Sor Juana Inés de la Cruz fue sumamente adelantada en el tiempo que le tocó vivir. Ella se abrió paso, luchó y se retó para dar todo en el ámbito cultural. En este momento, las mujeres merecemos y estamos obligadas a abrir espacios y desarrollarnos en todos los campos profesionales, así lo consideró María Isabel Solorza Luna, académica ganadora del Reconocimiento que enaltece la vida y obra de la Décima musa.
“El Reconocimiento Sor Juana Inés de la Cruz es un gran orgullo y me siento sumamente agradecida con las autoridades universitarias, ya que reconocen el trabajo diario por 44 años en el CCH, de donde soy egresada de la segunda generación y he pasado prácticamente dos tercios de mi vida”, resaltó la profesora del plantel Naucalpan, del Área Histórico-Social, donde imparte la materia de Administración I y II.
La profesora afirmó que el legado de la poeta novohispana es un patrón a seguir para las mujeres, “de manera que podamos continuar en la lucha por la igualdad de género y desarrollemos todas nuestras habilidades, sin que ningún tabú nos cierre ningún espacio”.
Indicó que la distinción que otorga la Universidad llega en un buen momento, en particular, porque la labor docente es un reto día a día.
“Después de la pandemia, las generaciones cambiaron; sin embargo, en el aula trato todos los días de ser lo más equitativa posible. Además, busco fomentar que los jóvenes tengan confianza en ellos y se percaten que la toma de decisiones es un factor fundamental para desarrollarse en cualquier profesión”, dijo.
En cuanto al Colegio, destacó que siempre ha sido una institución innovadora, ya que “desde las primeras generaciones fue realmente un desafío. En el CCH todos los días hay un cambio y se tiene que seguir dando, debe continuar por ese camino”.
“La docencia es adictiva”
La docente compartió que no estaba en su plan de vida ser maestra. Un día fue por su hermano al plantel Naucalpan y un maestro le preguntó qué formación tenía, ya que había grupos sin profesor. En ese entonces, ella trabajaba en la iniciativa privada, pero como las clases eran de una hora aceptó dar cátedra a un grupo de 7 a 8 de la mañana y otro en el turno 04.
A partir de ese momento, María Isabel Solorza acudió a dar clases al CCH en la mañana, después a trabajar a la iniciativa privada y por la tarde regresaba al Colegio.
“Siempre he considerado que la docencia es adictiva. El CCH no deja de moverse, todos los días hay cambios, trabajo por hacer, de investigación, colaborativo, y esta dinámica me genera una manera de estar en constante reto”, indicó.
Al referirse a los estudiantes, resaltó que su alegría la revitaliza: “están en un constante aprendizaje y me siento sumamente orgullosa de poder transmitirles conocimiento, además de que también aprendo de ellos. Actualmente, tengo dos alumnos que sus padres fueron también mis estudiantes. Fueron a saludarme y me dio mucho gusto que me recordaran y de lo que aprendieron en mi materia. Me siento feliz al saber que les agradó que fuera maestra de sus hijos”.
Por último, la maestra agradeció el reconocimiento: “da un impulso. Lo dedico a mis hijos, a mis compañeros de trabajo, de los cuales todos los días he aprendido, tengo muchos años trabajando en un grupo interplanteles; para mí el aprender de ellos es sumamente significativo”.
Además, entre sus satisfacciones está que sus alumnos “aprendan algo que en un futuro les será útil; administración es una materia que podría ser compatible a todas las licenciaturas, y eso me genera el reconocimiento diario con quien tengo el mayor compromiso. Sin duda, agradezco a la UNAM y al CCH todo lo que me ha proporcionado durante estas cuatro décadas”, concluyó.