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Temas selectos de Filosofía II

Temas selectos de Filosofía II
Autor(es)
Dante Evaristo Bello Martínez
(Coordinador)

María Gabriela Camacho Ledesma
Víctor Carlos Hurtado Estrada
Ana Claudia Orozco Reséndiz
Viviana Páez Ochoa
Mario Santiago Galindo

Presentación:
Ambrosio Velasco Gómez
Editorial
CCH Ediciones
Organización
Universidad Nacional Autónoma de México

Descripción

La Antología Didáctica de Temas Selectos de Filosofía II del Colegio de Ciencias y Humanidades de la unam es un trabajo colectivo de docentes de la materia para facilitar y guiar la reflexión de los alumnos sobre diversos temas y problemas de Filosofía política. Participan en esta antología las y los profesores Dante Evaristo Bello Martínez, que además de colaborador es coordinador, María Gabriela Camacho Ledesma, Víctor Carlos Hurtado Estrada, Ana Claudia Orozco, Viviana Paéz Ochoa y Mario Santiago Galindo. Se incluyen textos de Platón, Aristóteles, Adolfo Sánchez Vázquez, Norberto Bobbio, Enrique Dussel, Fernando Savater, Macpherson, Leopoldo Zea y también textos originales conformados para esta antología. Las lecturas vienen acompañadas de su respectiva ficha técnica y sinopsis, además de ejercicios auxiliares didácticos de diversos formatos.

Los problemas centrales filosóficos que se tocan en las lecturas versan sobre los siguientes temas de la filosofía política: Relaciones entre filosofía y ciencia política; Teorías y modelos de la democracia, y en particular en países que sometidos a relaciones coloniales como es el caso de México; finalmente la relación entre ciencias, sociedad y política. Más que comentar cada una de las lecturas que se proponen y que en la mayoría de los casos incluyen un resumen o presentación por parte del docente, considero más interesante reflexionar sobre estos temas y ampliar su problemática, procurando enfatizar temas y autores mexicanos, que son tan importantes como autores extranjeros y que tienen presente nuestra realidad nacional.

En referencia al tema de la relación entre ciencia política y filosofía política, a diferencia del texto de Bobbio y más afín con Aristóteles, Adolfo Sánchez Vázquez, Fernando Savater y Enrique Dussel, considero que la separación tajante entre filosofía y ciencia política es un error, pues ni la ciencia política contemporánea carece de valoraciones sobre la realidad y los fenómenos que estudia, ni tampoco la filosofía política prescinde de descripciones empíricas, ni de la explicaciones; incluso propone predicciones de los acontecimientos políticos. La dualidad descriptiva y valorativa tanto de la ciencia como de la filosofía política puede constatarse al revisar cualquier clásico de la filosofía o de la ciencia política, incluso aquellos autores que reivindican el carácter no valorativo y la neutralidad axiológica de la ciencia política.

Para la filosofía política tomemos, por ejemplo, una obra paradigmática: La República de Platón. En el primer libro de la República, Platón confronta la concepción normativa, incluso idealista de la justicia que ofrece Sócrates contra la concepción descriptiva y realista que propone Trasímaco. Sócrates sostiene que la Justicia es un orden social que distribuye derechos y obligaciones de acuerdo a las necesidades (apetitos) y virtudes de cada clase social (trabajadores, guardianes y filósofos), de tal manera que quien tenga derecho exclusivo a gobernar sean los filósofos y quienes tengan el derecho exclusivo de la propiedad privada de los bienes sean los trabajadores. Trasímaco por su parte sostiene que la justicia no es otra cosa sino la obediencia a las leyes y sentencia que en todo lugar se observa, se constata empíricamente que las leyes siempre son impuestas por los más fuertes y poderosos para dominar y explotar al resto de la sociedad. La Justicia, de hecho, no es otra cosa sino la imposición de los intereses de los más fuertes a través de leyes que imponen por la fuerza a la sociedad. Frente a esta oposición de concepciones de la justicia, una normativa e idealista que señala el deber ser y otra descriptiva, empírica y realista que constata cómo es la realidad, Platón opta por integrar lo deseable y lo factible en una dialéctica en constante tensión que, a fin de cuentas, en el libro V de La República, se decanta por lo que es factible y sostiene que es imposible en realidad que los filósofos sean gobernantes y, por lo tanto, se concluye que o bien es imposible la justicia o bien es necesario cambiar el concepto propuesto de justicia para adecuarlo a la realidad. Platón deja planteado este problema sin resolverlo concluyentemente, como sucede en la mayoría de sus diálogos.

