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Herencia de la filosofía náhuatl

Los tlamatinime eran muy valorados y respetados en las culturas antiguas de México

Herencia de la filosofía náhuatl
Los tlamatinime eran muy valorados y respetados en las culturas antiguas de México

La filosofía ha sido siempre producto de la racionalidad y la sensibilidad humana. Por ello, ha florecido a lo largo de la historia en todas las civilizaciones del mundo. Nuestras culturas en México no han sido la excepción. Ya entre los pueblos nahuas, mayas, zapotecos o mixtecos antiguos, la filosofía germinó vinculada a múltiples ámbitos de la vida y la realidad.

Por ejemplo, tenemos el caso de la filosofía de los pueblos del centro de México como los teotihuacanos, toltecas y nahuas, que vivieron entre el periodo Clásico y el Posclásico tardío mesoamericano (de los años  200 al 1521).

El nombre por el que conocemos a tales filósofos, de acuerdo con el vocablo náhuatl, es el de tlamatinime, plural de “tlamatini”, es decir, “el que sabe algo”, “el que sabe cosas”.

Como da cuenta Miguel León-Portilla, gracias a los poemas nahuas que compiló Bernardino de Sahagún en el siglo XVI, sabemos que para ellos un tlamatini o sabio era “una luz, una tea, una gruesa tea que no ahuma” , es decir, un ser que, como un madero encendido, infunde luz pura, sin humo, para ver con claridad el entorno.

El tlamatini es “un espejo horadado, un espejo agujereado por ambos lados”, por lo que en su presencia estaríamos obligados a mirarnos a nosotros mismos, a autoconocernos, una enseñanza que recuerda a la máxima del viejo Sócrates: “Conócete a ti mismo”.

Así, el tlamatini es quien nos permite vernos a nosotros mismos, pero también ver a través de él y mirar más allá de lo inmediato, pues “él mismo es escritura y sabiduría (…) camino, guía veraz para otros”.

Entre otras actividades, el tlamatini “conduce a las personas y a las cosas, es guía en los negocios humanos”, por lo que “no deja de amonestar”, da consejo y sanciona a todos. A quienes se acercan para aprender de él, el sabio “les abre los oídos, los ilumina… les da su camino”.

En otros textos, también podemos leer la profunda valoración social y política que los tlamatinime tenían para la civilización nahua, como en el titulado “¿Cómo todo comenzó? He aquí la palabra que solían pronunciar los ancianos”, donde se narra una peregrinación y la fundación de Teotihuacán.

En dicho texto, hay un pasaje donde los tlamatinime abandonan momentáneamente al pueblo y se llevan consigo “la tinta negra y roja” -in tlilli in tlapalli-, difrasismo usado para referirse a la sabiduría y los conocimientos escritos en sus amoxtli, libros de pinturas o códices.

Ante ese escenario, los pobladores comienzan a realizarse una serie de severas y angustiosas preguntas:

 

¿Brillará el Sol, amanecerá?

¿Cómo irán, cómo se establecerán los macehuales, el pueblo?

Porque se han ido, porque se han llevado

la tinta negra y roja.

¿Cómo existirán los macehuales?

¿Cómo permanecerá la tierra, la ciudad?

¿Cómo habrá estabilidad?

¿Qué es lo que va a gobernarnos?

¿Qué es lo que nos guiará?

¿Qué es lo que nos mostrará el camino?

¿Cuál será nuestra norma?

¿Cuál será nuestra medida?

¿Cuál será el dechado?

¿De dónde habrá de partir?

¿Qué podrá llegar a ser la tea y la luz?

 

Como se ve, la ausencia de los tlamatinime dejaría sin fundamento a la vida social, sin dirección ni estabilidad a la ciudad y el gobierno, sin guía moral, medida ni norma a la sociedad, sin luz para ver el camino por donde seguir.

Por fortuna, el testimonio continúa y nos informa que la sabiduría regresó al pueblo y pudieron fundar una gran ciudad dignamente gobernada por los tlamatinime: “Luego construyeron pirámides al Sol y a la Luna”.

En tiempos convulsos como los que vivimos, donde las sociedades se desorganizan por la violencia, las guerras entre naciones están en todos los medios de comunicación y el mundo parece ser un lugar cada vez más hostil, valdría la pena volver a la sabiduría del tlamatini, pues: “Gracias a él la gente humaniza su querer… Conforta el corazón, conforta a la gente, ayuda, remedia, a todos cura”. 

*Profesor del plantel Sur

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