El primer año de actividades de los planteles Azcapotzalco, Naucalpan y Vallejo del CCH, a cargo de los directores Manuel Guerra Tejeda, Ignacio Renero Ambros y José Vitelio García Maldonado, fue de intensa tarea académica ejercida por 450 profesores de las cuatro áreas de estudio en cuatro turnos, quienes impartieron las asignaturas de primer y segundo semestres a más de 15 mil alumnos.
Los salones de clase, laboratorios de experimentación y las bibliotecas de las escuelas eran recintos efervescentes de conocimientos, desarrollo e implementación de investigaciones y prácticas, así como de apasionadas discusiones y reflexiones sociales por diversos sucesos políticos, económicos y juveniles sucedidos ese año.
Como el ocurrido el 10 de junio, cuando estudiantes universitarios de Nuevo León y el entonces Distrito Federal, al manifestarse, fueron atacados con armas blancas y de fuego por un grupo de choque paramilitar, hecho que se conoció como La matanza de Jueves de Corpus o El halconazo, y que abrió de nuevo las heridas y el temor de lo ocurrido en el movimiento del 68.
De este último hecho comenzaba a saberse más en el libro La noche de Tlatelolco. Testimonios de historia oral, de Elena Poniatowska, que comenzó a circular ese año y que cobró mayor interés tras la liberación, en diciembre, de los últimos 20 presos políticos encarcelados a raíz de lo sucedido.
Fuera de las aulas de clase, los temas entre los jóvenes giraban entorno a que el San Luis se había coronado campeón de la segunda temporada de futbol, tras derrotar al Zamora en el Estadio Azteca; y que, en el mismo coloso, se llevó a cabo la segunda edición del Mundial femenil, donde las mexicanas lograron la segunda posición, al ser superadas por sus similares danesas 3-0.
Mientras que para el gobierno de Luis Echeverría era motivo de orgullo la creación de las Bodegas Rurales Conasupo y su intervención en la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas, por ser el primer mandatario mexicano en participar.
En esos años, con la asistencia de más de 200 mil jóvenes, se llevó a cabo en septiembre el festival de rock en Avándaro, situación que reprobó el gobierno y escandalizó a la sociedad, por el “desenfrenado comportamiento de los asistentes, quienes entre otras inmoralidades consumieron alucinógenos o mostraron los senos”.
El segundo día de clases, martes 13 de abril, a las 16:45 horas, el plantel Vallejo fue invadido por una pandilla de porros, quienes armados con cuchillos y pistolas les quitaron a los alumnos sus pertenencias; después se metieron al Área de Historia, donde se encontraba el profesor Javier Palencia, quien les hizo frente con otros maestros. Él salió con un ojo morado y las invasiones ocurrieron todo el año, narró Efraín Gayosso Gómez, de Ciencias Experimentales.
Y, ¿cómo nos vamos a tratar, de tú o de usted?, preguntaban los alumnos al comenzar las clases. “Los más impetuosos e innovadores me tutearon y ni ellos ni yo nos faltábamos al respeto”. Además, abordamos temas libres y de interés general de la “intelequia del saber sabihondo”, que no fueran aburridos, y “nos volvimos atrevidos, porque hablamos de sexo, drogadicción o alcoholismo, sin ser frívolos”, explicó en detalle, Jaime Rodolfo Delgado Mazón, de Talleres, de Vallejo.
Por su parte, Francisco Javier Corona Vázquez, de Matemáticas en Azcapotzalco, refirió que “las asambleas de profesores me permitieron entender que es posible cambiar las cosas para el bien colectivo, que no existe gente iluminada, sino que la luz proviene de todos”. Además, realizaron los primeros programas de Matemáticas I a IV, “para transmitir a los nuevos maestros la innovadora idea del CCH, para los cursos de 1972”.
Mario Chew Barranco, de Ciencias Experimentales, de Azcapotzalco, recordó que “en febrero hacía mucho calor, se metía el polvo a los salones y en ocasiones cortaban la luz eléctrica; por la noche utilizamos velas y mecheros para continuar las clases. También los alumnos hacían bromas como fijar un billete de cinco pesos a un hilo, lo dejaban tirado en el pasillo y cuando el maestro lo iba a tomar, lo jalaban y esto causaba mucha pena al profesor”.