Travesía hacia el padre

Entre el olvido y la desolación

Una excelente manera de atrapar a los cecehacheros

Entre el olvido y la desolación
Una excelente manera de atrapar a los cecehacheros

La cabeza de mi padre (Alfaguara), la más reciente novela de Alma Delia Murillo (México, 1979), es un viaje al fondo de la familia, donde el padre es el centro de la historia, mejor dicho, la ausencia del padre es el motor de todo este viaje que emprende la autora desde la infancia hasta la edad adulta.

La novela se puede catalogar dentro de la no ficción, donde la autora pone en juego la relación de su propia familia, en una travesía que emprenden porque ella tuvo la necesidad de conocer a su padre, quien se fue de casa y no volvió. 

La figura paterna que descubre en su indagación es más bien un armario lleno de sombras, un baúl con imágenes borrosas, una especie de Pedro Páramo. El abandono nacional que han vivido no sólo una, sino muchas mujeres, una suerte de canto corifeo en el que el centro es el olvido y la desolación.

 

Recuerdo el día en que mi infancia pasó de “mi papá se murió” a “mi papá nos abandonó”. Mi madre entró a una oficina de Trabajo Social donde una señora malencarada le hizo una entrevista, no sé por qué, pero me dejaron entrar también a mí. Yo tendría unos diez años. Permanecí sentada y escuché la tormenta de cuestionamientos, cuando la mujer quiso saber dónde estaba el papá de las niñas, mi madre dijo que nos había abandonado. Vivía en Michoacán, era alcohólico. Por eso ella tuvo que criarnos sola.

 

Historia, también, de la familia rota, del vacío cotidiano que representa una madre abandonada a su suerte con un puñado de hijos, que nacieron con el dislocado rol del padre, con la eterna pregunta de a dónde fue y por qué se fue. Con esta novela, que también se ubica en el tenor autobiográfico, la autora logra una catarsis no sólo literaria, sino también personal.

Escrita en primera persona, cada capítulo de la novela se ciñe y se separa de la emoción fácil, lo hace cuando es necesario generar un efecto específico, y se separa cuando está en riesgo de caer en el melodrama, es decir, Murillo es capaz de calibrar muy bien las emociones a lo largo de su novela. 

 

Escribo para soltar el dolor del pasado y la angustia del futuro. Escribo para encontrar a mi padre.

 […]

Perdone, ¿reconoce usted a este hombre?

Fue también mi madre, como la de Juan Preciado, quien me dijo que mi padre vivía en La Mira, un pueblo en el municipio de Lázaro Cárdenas, Michoacán.

 

Se trata de una novela que tiene mucho de cercanía con la adolescencia, con las problemáticas de género que se viven en el país, así como de la identidad de una familia de clase media en un barrio como lo es Nezahualcóyotl, donde creció la autora.

Sin lugar a dudas, lo de Alma Delia Murillo es una historia de mucha intensidad, contada más con la entraña, con la víscera, pues no deja resquicio alguno para la autocomplacencia ni el eufemismo, llama las cosas por su nombre y sin evitarse sufrimiento alguno. Conocer la obra de la autora es un excelente punto de arranque y de encuentro sobre el abandono y la paternidad para que los alumnos del Colegio entren de lleno a La cabeza de mi padre: y se sientan interesados en hurgar un poco más sobre su obra.

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