en el plantel Oriente
Impacta el entorno familiar
Alumnos y maestros del Taller de Educación Ambiental se enfocan al cuidado de huertos
En un recorrido por los huertos e invernaderos del plantel Oriente se puede observar a grupos de estudiantes limpiando terrenos para que se filtre adecuadamente el agua, quitando maleza o hierba seca para plantar lechuga y betabel, entre otras plantas.
Otros jóvenes reciben indicaciones de sus profesoras respecto al cuidado del jardín de polinizadores, que está por recibir la certificación de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio). Otro alumno escucha con atención la tarea que hará el día de hoy, pues es el encargado del cuidado de la composta de lombrices, elemento valiosísimo con muchos nutrientes para el desarrollo de las plantas.
La profesora Julieta Sierra Mondragón, quien imparte la materia de Biología, comentó que ella y otros docentes tienen a su cargo varios huertos en el plantel Oriente como parte de las actividades del Taller de Educación Ambiental, que llega a sumar entre 180 a 200 estudiantes. Sierra Mondragón destacó que la colaboración de los alumnos en estas actividades no sólo les enriquece de manera personal, sino que se extiende a su entorno familiar al compartir estos conocimientos con ellos.
Como un pequeño ejército verde, los chicos y chicas se aplican en las labores de las áreas verdes, todo organizado, como el acopio del PET. Los asistentes que auxilian en los huertos son alumnos de otros profesores que, a cambio de su participación, obtienen puntos para su calificación y enriquecen su formación académica; los que realizan actividades de manera voluntaria, al final reciben una constancia de participación.
Julieta Sierra explica que dentro del trabajo que se realiza se ha habilitado un mecanismo de recolección de agua, “pues ahorita que hay lluvias el plantel luce todo verde, pero por lo general tiene un clima seco y a veces no hay agua suficiente para mantener los huertos en forma óptima”.
La bióloga destacó que la colaboración y el compromiso del alumnado es de calidad, de mucho cuidado porque lo realizan con las manos y no como los trabajadores que utilizan maquinaria y al podar cortan pequeños arbolitos.
Al recordar cómo surgió este taller, Sierra Mondragón expresó que fue hace 23 años cuando junto con sus alumnos notaron que había problemas con las áreas verdes y con el manejo de residuos, el reciclaje de ciertos productos e incluso con los desperdicios de los laboratorios. Se enteró que en la FES Zaragoza los trabajaban para hacer pequeños maceteros y acordó con ellos un intercambio.
Actualmente, considera que una de las metas del taller es que egresen estudiantes más conscientes de estas problemáticas, “cada quien tiene forma de contribuir a mejorar; en el primer semestre les pido colaboración aquí en el plantel y para el siguiente tienen que hacerlo en su comunidad, hacen prácticas en los camellones, en sus secundarias, en sus unidades habitacionales, a veces me piden plantas y todo lo que se pueda se los proporcionamos”.
Rubén Ramírez, Yazmín Mendoza, Elena Plácido, César Huerta, Humberto Zendejo y Leticia Ríos también colaboran en las actividades de los tres huertos, dos invernaderos, un vivero y un humedal.
Huerto Mayahuel, un proyecto que impacta a nivel escolar y social
Resalta valor del cultivo y consumo sustentable
Alumnos siembran hortalizas y elaboran banco de semillas
Hace dos años, Damary Fuentes Ortega, Miranda Valencia Ríos e Ismael Rodríguez López aceptaron la invitación de un grupo de profesores para participar, junto a otros estudiantes, en el Huerto Escolar Mayahuel y ser parte de una iniciativa que busca generar conciencia ambiental, pero sobre todo promover acciones con una visión desde la sustentabilidad.
A partir de ese momento, cambió su forma de ver el cultivo de alimentos y de consumirlos; algunos han llevado sus conocimientos a sus propios ambientes y otros han decidido su futuro profesional con miras a esta área de estudio.
