Luis Enrique Moulinie Ruiz

¿Cómo es la vida dentro del CCH? Quizá mi experiencia no será la más común o la más acertada. ¿Por qué? La vida dentro del CCH la puedo definir como algo que sólo se puede sentir presencialmente, sin exageración. Dejar de asistir repentinamente sin posibilidad de despedirme, gracias a un virus semejante a la corona solar, y después de año y medio de ausencia, resulta complejo de digerir y aceptar.

Me acostumbré a incontables situaciones y rutinas, pero la actualidad que me rodea es ahora una modalidad de educación sin tacto ni contacto físico, sin sentimientos reales, capaces de envolver mi mente y actuar sobre mi cuerpo, sin el tipo de humanidad que muchos quisiéramos.

Las clases a distancia me han permitido desarrollar habilidades que, quizá, no pensé tener; por ejemplo, el manejo de dispositivos, la forma de consultar información, la adaptación a los nuevos métodos de aprendizaje a distancia. Hace un año era completamente diferente a quien soy ahora, quizá carente en conocimientos digitales, pero siempre intentando dar lo mejor.

Al igual que la mayoría de los egresados de secundaria, me sentí en un ambiente diferente al que estaba acostumbrado, es decir, solo, nervioso y bastante lejos de mi casa, me aterraba la idea de no ser lo suficientemente bueno en el ámbito educativo.

Pero en realidad, la vida en el CCH es más que aulas y laboratorios; son sentimientos, pensamientos y emociones que se transportan con el caminar de todos a quienes conozco, entre ellos a amigos, maestras y maestros, trabajadores. Son tan variados como cada uno de los que integramos el plantel.

Aquí aprendí muchas realidades y resulta increíble que algunas ocurrieron fuera de aulas, pero lo interesante de mi estadía en el Colegio es lo mucho que pude absorber de cada persona a mi alrededor, y más importante aún, lo que decidí hacer con ello. Primero, aprender a aprender, uno de los valores más importantes del Colegio, lo que ha representado para mí aprender a conocer mis intereses y capacidades, además de impulsarme para fijar metas claras, de acuerdo con lo que deseo.

Quizá ahora se entiende más claramente que la vida del mismo CCH es el conjunto de vidas y experiencias de cada uno, pero puedo estar seguro de algo: aunque todos pensemos diferente, formamos parte de la misma escuela, con los mismos principios y objetivos que nos presentaron desde el primer día, orientados al desarrollo personal de manera autónoma, unidos por las mismas raíces como estudiantes del CCH, caracterizados por el sentimiento, la convicción y la formación de siempre ser sangre azul, piel dorada y orgullosamente UNAM.

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