Veamos ahora casos paradigmáticos de la ciencia política contemporánea en torno a la democracia. Primeramente, me referiré a los fundadores de teoría de la democracia en el seno de la Ciencia política, en los años posteriores de la Segunda Guerra Mundial. Esta teoría desarrollada inicialmente por los politólogos B. Berelson y P. Lazarfeld se conoce con el nombre de revisionista y éstos autores junto con otros muchos politólogos contemporáneos (incluyendo Sartori e incluso Bobbio) consideran que la teorías clásicas de la democracia como la de Rousseau o John Stuart Mill, que consideran que la virtud cívica de los ciudadanos en una condición indispensable de toda democracia, resultan teorías empíricamente falsas porque en el siglo xx, las democracias realmente existentes, como la de Estados Unidos de Norteamérica y otros estado liberales, lejos de haber virtud cívica, hay una gran apatía en la ciudadanía que, en el mejor de los casos y en un reducido sector, sólo parcialmente participa en las elecciones, sin motivación ni responsabilidad cívica. La conclusión de los politólogos es que hay que cambiar radicalmente la teoría clásica de la democracia para ajustarla a la evidencia empírica que proporcionan los métodos rigurosos de la ciencia política (encuestas, análisis estadísticos, etc.). De esta manera proponen una teoría mínima y procedimental de la democracia, compatible con la apatía política y la falta de virtud cívica, suplidas por “virtudes sistémicas” de las instituciones como sistemas electorales y sistemas de partidos. Con esta conclusión, los politólogos están de hecho justificando regímenes no democráticos, sino más bien autoritarios e inclusive tiránicos, como ha llegado a ser el gobierno de Trump. Así pues, bajo el argumento de rigor metodológico y apego a la evidencia empírica la nueva ciencia política encubre juicios de valor. El carácter inevitablemente valorativo de las ciencias sociales ya había señalado desde principios de siglo por Max Weber y lo que él recomendaba era explicitar estos juicios de valor para hacerlos transparentes y discutirlos.

Compárese la conclusión legitimadora de la ciencia política norteamericana con la posición y argumento de Pablo González Casanova en su ya clásico y magnífico libro La democracia en México, publicado como una severa crítica al autoritarismo mexicano en su momento más álgido, durante el régimen represivo de Gustavo Díaz Ordaz. Pablo González Casanova también comprueba empíricamente con métodos rigurosos que el Estado mexicano no cumple con las características principales de la democracia o liberal o euro-angloamericana, como son la división y equilibrio de poderes, la competencia de partidos políticos a través de elecciones confiables, la vigencia de los derechos civiles y políticos. La autonomía de los municipios, el apego estricto a la legalidad, la alternancia en el poder, etc. Pero en lugar de concluir que la teoría liberal de la democracia es empíricamente falsa, señala que México no es una democracia sino un régimen alarmantemente autoritario y que las elecciones controladas por el partido gobernante (pri) son una farsa para legitimar su poder. De esta manera, utilizando los mismos métodos rigurosos de la ciencia política, Pablo González Casanova crítica al estado mexicano como no democrático a diferencia de los politólogos norteamericanos que justifican el autoritarismo propio de los gobiernos norteamericanos como democrático), según la nueva y estrecha teoría de la democracia construida ad hoc. Queda claro pues que también en la ciencia política hay juicios valorativos de gran trascendencia ya sea para legitimar un régimen y conservarlo o por el contrario para cuestionarlo y transformarlo.

Como conclusión considero que es un error separar la filosofía de la ciencia política como proponen algunos filósofos y politólogos contemporáneos y, más bien, hay que recuperar la integración complementaria entre ambas, como se ha hecho por milenios en las grandes obras de la teoría y el pensamiento político desde Platón y Aristóteles hasta Pablo González Casanova, Luis Villoro y Enrique Dussel.

