A lo largo de la historia de la humanidad las mujeres han sufrido discriminación y violencia, la cual se ha encrudecido hasta llegar al feminicidio. También es cierto que desde siempre las mujeres han generado espacios de resistencia para exigir y hacer valer sus derechos.
Ejemplo de ello, podemos encontrarlo en mujeres como Safo de Lesbos, Hipatía de Alejandría, Christine de Pizan, Olimpia de Gouges, Rosa Parks, Angela Davis, entre muchas más.
Estas mujeres que han levantado la voz, han cuestionado de manera profunda y reflexiva su condición de ser mujer; cada una observó, desde su horizonte histórico, que las mujeres han sido consideras como seres inferiores, sin voz, ni derechos, en muchos casos como objetos que pueden ser utilizados, cambiados, olvidados y desechados.
El feminismo es la respuesta social, teórica y política de las mujeres ante la desigualdad y violencia ejercida, históricamente, sobre ellas. El feminismo busca generar las condiciones sociales, económicas, políticas y culturales de igualdad de derechos entre hombres y mujeres.
El feminismo es un movimiento social porque está conformado, principalmente, por mujeres organizadas que buscan generar cambios significativos dentro de las formas de comportamiento de la sociedad. Asimismo, es una teoría política al desarrollar una propuesta de carácter ético-político de cómo debería ser una sociedad más justa e igualitaria.
También es importante señalar que el feminismo ha propiciado el desarrollo de una cultura que busca erradicar la violencia, la intolerancia y los abusos no sólo hacia las mujeres, sino también hacia cualquier disidencia sexogenérica, en pro de un mundo más humano.
Es desde esta veta cultural del feminismo que debemos hablar de la sororidad. La sororidad es un término que diversas feministas y pensadoras comenzaron a utilizar en la década de los años setenta.
Kate Millet, en su libro Política Sexual, hacía uso de la palabra inglesa “sisterhood”. Años después será la mexicana Marcela Lagarde quien utilizaría la palabra “sororidad”.
La sororidad es un término que deriva del latín “sor” y que podemos entender como la hermandad o el apoyo mutuo entre mujeres.
El uso del concepto sororidad busca hacer visible el hecho de que todas las mujeres se perciban como iguales, alejadas de las rivalidades que el sistema patriarcal ha generado entre ellas.
No es ningún secreto que el sistema patriarcal y la cultura machista durante siglos ha logrado mantener a las mujeres en una enemistad y rivalidad que parece ser eterna. Esa rivalidad se manifiesta en comportamientos de abuso de poder y violencia entre mujeres.
Nos encontramos en un sistema de competencia, para ver qué mujer es más bella, más complaciente o eficiente, de tal manera que el valor de cada mujer se mide en relación con el valor de otra.
“Valgo más si tú eres o vales menos”, por ello nos atrevemos a juzgar el cuerpo de otras, la vida y comportamiento de las demás. El sistema patriarcal nos ha hecho creer que la mayor amenaza de una mujer es otra mujer.
En ese sentido, la sororidad se convierte en una herramienta de empoderamiento personal y colectivo, es una estrategia de supervivencia, visibilización y resistencia que busca construir relaciones positivas entre mujeres a partir de la escucha activa, la empatía y el apoyo mutuo.
Sororidad es la palabra que evoca a todas aquellas mujeres que han sido hermanas, amigas, compañeras, colegas, guías, madres, hijas; nos recuerda a todas aquellas que cuidan, curan, protegen, enseñan, sostienen, apoyan y son luz para otras mujeres en un pacto mutuo de hermandad y respeto.
La sororidad, en palabras de Marcela Lagarde, es sumar y crear vínculos. Asumir que cada una (de las mujeres) es un eslabón de encuentro con muchas otras. *Profesora del plantel Oriente.
Lagarde M. (2006) Pacto entre mujeres. Sororidad. Recuperado de https://www.asociacionag.org.ar/pdfaportes/25/09.pdf
