Un tributo al terror que provoca la primera lectura de sus cuentos y poemas. Un homenaje al célebre autor de El corazón delator. Eso es el libro Edgar Allan Poe y la “Literatura fantástica mexicana 1859-1922”, que Sergio Hernández Roura presentó a través de la página de Facebook del CCH.
Durante la presentación virtual, el doctor en Teoría de la Literatura por la Universidad Autónoma de Barcelona describió su acercamiento al autor estadunidense nacido en 1809 y fallecido en 1849: “Quienes nos declaramos sus fans, no podemos sustraernos de la fascinación que nos causa la primera lectura. En mi caso fue a través de una edición muy bonita del sello Nauta, publicada en Barcelona con ilustraciones increíbles de Ramón Calsina Baró; muy caricaturescas y grotescas en algunos casos”.
Hernández Roura prosiguió: “Me fascinó El gato negro, luego leí El pozo y El péndulo. Me atrapó su vertiente terrorífica, su manera de diseccionar y describir la mente enferma, la psique que está ubicada al borde del abismo, la manera en que logra meter la mano en la oscuridad y traernos esos momentos tan inquietantes, sus encantadoras mujeres que me parecían tan etéreas, como me imaginaba que sería La llorona. Ahí fue donde comenzó mi interés por Poe”.
En la presentación del libro participó el escritor y académico Vicente Quirarte, quien afirmó que Poe “es una magnífica iniciación a la lectura, porque sigue siendo un gran provocador. Los jóvenes que se dedican a su obra ya no se desprenden nunca de ella, porque es una adicción necesaria. El libro que forma parte de este pretexto fue la tesis doctoral de Sergio, del doble de páginas del libro y donde él logró llevar la literatura fantástica a niveles de excelencia”.
Quirarte, doctor en Literatura Mexicana por la UNAM, mencionó que los gatos negros siempre se asocian con la brujería, con las tinieblas o con la oscuridad: “Este cuento, profundamente realista, con una pequeña luz que nos permite seguir en el terreno de lo fantástico, es brutal; fundamentalmente se registra el enfrentamiento del hombre con sus propias violencias, con sus yo interiores, con el alcoholismo. Cuando los lectores nos asomamos a los cuentos de Poe nos encontramos con nuestros propios fantasmas y demonios. Uno puede preguntarse por qué, si la pesadilla tangible está afuera, para qué ir a buscar más tinieblas. Yo creo en lo que se dice: el horror es una forma de purificación”.
Hernández Roura, quien obtuvo mención honorífica en Cuento Fantástico y de Ciencia Ficción en 2007, señaló que Edgar Allan Poe permite, con su obra, que los lectores “sean partícipes de experiencias que todo mundo ha imaginado en alguna ocasión, pero que pocas personas se atreven a realizar, como matar a alguien sólo porque sí; cuántas veces nos topamos con alguien que nos resulta particularmente odioso o molesto, y pensamos ‘yo lo destruiría fácilmente’. Poe nos acerca a las oscuridades que hay en sus personajes, nos permite asomarnos a sus mentes”.
Por su parte, Vicente Quirarte, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, afirmó que “en una sociedad tan conservadora, hipócrita, como la norteamericana, Poe fue un escritor extraño para su país. Logró la gloria e inmortalidad que no tuvo en vida. Su existencia fue desdichada. Se casó con su prima Virginia de 13 años, quien murió muy joven; su relación amorosa siempre fue difícil. Era como Beethoven: atraía a las mujeres, pero no podían mantener una relación, ni querían. Son seres que nacen para estar solos o en compañía de sus lectores”.
Asimismo, resaltó que la influencia de Poe no sólo se da por su vida o fama: “Si examinamos recientes investigaciones, él podía dejar de beber por mucho tiempo y era extremadamente productivo y lúcido. A él le debemos no sólo la exploración de las tinieblas, sino la invención del género policiaco, la criptografía en el cuento El escarabajo de oro, así como muchísimas meditaciones en torno al cuento, al ensayo, a la filosofía. Su trilogía brevedad, intensidad y efecto es plenamente vigente para el cuento en nuestros días”.
Los investigadores respondieron a varios cuestionamientos del público, como la obra del Edgar Allan llevada al cine, su inclusión en el rock, explicaron la diferencia entre literatura maravillosa o de fantasía y literatura fantástica e incluyeron algunos autores mexicanos representativos de esta corriente literaria, como Amado Nervo, José López Portillo y Rojas, así como Laura Méndez de Cuenca.
