Asesinato. El doble crimen de los Flores Muñoz, de Vicente Leñero, se convirtió muy pronto en un libro de cabecera para quienes nos dedicamos al periodismo en México, sobre todo en aquel género híbrido que combinaba la literatura con la redacción, es decir, el reportaje.
Lo que escribe Leñero en estas páginas es más periodismo que ficción, aunque no falta ese toque de especulación e imaginario tan dado de la narrativa literaria. Considero que este es uno de sus trabajos más logrados, pues también es un recorrido por el México de la política y la socialité.
La historia podría ser resumida en unas cuantas palabras: la pareja compuesta por Gilberto Flores Muñoz y Asunción Izquierdo es asesinada de la manera más agresiva y sádica: se atestigua que un machete estaba en la cabeza de uno y otro machete en los genitales de la otra.
A partir de ese descubrimiento, se comienzan a tejer los hilos para descubrir quién o quiénes serían los responsables del asesinato. Flores Muñoz, en ese momento director de la Comisión Nacional de la Industria Azucarera y también ex gobernador de Nayarit, había generado enemigos, por lo que las posibilidades eran muchas.
Por su parte, Asunción Izquierdo era una escritora, quien publicaba bajo el pseudónimo de Ana Mairena, nombre con el que escribió sus dos novelas más importantes: Cena de cenizas y Los extraordinarios, la cual fue finalista, en 1960, del importante Premio Biblioteca Breve, que tres años después ganaría Vicente Leñero con su magnífica obra Los albañiles.
Dentro de la trama, todo se va tejiendo para llegar al autor intelectual y material del crimen, y para sorpresa de todos, propios y extraños: Gilberto Flores Alavez, nieto de la pareja. Las autoridades iniciaron las indagatorias y siguieron el hilo que los condujo al momento de los hechos, así como a los móviles del “presunto” autor.
Lo que pareciera ser una novela policiaca dejó claro que una vez más la realidad supera a la ficción, pues pocos lograban dar crédito al hecho que el delicado, intelectual y afeminado nieto pudiera empuñar un machete y levantarlo en contra de sus abuelos.
Lo que logra Leñero con perfección milimétrica es no dejar cabo suelto, pues pasa de las noticias y crónicas de diversos medios respecto al suceso: La Prensa, Excélsior, El Universal, para construir un reportaje bien documentado, pero que permitía el espacio para la duda, para que el lector formulara su propia hipótesis con respecto al asesinato.
Que nombrara la obra Asesinato en sí mismo es un enorme acierto: con el pulso del periodista, Leñero sabía que un nombre corto, directo y que englobara todo lo ocurrido era lo necesario para llamar la atención del lector.
Publicado por la vieja Plaza & Janes, Asesinato es un reportaje de los que hoy siguen haciendo falta (aunque han mudado del libro a la pantalla de streaming, y ahí está Vaquero de medianoche, por ejemplo, para mostrar otra manera de hacer reportaje en video).
Considero que lo más flaco de este libro es el espacio que dedica a los personajes asesinados, pues va construyendo no el perfil de un personaje (como sí hace cuando escribe sobre el nieto), sino que sólo es un largo currículum de dos personalidades, en cierta medida, aburridas y dedicadas a los usos y costumbres de las clases poderosas del país.
Sí, quizá, el más turbio de ambos es el abuelo, Gilberto Flores Muñoz, sobre todo su paso como gobernador de Nayarit.
Por otro lado, lo más grato de este libro es la crónica de los días, de los hechos, la construcción del expediente de un asesino, sus motivaciones, las carencias, su aparente homosexualidad, lo que da un morbo especial a esta sabrosa concatenación de hechos.
Para los alumnos del Colegio de Ciencias y Humanidades sería propicio darse una vuelta por este libro, que forma parte del periodismo moderno en México, escrito con el nerviosismo del reportero, pero la templanza del escritor de novelas negras.
