Taurino Marroquín

Taurino Marroquín mejora seguridad en laboratorios

El profesor realiza trabajo experimental con enfoque ecológico

Taurino Marroquín mejora seguridad en laboratorios
El profesor realiza trabajo experimental con enfoque ecológico

Su interés porque el trabajo experimental en los laboratorios de Química del CCH sea práctico, pero sobre todo seguro, llevó al maestro Taurino Marroquín Cristóbal, del plantel Naucalpan, a desarrollar un prototipo que permite reacciones químicas inocuas y rápidas, un invento por el que recibió reconocimiento por parte del Instituto Mexicano de la Propiedad Intelectual (IMPI).

El prototipo fue creado hace unos años para responder al tema de fertilizantes de la asignatura de Química III, que se incluía en el anterior programa, actualmente se conserva en esencia, sólo que bajo otro nombre, explicó en entrevista para hablar de su invento que, tras cuatro años de espera, ya recibió su respectiva patente.

El maestro, con 28 años de trayectoria académica, indicó que éste cuenta con un reactor de descomposición del hidróxido de amonio, al cual se inyecta aire comprimido, que lo descompone en amoniaco y agua.

El amoniaco que se genera se hace reaccionar en hasta cinco procesos químicos. La virtud del prototipo, que en la industria ocurre lo mismo, pero a gran escala, ejemplifica lo que son las cadenas productivas de fertilizantes químicos a partir de materias primas, como es el amoniaco y los ácidos fuertes.

De esta manera, expuso, a partir de él se pueden visualizar dichas cadenas, pero mediante un proceso seguro, sin riesgo para la salud, tanto para quien lo maneja como para los externos, pues los contaminantes se fijan químicamente (se neutralizan), ésta es la línea que tenemos en el CCH, hacer prácticas seguras en un sistema cerrado, subrayó el también jefe de los Laboratorios LACE del Siladin local. 

Recordó que del amoniaco con ácidos fuertes se obtienen al menos cinco tipos de fertilizantes, que son sustancias que tienen un uso importante para la alimentación de las plantas. A nivel de enseñanza es muy práctico, señaló, ya que en un aparato pequeño los estudiantes pueden ver cinco reacciones químicas diferentes.

Contrario a lo que sucedía antes, abundó, “cuando empezaba la reacción química todos teníamos que salir corriendo por la peste del amoniaco, que es terrible, éste fue un motivo por el cual solicitaron el cambio en esta unidad”.

Sin duda, se está dejando un precedente muy importante, pero también es importante cambiar la actitud de trabajar en el laboratorio con sustancias químicas peligrosas, cuando es posible trabajar con aquellas más inocuas. El prototipo, al ser un sistema cerrado, no libera más amoniaco de lo debido y deja trabajar muy bien.

 

Sueño alcanzado

“Se cumplió mi sueño, estoy muy satisfecho y contento porque se haya dado esta posibilidad, creí que alguien ya lo había hecho, pero fue inédito. Ahora, previa consulta, la idea es que cada escuela del bachillerato universitario tenga un ejemplar”. 

Todo en línea con la química verde, es decir, que los procesos no sean peligrosos y que los productos resultantes sirvan para algo, porque en esencia muchas de las prácticas que se hacen en el bachillerato resultan en productos sin otro uso y hay que hacer algo al respecto.

El objetivo es que se haga una buena cultura para nuestros estudiantes, que sepan que todos deben neutralizar sus residuos, ya sea de la casa, industria, escuela, a fin de tener un planeta más limpio; que el país, además de ser uno de los primeros en tener una amplia biodiversidad, tenga también su cuidado, nuestros programas de estudio tienen como meta este impacto en el ambiente.

En el plantel Naucalpan, dijo, los manuales y paquetes didácticos tienen el sello de enfoque ecológico, el tratamiento de residuos y el uso de diagramas de flujo para que previamente capacitemos a los jóvenes en realizar actividades experimentales.

Luego de expresar su confianza en que otros maestros sigan sus pasos, puso énfasis en que los profesores “tenemos la misión de que nuestros estudiantes se involucren, conozcan y actúen en la búsqueda de soluciones para problemas como la sobreexplotación de recursos naturales. Lo que deseo es que los estudiantes se lleven una cultura del cuidado a la salud y del ambiente”.

En su opinión, “la ciencia y la tecnología van de la mano, nacen en las escuelas y facultades, y por qué no, desde el bachillerato. Si no compartimos nuestros conocimientos no dejaremos huella. Lo importante es que como académicos generemos esa cultura, así como vocaciones científicas en nuestros estudiantes”, concluyó.

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