Es probable que, cuando se habla de literatura juvenil, la falta de asombro provenga de la continua expansión que en la actualidad tienen las obras, especialmente narrativas, que se anuncian bajo esta rúbrica, al grado de que este fenómeno literario se capta como natural. Sin embargo, es razonable plantear algunas dudas que, no por elementales, se encuentran ya resueltas: ¿qué entendemos cuando hablamos de literatura juvenil?, ¿se trata de un subgénero, de una corriente, de una generación, de un estilo, de unos temas?, ¿a partir de qué época el título de “literatura juvenil” se legitima como una clasificación posible de la literatura?, ¿quiénes son sus representantes más destacados? Como vemos, la caracterización de este orden creativo se encuentra aún en ciernes.

En contrapartida a esta indecisión teórica, las obras de literatura juvenil en nuestro tiempo han proliferado con insistencia y, lo que es más sorprendente, gozan de gran aceptación entre los jóvenes. Gran parte de su éxito se debe, podemos suponer, a que su difusión pasa del libro escrito, objeto de la lectura tradicional, a otros formatos digitales y ámbitos que trascienden lo meramente literario como el cine y los videojuegos. En un terreno más centrado en los destinatarios cabría preguntarse por la efectividad de este corpus discursivo para formar lectores de literatura en general.

En el presente número de Ritmo. Imaginación y crítica las autoras y los autores participantes reflexionan sobre las rutas de la recepción, su posible impronta en la promoción de la lectura y las características que convierten a un texto literario en motivo de apetencia cultural, entre otros asuntos. La fecundidad discursiva en la que se inserta el mundo de los jóvenes, los niños y los no tan jóvenes nos obliga a plantearnos el estatus de esas obras que compiten con otros lenguajes y formatos. En el ámbito educativo las obras escritas para este público comportan un aliado para sus objetivos y quehaceres. Así, este número significa un acercamiento a ese universo, ancho y placentero, que es la literatura juvenil.

Dr. Benjamín Barajas Sánchez

Director General del Colegio de Ciencias y Humanidades