Inclusión, asignatura pendiente

A todos nos atañe, coinciden

Proponen dar lenguaje de señas a los cecehacheros

A todos nos atañe, coinciden
Proponen dar lenguaje de señas a los cecehacheros

Acabar con los estigmas y estereotipos que como sociedad nos hacen excluir a las personas por diferentes circunstancias es tarea de todos, porque incluso las personas afectadas pueden ayudar a construir espacios inclusivos, aseguró Claudia L. Peña, titular de la Unidad de Atención para Personas con Discapacidad (UNAPDI).

En el marco de las Jornadas de sensibilización e igualdad de género en el CCH, Peña ofreció las conferencias “Inclusión con perspectiva de género” y “¿Cómo ejercemos plenamente nuestras capacidades con equidad en espacios universitarios?”, en las que invitó a los cecehacheros a reflexionar hasta qué punto están permeados por una cultura de la exclusión y, sobre todo, a buscar la manera de romper con ella.

En la primera de sus charlas, Peña definió algunos términos vitales para la comprensión del tema, entre ellos: diversidad, que se refiere a variedad, a abundancia de cosas diferentes, y discapacidad, que “resulta de la interacción entre las personas con deficiencias y las barreras debidas a la actitud discriminatoria y al entorno físico, que evitan su participación plena y efectiva en la sociedad en condiciones de igualdad”.

En cuanto a las barreas físicas, dijo, se trabaja en estructuras incluyentes, como las rampas, lugares específicos de estacionamiento, servicios para atender en sillas de ruedas, etcétera.

Pero en cuanto a la actitud, hay que empezar por reconocer estigmas y estereotipos que sustentan los comportamientos discriminatorios y que generalmente aprendemos desde el hogar, algunas veces incluso de manera involuntaria, pero que igualmente ayudan a perpetuar un estado de exclusión, por ejemplo, cuando decimos frases como “Se fue como las chachas” o “Trabajo como negro para vivir como blanco”.

Son expresiones, acotó, que se han normalizado y que validan, en este caso, la inferioridad de las trabajadoras domésticas y de las personas de color. En ese sentido, criticó el papel de los medios de comunicación, que han sido vitales en la creación de estigmas y la validación de los estereotipos que sustentan la discriminación.

En la misma sesión, presentó gráficas sobre la prevalencia de discriminación en las que 56.5 por ciento de hombres y 51.3 de mujeres mayores de 18 años se han sentido discriminados por su apariencia en el último año. El 32.3 por ciento de mujeres y 24.8 por ciento de hombres lo han hecho por sus creencias religiosas; 29.5 y 5.5 por razones de sexo y 25.9 y 26.9 por edad; 17.7 y 21.7 por el lugar en el que habitan; 16.7 y 27.7 por su manera de hablar; 16.7 y 27.7 por su clase social, y 3.7 y 2.8 por su orientación sexual, siendo las mujeres quienes más padecen de discriminación.

La solución, dijo, está en todos porque incluso las personas discriminadas tienen que participar e involucrarse en un cambio de mentalidad, y puso como ejemplo a un chico con problemas de audición, que debe expresarse y dar a conocer su problema,  para, así, juntos eliminar la barrera que lo tiene en desventaja y pueda desarrollarse como cualquier otra persona.

Es lamentable, dijo, que menos de 10 de cada 100 estudiantes con alguna capacidad diferente llegue a la Educación Superior, ojalá que así como se impulsó la maestría de igualdad, se hiciera con la lengua de señas para cecehacheros, incluidos los maestros, que tendrían que saberla para ejercer su profesión.

En su segunda charla, además de retomar los mismos términos y gráficas, la maestra Peña hizo énfasis en cómo puede la  comunidad cecehachera revertir esa construcción excluyente, por ejemplo, dijo, adoptando un poco la actitud del maestro que, igual que el médico, no debe discriminar. Entonces, “podrían empezar por el respeto, porque todos tenemos ideas diferentes y escucharnos también nos hace crecer”.

Luego de asegurar que no existen recetas para tratar a los demás, recordó que el de la inclusión es un proceso difícil que comienza desde la sinceridad. Como sociedad, expuso, estamos condicionados a los prejuicios, pero toca analizarnos y acompañarnos para poder reflexionar y ser propositivos para alcanzar una apertura en la diversidad.

Durante la mesa, la maestra Hassibi Romero recordó que entre más crece la diversidad mayores son las necesidades de inclusión. 

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