Farsa familiar ante el espejo

Mi vida no tan secreta

J.M. Servín entrega a los lectores su obra más personal

Mi vida no tan secreta
J.M. Servín entrega a los lectores su obra más personal

Hay quien asegura que la infancia es destino. Acaso sea una afirmación demasiado estricta y no da espacio para ninguna otra posibilidad, ni en un presente inmediato, mucho menos a futuro lejano.

Lo anterior entra en el terreno del debate, aunque para el mundo de la ficción es un gran tema literario. Hablar de la infancia, entonces, sí impone una afirmación: forjar una estructura mental y una serie de condicionamientos.

En Mi vida no tan secreta (Random House, 2022), J.M. Servín entrama una serie de hilos que tiene un nudo común, la niñez del autor con su familia y su entorno social.

Más como una autoficción, es decir, una obra que está dentro de la realidad moldeada, Servín da cuenta de la vida de Lucio, un patriarca fallido en sus sueños de grandeza, y de sus hijos Chispa y Cartucho, que supone un espejo en el cual el escritor refleja la pobreza, la pasión literaria y el desasosiego de una familia, que son el contrapunto de la familia amorosa y bella que sólo se recrea en el sueño de los personajes.

La Ciudad de México, específicamente la delegación Iztacalco, es el centro de este devenir del niño y adolescente temeroso primero, a un remedo de redactor y luego a un escritor.

 

Dice Servín:

El miedo me impedía hacerme cargo de mí mismo, tomar decisiones trascendentales, aceptar responsabilidades, mandar todo a la mierda y empezar de cero en un mundo de carencias, violento, desigual, donde nunca nadie me pedía mi opinión para nada.

 

Las marcadas diferencias sociales, el consumo de alcohol y las drogas, el comienzo en la lectura y, posteriormente, en la escritura; los primeros empleos en el universo de las redacciones periodísticas, la confrontación con su padre, con sus hermanos, las muchas caídas en las adicciones, entre otros temas, son amalgama de una obra en prosa periodística.

El arco dramático de Mi vida no tan secreta atraviesa de los años 50 a finales del salinato, travesía que no es en línea recta, sino que coquetea entre el lupanar y la casa familiar, entre la prosa y el grito.

De su propia obra, Servín opina:

 

Esto es una novela de no ficción escrita bajo digresiones, tropiezos y dudas. No es una autobiografía, sólo recupero una parte de mi historia familiar. Reconstruí ciertos pasajes de mi anecdotario personal que descartan cualquier atisbo de “objetividad” o rigor historiográfico. Enturbiar o embellecer lo que reconozco como memoria, puede resultar agotador, imposible. Una farsa.

 

Este epistolario imaginado, pero no por ello falso, es, además, la historia de una familia hecha de verdades sutiles.

Sin duda, la obra más personal de Servín: Mi vida no secreta, viene a robustecer la ya de por sí musculosa suma de libros que se encargan de declarar confesiones no pedidas o verdades a medias o mentiras muy auténticas.

Para los alumnos del Colegio de Ciencias y Humanidades, esta obra es un muestrario de un género de la literatura que se halla en medio del diario y la novela, entre la confesión y el imaginario.

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