el ahogado

Análisis literario

Un elemento clave es la detección del protagonista, para entender el conflicto

Análisis literario
Un elemento clave es la detección del protagonista, para entender el conflicto

Uno de los aspectos que surgen a la hora de analizar un texto literario es, precisamente, la selección de criterios para efectuar el análisis. Si bien existe una enorme tradición de abordar una obra desde su contexto de producción, no podemos eludir que esta ruta de comprensión nos aleja del objeto estudiado, pues nos hace andar en la periferia sin adentrarnos en las profundidades del contenido.

La atención a los elementos internos, que relacionan la obra seleccionada con otras de su misma especie, ha llevado a la teoría literaria a detectar los patrones comunes entre la vastedad de producción escrita; de ahí que podamos distinguir qué elementos conforman los textos narrativos, los poéticos y los dramáticos.

Sin duda, la atención a los elementos de manufactura de una obra nos hace comprender el por qué de su presencia y qué tratamiento les da su autor.

Uno de los elementos que consideramos de sumo interés, a la hora del análisis literario, es la detección del personaje protagonista. Tanto en narrativa como en drama, el autor se vale de diversos caracteres para contar su historia o su planteamiento. Lo cierto es que no todos son centrales y con mucha facilidad identificamos los que son secundarios o del ambiente.

¿Por qué es necesario identificar al protagonista? Si bien el desarrollo narrativo conlleva una enorme libertad estructural, lo cual puede concentrar el relato del autor en distintas zonas, gran parte del género tiene puntos en común con la dramática, donde la identificación del protagonista se vuelve indispensable para la comprensión del aspecto central del drama: el conflicto.

Un protagónico es aquel personaje, o conjunto de personajes, que estructura la totalidad de la novela, cuento u obra de teatro. A través de él, se desliza la voluntad que da movimiento a la trama, y su síntoma concreto es que está en constante conflicto. Esto no quiere decir, por supuesto, que el protagonista sea el único en conflicto, pero sí, que el suyo es el que adquiere mayor relevancia temática y tonal.

En El ahogado más hermoso del mundo, de Gabriel García Márquez, hay tentación por dejarse llevar por el título y considerar al enorme ahogado como protagonista. El problema de tomar esta decisión es que el ahogado no tiene voluntad alguna: es un cadáver que detona una situación. No posee, en consecuencia, conflicto. ¿Quién, entonces? El pueblo que lo encontró en una playa del Caribe, quien lo renombra como Esteban, se enamora de él y sufre por tener que dejarlo partir.

El protagonismo, en el cuento del escritor colombiano, recae sobre la colectividad de una población que, tal parece, no tenía motivos de asombro, hasta que un día apareció un cuerpo que modificaría su aburrimiento en fascinación.

Hay otros casos donde la presencia continua de dos personajes hace difícil la noción del medular. En Rumbo a Cardiff, de Eugene O’Neill, obra corta que también tiene como escenario el mar, muy pronto nos damos cuenta de que, más allá de las condiciones lamentables en que se encuentran navegando estos marineros, la preocupación está en uno que sufrió una caída grave y se encuentra agonizando en una litera: Yank.

El sufrimiento de Yank, y la atención de sus camaradas, podrían sugerir que es el principal. Sin embargo, O’Neill nos muestra un elemento importante: Yank está consciente de su condición y ha aceptado la muerte como desenlace; no obstante, su gran amigo, al que alguna vez le impidió caer en la desesperación durante un naufragio —Driscoll— aún tiene esperanzas de que se salve.

Este anhelo de sortear la fatalidad es uno que se contagia a los lectores o espectadores; queremos que Yank se levante, pues ahora conocemos sus sueños: vivir en tierra y dejar el infierno del mar. De modo que el conflicto de ver a su amigo agonizar, después de que éste le hubo confesado su deseo, uno que quisiera compartir con él, recae sobre Driscoll, en quien se estructura este drama.

La observación de la línea medular en una obra literaria conlleva, además, a la detección del efecto general que implica el diseño de cada estructura: en el cuento de García Márquez, podríamos hablar de nostalgia; en la obra de O’Neill, de desolación. 

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