Desarrollo de ambientes protectores

Desarrollo de ambientes protectores

Crea clanes más diversos, inclusivos y empáticos

Desarrollo de ambientes protectores
Crea clanes más diversos, inclusivos y empáticos

Reflexionar desde la perspectiva de género, sobre la emergencia social comunitaria y problemáticas que acontecen en sociedades como la nuestra, donde a pesar de los esfuerzos públicos y sociales no todos los grupos de la población satisfacen sus necesidades sociales como deberían, fue el objetivo de la videoconferencia “Desarrollo de ambientes protectores en el contexto escolar: prevención de la violencia y consumo de sustancias psicoactivas”.

Coordinada por el Instituto para la Atención y Prevención de las Adicciones (IAPA) en la Ciudad de México, la plática corrió a cargo de Leticia Cano Soriano, quien habló de los retos que como sociedad enfrentamos ante situaciones como la pandemia, y otras que generan cuadros de emergencia que afectan el tejido social.

En su opinión, para reparar esos daños se debe trabajar en el ámbito sociofamiliar y comunitario, con sensibilidad ante pérdidas, duelos, precariedades y problemáticas, a fin de poder avanzar en la resignificación de las vidas sociales que se compartan, que sean colectivas, lo mismo desde grupos primarios que en entornos escolares.

Los retos, añadió, son ser resilientes en los espacios socio-escolares, comunitarios y familiares, “reconstruirnos en estos planes de vida como ahora en las nuevas realidades, porque no se trata de regresar igual”.

Tenemos que recuperar entornos de convivencia positiva y colectiva, destacó al hablar de la necesidad de intervenciones preventivas, que tienen que ver con promover, fortalecer y provocar cambios con sentido social y compartido; generar redes sociales de apoyo sostenibles e impulsar el desarrollo comunitario, es decir, espacios seguros, libres de violencia, delincuencia y adicciones.

“Es indispensable -insistió- pensarnos en el tejido social, en estas comunidades resilientes, inclusivas, empáticas, diversas, participativas y colaborativas; en la calidad de vida que se asocia con el bienestar social y es vinculante de componentes como la salud, la economía, el trabajo y la resiliencia”.

Recordó que hay personas, familias o comunidades que, a pesar de vivir y tener situaciones adversas, crecen y se desarrollan de manera saludable y con calidad, lo cual no significa adaptarse o conformarse, supone saltos cualitativos en la acción social”.

En ese sentido, acotó, hay una categoría fundamental que es el tejido socio-escolar comunitario, con varias dimensiones en las que se debe trabajar, no sólo con los niños, niñas o adolescentes, sino en sus entornos, que son sus familias, y las emergencias sociales en las que se desarrollen, como el Covid-19.

Sobre la perspectiva de género, la especialista en Trabajo Social apuntó que no sólo es pensarnos en lo femenino y masculino, sino en los contextos histórico-culturales impuestos en un sistema patriarcal y machista en el que viven muchos países. “Trabajamos desde la inclusión, los roles, las diversidades y cómo en las escuelas de todos los niveles este tema tiene que incorporarse para generar procesos sociales relacionales diferentes; los derechos humanos que son fundamentales, no pueden ser sólo un discurso político o social, sino realmente acompañarnos en defensa de la integridad humana y la vida digna”.

Los grupos primarios como la familia deben ser la principal colectividad que acompañe a los niños y niñas, porque los ven crecer, este es un punto clave para prevenir el consumo de drogas.

Las redes sociales, no Facebook, sino las redes de seres humanos que se construyen a lo largo de nuestras vidas, van a ser fundamentales para nuestro crecimiento y desarrollo, señaló.

El tejido social se ha deteriorado por algo o muchos algos que hemos dejado de hacer, porque no es posible que nuestros entornos estén permeados, sobre todo de violencias, cuando hay muchas fortalezas ancladas en relaciones significativas y con sentido de vida y de pertenencia. 

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