La publicación del artículo “La lucha de los hombres…”, por David French en The New York Times, abre una perspectiva novedosa para enfocar el tema de la masculinidad.
French sostiene que para comprender el estado en el que viven millones de hombres, hay que entender que sufren por una falta de significado y propósito en su vida; él piensa que hay que hacer algo para sacar a millones de hombres del abismo.
Sin embargo, ni la educación familiar ni las escuelas ni la Iglesia han definido con claridad la esfera de la masculinidad y se quedan en las definiciones tradicionales, que consisten en señalar que un varón debe rechazar la pasividad, ser responsable, un líder con fuerza y un hombre que enfrenta los desafíos, lo cual lo conduce a ser dominante.
A pesar de los “gurús” como Andrew Tate o Joe Rogan, incluyendo a Elon Musk, a los cuales French considera como tóxicos porque aconsejan reemplazar la pasividad por una forma frenética de actividad, esto queda teñido de mucho coraje y también resentimiento.
Señala French que los hombres se sienten desmoralizados y eso los lleva a preguntarse “¿por qué los hombres modernos están luchando por su identidad?”.
French cuestiona, junto con David Brooks, cómo llegar a obtener un significado profundo de la existencia y lo vislumbran en el tema de las virtudes; es decir, van más allá de las problemáticas de la perspectiva de género que sólo critica a los varones por ser violentos, suponiendo algunas corrientes que ellos son así por naturaleza.
Brooks va a un nivel más alto al esclarecer el asunto del significado de la existencia para los varones, con lo que llama “material de curación”, que consiste en construir un sentido ético de la existencia.
El problema de la masculinidad se ha querido enfocar apostando por valores clásicos, pero casi toda esa perspectiva tiene que ver con una voluntad de ganar éxito, dinero y mujeres.
Y otro aspecto que habría que enfocar es que la masculinidad sí posee valores positivos, como la gallardía o la valentía.
Explica el autor que la parte del problema del vacío que sufren millones de hombres es que se quedan dentro de la concepción de masculinidad clásica.
La pregunta fundamental sigue siendo: “¿qué es la masculinidad tradicional?”. French cuestiona si hay que seguir en este debate, ya que se llega a atascar la perspectiva en el asunto de empoderar a los varones, pero sin haber salido de esos cajones cerrados de los estereotipos.
French explica que se requiere otro tipo de aproximación al tema de la masculinidad y considera importante el pensar en virtudes universales. Cita a Jeffrey Rosen para sostener una visión filosófica de una moral superior para la vida buena.
El corazón del tema se coloca en lo que significa buscar la felicidad; aunque esta idea ha sido fundamentalmente malentendida, se suele considerar el tema de la felicidad como perseguir el placer, sin embargo, la iluminación de los pensadores clásicos define felicidad como perseguir la virtud, se trata de ser bueno.
Para Rosen, la virtud es un tema que consiste en tener una vida dedicada a aprender y con practicar hábitos que nos conduzcan a ser “maestro de sí mismo/a”.
En este sentido, es posible alejarse de la tan gastada polémica de lo femenino y de lo masculino, pues se trata de que todos podamos llegar a obtener “la maestría de sí”.
Cuando se practica la virtud, se alcanza la felicidad. Según filósofos como Sócrates, Platón y Aristóteles, la virtud tiene que ver con la templanza, la sinceridad, perseguir la verdad, es decir, decir siempre y en todo momento la verdad y, principalmente, ser verdadero con uno mismo. También tiene que ver con la justicia y la valentía, la sabiduría y el amor.
Es necesario entender, dice French, que ninguna de estas virtudes es distintivamente masculina. Las virtudes llevan a los varones a ser buenos hombres, pero también llevan a las mujeres a ser buenas mujeres.
También enfocar el tema de las virtudes podría conducir a los padres de familia y educadores a contemplar la posibilidad de no educar para el éxito, sino con una ética de las virtudes.
Si nuestros jóvenes sienten un vacío y esto los lleva a sentir pánico, lo cual puede conducir a las drogas, es necesario educar en un propósito de perseguir la virtud.
Los padres necesitan educar a sus hijos para ser serenos, para ser honestos, para perseguir la paz.
Señala French que la discusión sobre la masculinidad desvía nuestra atención, que nos desenfoca de una visión más urgente, que consiste en “llenar la totalidad del corazón de nuestros jóvenes, para proveerlos con un propósito infinitamente más satisfactorio”.
Es necesario crear una vida en armonía buscando el bien, lo cual proporciona la felicidad.