La pandemia por Covid-19 cambió las rutinas académicas de todos, pero para los alumnos originarios de comunidades indígenas continuar con sus clases en línea fue mucho más complicado. El 14 de marzo de 2020, el Colegio cerró sus puertas y muchos alumnos regresaron a casa de manera “temporal”, sin imaginar el tiempo que se prolongaría ni los problemas que les ocasionaría.
Tal es el caso de Lizbeth Bautista Cecilio, originaria de Dotegiare, una comunidad indígena mazahua en el municipio de San Felipe del Progreso, Estado de México, quien al principio tomó la contingencia como vacaciones, pero cuando les empezaron a informar sobre qué plataformas debían utilizar para estudiar y cómo sería la nueva forma de evaluar, se dio cuenta de que el encierro no iba a durar poco.
De acuerdo con Bautista Cecilio, en la comunidad las cosas se empezaron a complicar porque muchas personas que trabajaban en la Ciudad de México tuvieron que regresar. “Noté mucha preocupación, no sabían cómo sería su sustento sin trabajo y sin poder salir del pueblo”.
También se percató de lo complicado que era para muchos de sus compañeros seguir en línea. “Unos porque no contaban con una computadora o una laptop, algunos porque no tenían internet en casa y en otros hogares no había ni una cosa ni la otra”.
Afortunadamente, dijo, el Colegio los apoyó para que pudieran conectarse a internet sin pagar y les dio tabletas con datos y libros que se podían consultar en línea. “Pensé mucho en mis amigos de Dotegiare y entendí por qué hubo tanta deserción en las escuelas. Con todo, hubo quienes siguieron estudiando y los admiro mucho”, compartió Bautista.
Luego de contar el drama que se vivió en su comunidad, donde hubo un alto índice de contagios, unos porque no creían en el Covid-19 y otros porque simplemente tenían que salir para subsistir, la alumna relató cómo de lo malo aprendió a sacar lo mejor, y gracias a las facilidades tecnológicas que le brindó el CCH, pudo abrir una página en Facebook para informar a los habitantes de Dotegiare sobre lo que estaba pasando y lo que podía venir después.
“En la opción técnica de Protección Civil aprendí que todos debemos estar informados, no sólo sobre lo que estamos pasando, sino también para prepararnos en caso de un desastre natural; compartió Lizbeth, joven de 17 años que cursa el sexto semestre en Naucalpan, y tiene promedio de 9.45, con el que cultiva el sueño de “estudiar la carrera de Medicina para ayudar a los enfermos en mi comunidad, Dotegiare, que significa “donde primero sale el sol”.