Byung-Chul Han, el filósofo coreano, escribe sobre el lujo en ciertas actitudes que se podrían llamar, de alguna manera, etéreas, es decir, delicadas, algo que se piensa que está fuera de este mundo. Se cree así porque no encontramos fácilmente a personas que actúen de forma tan delicada, nos encontramos más bien con violencia y agresión, odio y descontento.
Sin embargo, es necesario pensar las actitudes que describe Byung-Chul Han en las cuales no nos enfocamos en lo negativo, para sí concentrarnos en aspectos armoniosos que nos ayudan a no enfermarnos y no deprimirnos.
Sería necesario, por ejemplo, hablar de erotismo, que no contiene sólo lo sexual, sino que consiste en la armonía del alma y el individuo llena sus días de alegría, de canto, de encuentros personales profundos. Caminar con alguien en el atardecer, platicando de aspectos personales y de vida.
Para construir estos actos más sutiles sería necesario hacer una crítica al activismo desmesurado de nuestra cultura y volver a estados de reposo en los que Byung-Chul Han descubre el ser independiente.
La inactividad de la que habla Han no es una incapacidad para actuar, ésta tiene una lógica especial que nos lleva a entender los actos de amor que conservan una arquitectura, la cual “posee su propio esplendor” (Byung-Chul Han, Vida contemplativa, 2023).
Las formas de reposo o de inactividad resplandecen gentilmente, pues deviene en su forma sacra. También se sitúan en el espacio festivo, son la vitalidad que otorga magia, como que alguien guarde silencio para escucharte, o cuando vemos a una persona sutil que no es capaz de atropellar a su compañero, que no se impone a nadie, y sus gestos son delicados, al grado de que queda encantada el alma de quien la observa; parecería que se fuera a derretir en el movimiento corporal de la persona delicada, cuando habla, en sus ademanes, o pareciera que casi se quiebra, pero no es así. Simplemente, esta persona es transparente y sus gestos y movimientos traslucen su alma, fina y delicada.
Las actitudes delicadas solo pueden surgir si hay reposo, tanto para observar a alguien, así como para dejar que el alma exprese sus sentimientos y emane esa sutileza o delicadeza.
El hecho de experimentar el reposo no significa que estamos en estado ciego o aburrido, pues el reposo hace surgir los estados más profundos del alma, porque se conecta uno con su propia esencia y ahí se descubren estados íntimos que nos develan verdades individuales, y nos impulsan o generan entusiasmo por dejar salir la verdad íntima. Este entusiasmo surge cuando me conozco y me llena de vigor, solo que no me desbordo. Como nace de mi alma, se pueden tornar muchos acontecimientos en sentimientos festivos.
Para el filósofo coreano, el origen de la vida humana aparece con lo festivo en comunidad, y con ello emerge el adorno.
El adorno no solo es un objeto bonito o llamativo, el adorno existe también en los actos delicados, sutiles, aunque tan finos que parecería que la persona flaquea o no tiene fuerza.
Las sociedades y culturas más dinámicas nos han enseñado que lo sutil es debilidad, por lo que considero que se debe ver que en la existencia de lo sutil hay un gran poder.
Observar una persona delicada, con gestos suaves y dulces tiene un gran poder, significa que esa persona está siendo guiada por la intuición, y nos proporciona seguridad de que no nos va a lastimar.
Por ejemplo, a veces se suele entender la timidez de la persona como signo de debilidad, y no siempre es así; puede ser que la timidez sea una señal de sumo poder y seducción, ya que te puede mostrar que ese hombre tímido es incapaz de ser autoritario con una mujer, ¿no es este aspecto un poder espiritual?
El sentido de lujo en las relaciones, del que habla Byung-Chul Han aparece en actos casi etéreos que conllevan un gran potencial del alma. Por ejemplo, la humildad, siendo una cualidad propia de la filosofía, es algo a lo que ya no se le da mucho peso.
El que busca el conocimiento y lo hace en un acto libre, más allá de cualquier condición económica, pertenece a un ámbito libre, de ahí su lujo.
Cuando una persona es humilde, no espera recibir un reconocimiento (porque sabe que la conducta humana es frágil) y no es arrogante a pesar de tener mucho talento, se coloca en el espacio del lujo, existe con un valor inaudito, su animosidad posee una gran potencia y, por lo tanto, es libre, no espera recompensas financieras, ni premios, y vale como todo lo dorado. Lo que surge de su corazón es “oro puro”.
Los actos de lujo requieren la convivencia con nuestros semejantes, para que se conduzcan por los caminos de un profundo valor del espíritu, en los que no nos dañamos, ni agredimos. En lo cotidiano, caminamos por la fuerza de la necesidad, de lo útil, de lo funcional, en cambio, nos elevamos a una existencia, digna, valiosa, cuando los actos son de lujo.
Volviendo a la persona tímida, o humilde, o frágil, ésta no busca recompensa ni utilidad. Por ejemplo, suelen rechazarse a las personas tímidas, pues a veces se cree que un hombre tímido y tierno es débil. Si se supiese mirar a través de sus ojos y observarlo con el corazón, quizá ahí se descubriría a un ser valioso porque no es dominante ni autoritario. Probablemente sea sincero, considerado, transparente, respetuoso. En este sentido, es necesario valorar con otra óptica la fragilidad.