ira

Imparten taller para cuidar salud mental

Vivir en el enojo afecta la salud física y emocional

Imparten taller para cuidar salud mental
Vivir en el enojo afecta la salud física y emocional

Conocer las características del enojo y reconocer si dicho estado anímico presenta síntomas asociados a la salud mental; además de adquirir habilidades y aprender estrategias para manejar su intensidad y duración. Esos fueron los temas abordados en la cuarta sesión del taller virtual Cuidando mi salud mental: habilidades para el manejo de las emociones ante el contexto de la Covid-19, impartido en el CCH.

En ese sentido, las psicólogas Stephanie Vianey García y Karen Vianey Martínez recomendaron, en primer lugar, “identificar la razón o motivo del enojo, pues eso puede ayudarnos a manejarlo. Conocer las características del malestar, a fin de reconocerlo. Saber si se presentan síntomas asociados a problemas de salud mental. Adquirir habilidades para su manejo y aprender estrategias para manejar su intensidad y duración”.

A lo largo de la vida y en sociedad, “las personas aprenden a manifestar las emociones. El enojo es una de ellas y es en la familia donde se aprende a reaccionar sobre su sentir, ya que las emociones no son heredadas, sino adquiridas”, indicaron. 

Las emociones, subrayaron, “son un proceso psicológico adaptativo que sirven para dar respuestas con actitudes acompañadas de un estado afectivo y de reacción subjetiva al ambiente. El enojo, por definición, es una emoción básica que surge ante las situaciones que son valoradas como injustas o desagradables, además de tener funciones adaptativas, motivacionales y sociales”. 

Entre sus síntomas fisiológicos se encuentran el aumento de la temperatura corporal y de la frecuencia cardiaca, sudoración, tensión muscular, elevada actividad neuronal y muscular.

En cuanto al ámbito cognitivo, está la dificultad de atención o memoria, focalización en el motivo del enojo, pensamientos negativos de defensa y tendencia a creer que el conflicto no se relaciona con nuestro comportamiento; en tanto que, en lo afectivo, destaca la impulsividad, irritabilidad e impaciencia.

Además, es importante conocer que las personas reaccionan ante el enojo de manera reactiva, evitativa, pasiva-agresiva y directa. De no saber cómo controlarlo, advirtieron, “se presentan problemas para relacionarse con los demás y de salud física, dolor de cabeza, problemas digestivos, insomnio, ansiedad, depresión, presión arterial alta, problemas de piel, infarto cardiaco y cerebral”.

Para controlar el malestar, recomendaron practicar ejercicios de respiración, comunicarse de mejor manera con las personas, darse indicaciones para pensar positivamente, distraerse de pensamientos negativos, alejarse del lugar del conflicto y buscar cómo solucionar los problemas cuando se esté tranquilo, “es decir, ¿qué hago para que esta situación no sea mala?”, concluyeron.

Según información pública, la ira, la cólera, la rabia, el enojo o la furia es una emoción que se expresa a través del resentimiento o la irritabilidad. Sus efectos físicos incluyen aumento de la presión sanguínea y de los niveles de adrenalina y noradrenalina. Algunos especialistas ven la ira como parte de la respuesta cerebral de atacar o huir de una amenaza o daño percibido. Se vuelve el sentimiento predominante en el comportamiento cognitivamente y fisiológico cuando una persona toma la decisión consciente de adoptar medidas para detener inmediatamente el comportamiento amenazante de otra fuerza externa.

La salud mental abarca una amplia gama de actividades directa o indirectamente relacionadas con el componente de bienestar mental incluido en la definición de salud que da la Organización Mundial de la Salud (OMS): “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no sólo la ausencia de afecciones o enfermedades”. Está relacionada con la promoción del bienestar, la prevención de trastornos mentales y el tratamiento y rehabilitación de las personas afectadas por dichos trastornos.

La salud mental se incorporó como área de experiencia técnica a la estructura de la Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS) en 1961, con la designación de un especialista mexicano, el doctor Jorge Velasco Alzaga, como asesor regional, en el que permaneció hasta 1964. 

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