La enseñanza en la escuela requiere cambios de calidad para procesar, de forma lúcida, el conocimiento.
Se llega a pensar que el conocimiento consiste en transmitir información a los estudiantes, sin embargo, se comete un error cuando se sobrecarga de información a los jóvenes, pensando que esto propiciará mayor inteligencia.
Si se quiere que el estudiante lleve a cabo un pen-
samiento crítico, se requiere que su mente tenga tiempo para pensar con calma, con detalle, haciendo intervenir sinapsis cerebral.
Es necesario proporcionar a los estudiantes dentro del salón de clases tiempo de calidad, es decir, no saturar de información, tampoco exigir entregas de tareas con prisa y no presionar con fechas y controles de información, pues el cerebro procesa el conocimiento significativo solo si se lleva a cabo con cierta pausa o lentitud.
The New York Times publica un artículo de Tim Donahue (profesor de inglés en Greenwich): “Los estudiantes de secundaria necesitan hacer menos para poder hacerlo mejor”.
Donahue piensa que se empuja a los estudiantes a maximizar cada parte de sus días. Hay una presión constante para que entreguen la mayor cantidad de informes, ensayos, proyectos, tareas con información densa en tiempos acelerados y con muchas exigencias académicas.
Decir esto no supone que esté proponiendo abandonar el trabajo académico o que sea laxo. La propuesta atiende a las funciones del cerebro que desde la neurociencia se ha estudiado.
La doctora Barbara Oakley señala que el cerebro necesita formar sinapsis, es decir, alambrar las neuronas para producir aprendizaje, lo cual supone pensar la transmisión de saberes en tiempos más pausados.
Donahue escribe que los profesores exigen a los estudiantes ser “obedientes” y cumplir las exigencias académicas; eso lleva a los jóvenes a “morder el anzuelo y se vuelven notablemente obedientes” y así, se les va presionando para que en cada materia sigan ese ritmo, lo cual no produce la cognición crítica.
Pienso que tampoco conduce a obtener un conocimiento significativo ni simbólico, como tampoco alcanza un pensamiento radial o global.
Tim Donahue escribe que los docentes tenemos que disminuir la velocidad en las tareas y en las actividades, ya que “la cognición crítica, por definición, lleva tiempo”.
Considero que en el Colegio también se saturan los programas de contenidos y tampoco se engendra el placer por el conocimiento.
En sus inicios, el CCH tenía menos horas de clase y el calendario escolar contemplaba la vida del estudiante como algo integral; es decir, sus tiempos se empleaban para darle la oportunidad al joven de asistir a eventos culturales, tener tiempo para investigar los temas que le gustaban y se pensaba en tiempos de relax.
Después, en la primera revisión del Plan de Estudios, se redujeron turnos de 4 se pasó a 2 turnos y aumentaron las horas de clase.
Lo mismo pasa en otras escuelas, señala Donahue, pues los estudiantes tienen cada vez más clases, en las que el alumno estará vigilado, observado y calificado.
Pienso que esas condiciones no están pensadas para obtener conocimiento, solo se hace rendir al estudiante para que abarque mucha información y produzca resultados estándar. Esto solo imita el modelo de productividad de las grandes empresas.
La escuela debe pensar en la calidad de la enseñanza y ésta tiene que pasar por una labor realizada en calma.
Donahue escribe que los alumnos quedan “fritos” por tanto trabajo y sus exigencias, entonces lo que hacen al llegar a casa es alejarse y distraerse en sus pantallas.
El artículo señala que todo este ritmo acelerado deteriora la vida hogareña, pues es una vorágine de nuestro tiempo escolar que lleva a que no se relacione la familia, no pueden verse y conversar, hay mucho agotamiento y demasiadas actividades y tareas.
Es urgente pensar en la calidad de la enseñanza que requiere tiempos lentos, pausados y actividades lúdicas en el aula. Es necesario reflexionar y esto tiene que propiciarse dentro del salón de clases.
Los profesores necesitan también buscar calma mental. Es vital innovar en la escuela, lo cual no se consigue sólo con tecnología, es urgente que se eduque en la creatividad. Para ello es primordial dar al cerebro los momentos necesarios.