“Caras vemos, corazones no sabemos”, en el sentido de que somos capaces de observar los fenotipos, pero no conocemos a nuestros ancestros más antiguos, pues eso solo es posible a través de los estudios genéticos, afirmó la doctora Guadalupe Andraca Gómez, del Instituto de Ecología de la UNAM, durante la charla “Por la ruta de la variación genética”.
Durante esta plática, que inauguró el 17 de noviembre el ciclo de conferencias “El mensaje oculto del AGCT”, la especialista en evolución aseveró que existen múltiples variaciones físicas entre las especies, incluso dentro de las mismas, por lo que clasificarlos y estudiarlos implica diversos retos.
El primer desafío es el taxonómico, ya que existen entre 10 y 100 millones de especies distintas, muchas de las cuales no han sido catalogadas, lo que hace imposible pretender conocerlas a todas. En segundo lugar, en el aspecto ecológico se deben diferenciarlas morfológicamente, lo que es muy complejo. En tercera instancia, en el plano evolutivo se estudian los procesos que modifican los fenotipos, es decir, se pretende dilucidar cómo evolucionan las especies, ya sea por mutaciones, es decir, errores en la transcripción del ADN, o por selección natural, lo cual puede garantizar la reproducción y la supervivencia.
Sobre los factores que inciden en la evolución y en que las especies propaguen sus modificaciones fenotípicas, la ponente mencionó algunos como el flujo génico, que consiste en el movimiento de las poblaciones a otros lugares donde dejan descendencia, o la deriva génica, que es cuando una población disminuye con la subsecuente pérdida de variantes genéticas; un ejemplo serían especies aisladas en una isla y que se vuelven únicas al no entrar en contacto con otras especies.
Asimismo, Andraca Gómez dijo que, para calcular las variaciones genéticas, se hacen diversos tipos de análisis, muchas veces de naturaleza estadística para clarificar y explicar los cambios en las poblaciones y los individuos.
“Todos estos estudios son muy importantes, pues describen la variación y distribución de las frecuencias alélicas en los grupos, lo que junto con la filogeografía —que explica de forma histórica los principios de la distribución geográfica de las especies—, permite comprender los mecanismos de la evolución”, explicó.
Para profundizar en el tema, la bióloga egresada de la Facultad de Ciencias de la Universidad comentó que también existe la llamada evolución rápida, que es cuando este proceso se acelera por la intervención del ser humano. Un ejemplo es la introducción de especies invasoras, las cuales se salen de control y se vuelven plagas, lo que ocasiona cambios veloces en el entorno.
En este sentido, también están aquellas especies modificadas de manera consciente por el humano, como diversos tipos de cultivos. Además, también afecta el comercio, que rompe barreras biológicas establecidas por muchos siglos, y que han permitido que las especies lleguen de un lado a otro.
