Uno de los acervos más ambiciosos y de largo aliento a nivel universitario y que está a sólo un clic es, sin duda, el que se aloja en el sitio Material de Lectura de la UNAM. Este catálogo inició en 1977, bajo la dirección de Hugo Gutiérrez Vega en Difusión Cultural, y está por cumplir 50 años de difundir literatura a la comunidad en breves formatos.
Compuesta por siete colecciones, las dos clásicas, Poesía Moderna y Cuento Contemporáneo, Ensayo, Narrativa, Vindictas. Poetas latinoamericanas, Vindictas. Pensadoras feministas latinoamericanas y, las más recientes, 1521. Un atado de vidas.
Fue gracias a estos pequeños cuadernillos que tuve acceso a varios de los autores de quienes me era imposible comprar libros, por el costo o por el simple hecho de no haber existencia en nuestro país.
Gittfried Benn, Jörgen Nash, Seamus Heaney, Idea Vilariño, Mayakovski, Mario Luzi, Roberto Juarroz, Ángel González, Rudyard Kipling, Katherine Mansfield, Francisco Tario, Eudora Welty, Thomas Bernhard, Clarice Lispector, Bernard Malamud, Lord Dunsany y Alberto Moravia son algunos de los autores que conocí gracias a este catálogo.
Pertenezco a una generación que se formó en bibliotecas y librerías. Internet era una apuesta para el futuro y las computadoras aún estaban en modelo piloto. Acercarse a literatura extranjera era aún todavía más inaccesible.
Mi realidad, seguro, la compartían muchos contemporáneos. Los Materiales de Lectura los descubrí en una de las visitas a la Biblioteca Central, en los pasillos de la FFyL. Colores vivos y nombre conocidos, como Alfonso Reyes, Vicente Leñero, Amparo Dávila, o Julio Torri, se unían a aquella pléyade desconocida.
Abrirlos era entender la calidad, pues te topabas con la traducción o notas de autores de la talla de Guillermo Fernández, José Emilio Pacheco, Christopher
Domínguez Michael, Pura López Colomé, Luis Mario Schneider, Julio Cortázar…
Estoy seguro que muchos jóvenes de mi generación y anteriores lograron formar un buen manojo de estos breviarios. Aunque toda selección representa incluir y excluir, creo que lo que se eligió para cada material es de lo mejor de sendos autores y autoras.
Recuerdo que uno de los ejemplares que tengo me lo regaló Eduardo Casar. Por aquel tiempo, yo estaba a la búsqueda de la obra de Óscar Oliva, empresa que resultó ser compleja, aunque se trataba de un escritor mexicano.
Lo único que circulaba por las librerías de viejo era Estado de sitio; por amigos en común, llegué a casa de Eduardo, quien me regaló el pequeño material, pues él había hecho las notas de la poesía de Oliva.
Así se descubren autores, siendo inquietos e insistentes.
Fue en 2021 cuando los encargados de Difusión Cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México decidieron digitalizar estos cuadernos, y creo que es una de las mejores decisiones a nivel editorial que se han tomado.
Aquí hallas la esquirla de un autor, pero esa breve muestra permite conocer y adentrarse en un universo. Además, y lo repito, las notas que acompañan a estos libros son de excelente calidad, a veces síntesis de un conjunto, otras (la mayoría de las veces) artículos o ensayos críticos y muy clarificadores.
Para los alumnos del Colegio es importante la lectura de los materiales producidos por la UNAM, como lo es Material de Lectura.