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Para el Colegio de Ciencias y Humanidades es un privilegio expresar a don Pablo González Casanova unas breves palabras de reconocimiento en esta emotiva ceremonia.

Don Pablo es la figura más admirada y respetada del CCH, es un referente de nuestra vida institucional y ha sido, durante 51 años, la única persona capaz de generar el consenso y la unidad necesarias, en medio del intenso debate que nos caracteriza.

Don Pablo no sólo fue el fundador protocolario del CCH, también ha sido el líder académico que contribuyó a delinear su Modelo Educativo, con base en un conjunto de principios y valores que siguen vigentes, ahora que el sistema educativo presencial está migrando a una modalidad híbrida.

Desde los años cincuenta del siglo pasado, don Pablo imaginó un bachillerato interdisciplinario, que propiciara la adquisición de una cultura básica; ajeno al enciclopedismo y a la cátedra memorística; con un número limitado de materias y de horas de estudio en los salones de clase; un bachillerato donde se practicara la democracia escolar, entendida como la participación y el diálogo de profesores y alumnos sobre los contenidos de aprendizaje.

Y casi veinte años después, cuando don Pablo asumió la Rectoría de la UNAM, en mayo de 1970, en su discurso de toma de protesta reafirmó sus convicciones respecto a una escuela cuyo centro fuera la juventud, y donde los profesores y estudiantes convivieran y dialogaran de manera permanente porque, nos decía, “el verdadero profesor es aquel que sigue estudiando y el verdadero estudiante es aquel que también aprende a enseñar.”

En poco menos de un año, el 26 de enero de 1971, el Consejo Universitario aprobó el proyecto de creación del CCH, con un nuevo Modelo Educativo, basado en el aprender a aprender mediante la aplicación de dos métodos de estudio: el Científico experimental y el Histórico-Social, y dos lenguajes: español y matemáticas.

La creación del Colegio también implicó, para don Pablo, una visión profunda de la juventud y un noble propósito de favorecer su tránsito hacia la edad adulta. En este sentido, su mensaje para ellos ha sido de esperanza y acompañamiento. Así lo dijo en su momento: “los jóvenes que pierden la esperanza perderán la juventud, y los adultos que no veamos en los jóvenes la esperanza de una humanidad mejor, perderemos el último residuo de nuestra humanidad”. Tiempo después, en “Un mensaje a la juventud”, reconoció en ellos una nueva fuerza de la historia universal, pero necesitan estudiar y aprender para ganar; su ideal es que los muchachos reflexionen y actúen, como personas conscientes de su valioso papel en la vida social.

En este mensaje, don Pablo también se dirigió a los profesores y alumnos del CCH y nuevamente les recordó que “la educación propia y de los demás es una lucha actual por el aprender a aprender, a pensar, a leer y escribir, a razonar, a recodar, a experimentar y a practicar; lo que implica el desarrollo del pensamiento crítico, reflexivo y creador; un amor a la lectura de la poesía y la narrativa; un acercamiento a las ciencias de la historia y de la sociedad; un conocimiento de las matemáticas, como lenguaje para razonar y hacer ciencias; un conocimiento de las ciencias experimentales y de la práctica de las utopías; así como una práctica de los oficios manuales y de los deportes…”

La educación, en este sentido, tiene un componente liberador, tal y como la concebía el brasileño Paulo Freire, pues hay que preparar a la juventud para comprender el mundo y transformarlo.

Para concluir, deseo agradecer a don Pablo, a nombre de la comunidad del CCH, por su importante apoyo en la creación de nuestro subsistema de bachillerato universitario. A 51 años de distancia, han pasado por sus aulas más de un millón 140 mil alumnos, sin contar los que corresponden a las 82 escuelas incorporadas, y en la Reforma del Bachillerato Nacional se contempla el aprender a aprender como el eje pedagógico principal; pero más allá del impacto del Colegio en el país, le queremos decir que nuestros egresados recuerdan al CCH porque les enseñó a leer y a escribir, a pensar, a investigar, a argumentar y a tener una postura crítica. Y, sobre todo, consideran que el CCH los enseñó a vivir la libertad con responsabilidad.

Y en estos momentos, estimado doctor, le queremos decir que una escuela que propicia la libertad con responsabilidad es de las mejores del mundo. Y esta gran utopía se la debemos a Usted. ¡Muchas gracias, por todo ello, a don Pablo González Casanova! 

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