El Siladin del plantel Sur es el sitio donde los profesores Claudia Saavedra Rojas, Magali Estudillo Clavería y Pável Castillo Urueta han desarrollado el Huerto Escolar Mayahuel, que surge del interés por la sustentabilidad en el ámbito escolar, una iniciativa que fue acompañada por la Comisión Universitaria para la Sustentabilidad (COUS) y que animaría también al desarrollo de los proyectos: Jardín de Polinizadores y Cosecha de Agua.
El huerto, explicaron los docentes, genera hortalizas, como quelites, calabazas, cebolla, chiles, acelgas, amaranto, jitomate, entre otros, libres de fertilizantes y plaguicidas sintéticos. Mediante la obtención de bacterias nitrificantes, se elaboran biofertilizantes orgánicos.
En él también se estudia el contenido nutricional de dichos alimentos y se crean platillos para su consumo. Recientemente está la conformación de un recetario que reunirá diferentes platillos con dichos vegetales, algunos de estos provienen de las familias de los estudiantes.
Sobre el Jardín de Polinizadores, se informó que actualmente se trabaja en la elaboración de un banco de semillas, así como en fichas de identificación de las especies y en labores de mantenimiento.
Cabe destacar que el proyecto Jardín de Polinizadores —que busca proveer de alimento y refugio a diversas especies como mariposas, abejas, escarabajos, moscas polinizadoras y aves como colibríes, entre otros, a fin de protegerlos pues están en peligro de extensión y son vitales para la reproducción de plantas, frutos y semillas—, fue desarrollado por alumnos y profesores del plantel Sur, junto con la Comisión Universitaria para la Sustentabilidad (COUS), a iniciativa del profesor Manuel Becerril González.
Impacto positivo
El Huerto Escolar Mayahuel ha impactado de manera positiva en los estudiantes. Damary Sayuri Fuentes Ortega participa desde el primer semestre. “El tema de la sustentabilidad es muy importante y el huerto busca generar conciencia entre los alumnos y nos ayuda a hacerlo visible a los demás. Aquí lo vemos desde que plantamos hasta que obtenemos la semilla de la flor de la misma planta. Una vez que tenemos la cosecha, hacemos otro proyecto que es la cocina sustentable en donde aprendemos a preparar varias comidas”, dijo.
Para Miranda Valencia Ríos, ha sido una experiencia muy linda: “hemos trabajado con plantas y todo lo que se relaciona, la fotosíntesis, cómo absorben el agua, cómo pueden crecer mejor y cómo ayudan al medio ambiente; también me ha ayudado en el aspecto social, porque es un espacio de convivencia entre todos, aunque estamos enfocados en diferentes campos y tenemos distintas edades, es un punto de encuentro”.
La actividad también promueve vocaciones, así lo compartió Ismael Rodríguez López, de quinto semestre.
“Estaba interesado por la carrera de Ingeniería Ambiental, me parecía muy interesante e importante en estos tiempos porque nos estamos acabando el mundo y necesitamos hacer algo para que no suceda; sin embargo, estar en el huerto me abrió la mente a buscar una solución a lo que más adelante se puede presentar: la escasez de comida. Por ello, decidí estudiar Ingeniería Agrícola para aprender más sobre los cultivos, cómo se manejan, su modo de producción”.
Amanda Tonantzin Martínez García, de tercer semestre, comenta: “Aquí es un buen lugar para practicar lo que se ha aprendido, inclusive lo aplicas en casa; en mi caso retomé las plantas que dejó mi abuela y ahora tengo muchísimas más, ya que empiezas a saber cómo cuidarlas, es ese acercamiento con la tierra no logras tenerlo en otros lugares, creo que es algo que podríamos llevar a todos lados, a escuelas y nuestras casas y generar un impacto social”.
