Los de Abajo1

"Los de abajo" forma parte de la colección Textos en Rotación

Narra las vivencias de un grupo rebelde durante la lucha armada

"Los de abajo" forma parte de la colección Textos en Rotación
Narra las vivencias de un grupo rebelde durante la lucha armada

La novela Los de abajo, del escritor Mariano Azuela, forma parte de los títulos de la colección de Textos en Rotación, en ella se narran las vivencias de un grupo rebelde durante la Revolución Mexicana y la historia comienza cuando los federales llegan a la casa de Demetrio Macías, quien es un líder y quieren propasarse con su mujer, cuando se aparece ante ellos, el asunto parece calmarse, pero en cuanto salen hacia las montañas observan a lo lejos su casa incendiarse.

El título de la novela se menciona en la expresión: “¡A los de abajo, a los de abajo!”, la cual exclama el personaje principal, Demetrio Macías, al ordenar a sus hombres abrir fuego contra los federales que se encontraban en el fondo de un peñasco. Sin embargo, la frase también podría referirse al estrato social del grupo rebelde, los que menos poseen.

La trama gira en torno a la vida que lleva el grupo rebelde comandado por Demetrio, sus enfrentamientos con los federales que se dan en la sierra, lugar que ellos conocen bien y les da la ventaja para emboscarlos y vencerlos, aunque los superen, por mucho, en número.

Entre las malezas de la sierra duermen veinticinco hombres de Demetrio Macías, hasta que la señal del cuerno los hace despertar. Anastasio Montañés, El Manteca. La Codorniz, Meco, Pancracio, Serapio, Antonio, Venancio, son algunos de los nombres de los revolucionarios.

De acuerdo con el argumento, al  principio, el movimiento armado encontraba la simpatía del pueblo, por lo que los civiles apoyaban al grupo:

“¡Dios los ayude y los lleve por buen camino!… Ahora van ustedes; mañana correremos también nosotros, perseguidos por estos condenados del gobierno, que nos han declarado guerra a muerte a todos los pobres; que nos roban nuestros puercos, nuestras gallinas y hasta el maicito que tenemos para comer; que queman nuestras casas y se llevan nuestras mujeres, y que, por fin, donde dan con uno, allí lo acaban como si fuera perro del mal”.

Sin embargo, al paso del tiempo y tras varios atropellos, la situación cambió.

El personaje de Luis Cervantes, estudiante de medicina y periodista, se les une y se convierte en amigo-consejero del líder; Luis estuvo en la tropa de federales y escuchó testimonios, muchos comparten su odio por federales y él también lo compartía, pero al llegar con ellos, piensa, en vez de recibirle con los brazos abiertos lo mantienen prisionero.

“¿En dónde están esos hombres admirablemente armados y montados? ¡Bah! Una veintena de encuerados y piojosos, habiendo quien cabalgara en una yegua decrépita. ¿Sería verdad lo que la prensa del gobierno y él mismo habían asegurado, que los llamados revolucionarios no eran sino bandidos agrupados ahora con un magnífico pretexto para saciar su sed de oro y de sangre? Como quisieran llamarles, ellos iban a derrocar al gobierno; el mañana les pertenecía; había que estar, pues, con ellos, sólo con ellos”.

Villa aparece en la historia como el indomable señor de la sierra, el bandido providencia, que roba a los ricos para hacer ricos a los pobres. Al repartir el botín del saqueo a un cacique, Cervantes le dice a Demetrio que deben aprovechar el momento y ver hacia adelante, porque aunque vayan con Carranza, Villa o con cualquier otro de los jefes principales y les hablarán de su familia, le responderían con un puntapié…

El grupo rebelde recibe la orden de ir a Jalisco a perseguir orozquistas, luego parte a Aguascalientes para que Demetrio dé su voto por la Presidencia de la República, y en este punto se encontrará con el general Natera. Al llegar, como es su costumbre, el grupo comete abusos y causa destrozos.

Pasa el tiempo y el movimiento armado se desvanece, por lo que algunos miembros, como Luis, se retiran con su parte del botín obtenido por los saqueos. Quienes quedan en la tropa le cuestionan a Demetrio qué caso tiene seguir en la pelea si Villa ha sido derrotado.

Como respuesta, les revela que tiene órdenes de parar a unos carranclanes. Al recibir una carta de Cervantes, Anastasio Montañés asegura:

“¡Este curro de veras que la supo hacer! Porque lo que yo no podré hacerme entrar en la cabeza eso de que tengamos que seguir peleando… ¿Pos no acabamos ya con la Federación?”.

“¡Un desastre! Villa derrotado en Celaya por Obregón. Carranza triunfando por todas partes. ¡Nosotros arruinados! El gesto de Valderrama fue desdeñoso y solemne como de emperador: ¿Villa?… ¿Obregón?… ¿Carranza?… ¡X… Y… Z…! ¿Qué se me da a mí?…”

En la parte final de la novela, Mariano Azuela describe cómo los  soldados caminan por el abrupto peñascal contagiados de la alegría de la mañana. No obstante, ninguno piensa en la artera bala que puede estar esperándolos  más adelante, por lo que cuando comienza un tiroteo ni siquiera se sorprenden. El enemigo escondido desgrana sus ametralladoras y los hombres de Demetrio caen como espigas cortadas por la hoz.

El general derrama lágrimas de rabia y de dolor cuando Anastasio resbala lentamente de su caballo sin exhalar una queja; Venancio cae a su lado con el pecho horriblemente abierto por la ametralladora y El Meco se desbarranca y rueda al fondo del abismo. De repente se encuentra solo, para al final morir con el fusil en la mano.

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