cultura

Se puede apreciar en los oficios y festividades

Consta de una importancia histórica, científica, simbólica y estética que le dan las personas

Se puede apreciar en los oficios y festividades
Consta de una importancia histórica, científica, simbólica y estética que le dan las personas

Con un llamado a los jóvenes universitarios para que se interesen por su entorno natural, del lugar donde provienen sus padres, abuelos; es decir, los modos de vida donde la relación con la naturaleza no es una moda, sino una herencia ancestral, y forma parte de una identidad, Nimcy Arellanes Cancino, de la Unidad Académica de Estudios Regionales de la UNAM, dictó la videoconferencia “Una historia entre el ser humano y la naturaleza. El legado biocultural en México”, que organizó Ciencia a Distancia de la Universidad Nacional.

Lo anterior, dijo, se puede apreciar en los oficios, festividades, conocimiento de los nombres de las aves, de las montañas, de los límites imaginarios y reales del territorio donde se vive; agregó que México, a nivel mundial, sólo está detrás de Indonesia, la India, Australia y Brasil en cuanto a patrimonio biocultural, además de ser pluricultural.

“La biocultura, cito, es resultado de la interacción entre el ser humano y su entorno natural, son las interpretaciones que las personas hacen y cómo éstas pasan a ser parte de la cultura regional (…), se enfoca en resaltar los saberes y prácticas que controlan, modifican y adaptan el entorno con interpretaciones que los seres humanos poseen sobre la biota que los rodea”.

De acuerdo con la Unesco, “el patrimonio cultural está formado por los bienes culturales que la historia le ha legado a una nación y por aquellos que en el presente se crean y a los que la sociedad les otorga una especial importancia histórica, científica, simbólica o estética”.

Precisó que el patrimonio biocultural es el conocimiento y prácticas ecológicas locales, la riqueza biológica asociada (ecosistemas, especies y diversidad genética), la formación de rasgos de paisaje y paisajes culturales, así como la herencia, memoria y prácticas vivas de ambientes manejados o construidos. Se caracterizan por ser colectivos, familiares, por ser respetuosos hacia la naturaleza como al conocimiento e interacción humana y animal.

En su mayoría, son personas que en el trabajo diario y por generaciones han generado el oficio y desarrollado tareas específicas que permiten la existencia y pervivencia del patrimonio biocultural. Gran parte de los quehaceres escapan a la lógica neoliberal, comentó.

No obstante, señaló que hay un deterioro, por lo que es necesario deconstruir nuestra forma de vivir a partir de otras maneras de convivencia, consumo y valor de lo individual y colectivo. Es decir, deshacer analíticamente algo para darle una nueva estructura, porque finalmente nuestros valores bioculturales están perdidos, lo que se llama erosión biocultural o en su caso están vulnerables. La peor lucha, indicó, es que no nos interese y no reconozcamos la diversidad, lo banalicemos y lo volvamos un producto turista.

Indicó que se está dejando a la naturaleza de lado, y al mismo tiempo, la huella humana es cada vez más agresiva con ella:

“en este periodo que llamamos antropoceno y donde con todo nuestro conocimiento, ciencia y tecnología nos hemos encargado de modificar en siglos lo que miles de años hizo la naturaleza per se”.

La científica concluyó con una invitación a los estudiantes a sentirse orgullosos y transmitir la riqueza biocultural del país, del cual ellos son herederos, pero sobre todo defensores y promotores de su permanencia.

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