Experimentación de primera mano
Conocen ciclos de la vida
Enseñan a alumnos las ventajas de los cultivos bajo invernadero
Con la finalidad de que los estudiantes del plantel Naucalpan experimenten de primera mano los ciclos de vida de las plantas que cultivan y esto pueda inspirar mayor interés en la producción local y sostenible de alimentos, así como generarles el deseo de producirlos en su casa y llevar ese conocimiento a la familia, se han desarrollado invernaderos que, además, “son espacios que nos permiten a los profesores mostrar de manera tangible cómo las prácticas agrícolas pueden ser adaptadas para reducir el uso de recursos y minimizar los efectos negativos sobre el medio ambiente”, explicó la maestra Diana Monroy Pulido.
“Los cultivos bajo invernadero son una rica herramienta, invaluable en el proceso de educación ambiental, pues nos ofrecen una experiencia práctica y directa para entender la relación de los ecosistemas y permiten a los estudiantes y a la comunidad en general, observar y participar en la producción de alimentos en un entorno controlado, esto facilita a su vez la enseñanza de conceptos relacionados con la Biología, la Química y de hecho hasta las Matemáticas para el manejo de los datos”, agregó.
“Utilizamos técnicas de riego más eficientes, como la de goteo; esto les enseña a los estudiantes sobre la conservación del agua y de la energía. Además, los cultivos bajo invernadero ofrecen la oportunidad de explorar la gestión integrada de plagas y enfermedades utilizando métodos biológicos y orgánicos para sustituir los productos químicos y sintéticos”, indicó la profesora.
“Otro ejemplo es el uso de plantas repelentes como la menta, que se cultiva afuera para inhibir las plagas. También se hacen biopreparados a base de sustancias naturales como ajo, chile o cebolla, para el control y eliminación de algunos insectos u hongos, aplicamos abonos naturales, orgánicos, a base de composta o lombricomposta. Actualmente utilizamos como fertilizantes a las micorrizas, que permiten una mejor absorción de los nutrientes”, añadió la académica.
ES UN PROYECTO INFOCAB
La bióloga del plantel Naucalpan precisó: “somos un grupo de trabajo del Seminario de Formación de Profesores de Ciencias Experimentales de Naucalpan, formado por la maestra Silvia Elena Arriaga Franco en 2014 con recursos Infocab y con apoyo de la Dirección en curso. Actualmente, tenemos a cargo tres invernaderos, donde realizamos proyectos, se han hecho varios cultivos con distintas técnicas, primero con la hidroponía y, recientemente, con la agricultura orgánica”.
“Trabajamos proyectos fuera y dentro de los invernaderos, para que sea más completo el proceso de enseñanza-aprendizaje con los alumnos. No hace mucho instauramos una milpa como agroecosistema, se hizo la observación del cultivo de maíz, calabaza y frijol, para mejorar su proceso de producción”, resaltó.
Los tres invernaderos se encuentran en un mismo espacio, pero a la vez están divididos. Así, los alumnos pueden visualizar los proyectos de otros profesores. El grupo del seminario acondicionó un espacio afuera para que lleguen los polinizadores, con plantas de la región u otras como lavanda o geranios, con la idea de crear conciencia acerca de su importancia en la producción de alimentos.
LA IMPORTANCIA DE LOS POLINIZADORES
“Cuando realizamos el proyecto de una planta llamada cocamelón, observamos que no generaba el fruto. Entonces, decidimos colocarla afuera, la sorpresa fue cuando llegaron las abejas y notamos la importancia de los polinizadores en el desarrollo de los frutos”, agregó la docente.
Actualmente, los profesores trabajan en el cultivo de pimiento morrón con micorrizas, en el crecimiento vegetativo de citronela, en las propiedades físico-químicas de la fresa cultivada con filtros de diferente color, en la preservación de plantas carnívoras en México y en el cultivo de jitomate bola.
“Las familias de muchos estudiantes se dedican a la producción de alimentos y nos comparten sus experiencias. Todas estas actividades ayudan a conectar a las personas con el origen de los alimentos y valorar el trabajo que se realiza en su producción, que muchas veces se desconoce”, finalizó.