En cuanto el tema de la democracia, estamos discutiendo uno de los tópicos principales de la antología y conviene ampliar su análisis en una perspectiva histórica más amplia, pues el estudio de la teoría o pensamiento político sea en su vertiente filosófica, científica o mejor aún en la integración de ambas requiere tanto del análisis conceptual, epistemológico, metodológico e histórico.

En la discusión anterior la concepción clásica de la democracia corresponde a la democracia participativa que defienden autores como MacPherson y Dussel, mientras la concepción revisionista de la democracia se asocia aproximadamente a la democracia representativa en su mínima expresión, esto con poco o nulo control ciudadano sobre el representante. Sin embargo, estas variantes de la democracia son derivaciones de un régimen de mayor participación ciudadana incluso en su versión extrema coincide a la democracia directa. Este régimen de activa participación ciudadana que controla tanto la designación y el ejercicio del gobierno corresponde a la república. Hasta principios del siglo xix el término democracia no tenía la connotación positiva que hoy tiene. Más bien, siguiendo a Platón y a Aristóteles, la democracia se asociaba con un régimen de predominio de una clase social, el pueblo, y, por lo tanto, no podía considerarse un régimen justo, pues no procuraba el bien común de todas las clases de la sociedad. El concepto clave que desde la Antigüedad hasta el siglo xviii predomina para referirse a un régimen de gobierno justo y legítimo era el de República, no el de democracia. República proviene de la traducción latina Res publicae, que corresponde al término griego Politeia. República es un estado legítimo, con un gobierno justo, tanto por su origen en la voluntad libre y expresa de la comunidad, como por el ejercicio del poder apegado a leyes que procuren el bien de toda la comunidad, el bien común. La defensa de la república como la única forma justa y legítima de Estado ha dado lugar a una tradición milenaria de pensamiento político: el republicanismo, que a partir del Renacimiento tiene dos versiones diferentes de gran relevancia histórica, no sólo en la filosofía política, sino también en la formación y transformación de los estados modernos, incluidos los procesos de independencia en América y las revoluciones inglesa y francesa.

En la vertiente italiana, Maquiavelo es la gran figura de la tradición republicana. Recordemos que al inicio del El Príncipe, Maquiavelo afirma que todos los estados son repúblicas o principados (monarquías). Maquiavelo hace una tipología de los principados, incluido el principado civil (capítulo ix) que representa un punto medio entre repúblicas y principados, de tal manera que puede pensarse que Maquiavelo propone una escala o espectro continuo entre república en un extremo y principado o monarquía absoluta en el otro. Lo distintivo de la concepción maquiaveliana de la república es que se trata de una forma de gobierno caracterizada por una división y distribución equitativa de poderes que logra un equilibrio entre las clases de los poderosos o nobles y el pueblo, cada uno con sus instituciones representativas, como en la antigua república romana (Senado y tribunos del pueblo), que elaboran leyes justas que convienen a todas las clases sociales. Esta forma de gobierno requiere de una significativa igualdad social y política en la población. Opuesta a esta forma está el principado o monarquía que se caracteriza por una alta concentración del poder en una persona y en el predominio de la fuerza sobre las leyes, así como una gran desigualdad social. Esta tradición republicana tuvo una gran influencia en Inglaterra y después en la independencia de los Estados Unidos de Norteamérica.

Por otra parte, desde el siglo xvi en España y después en Hispanoamérica se desarrolla otra importante tradición republicana en la llamada Escuela de Salamanca, que surge como una crítica radical al proyecto imperial de Carlos v y a la conquista de América ocurrida hace 500 años. En esta tradición se distinguen Francisco de Vitoria, Domingo de Soto y Bartolomé de las Casas y, sobre todo, el más brillante y radical crítico de la Conquista y del imperio español, así como el gran defensor de los pueblos indígenas, fray Alonso de la Veracruz, catedrático fundador de nuestra Universidad en 1553. Esta tradición republicana se mexicanizó durante la dominación colonial como un pensamiento crítico y emancipador y constituyó el fundamento intelectual de la Independencia de México. Los herederos más destacados de esta tradición republicana en nuestro tiempo son Pablo González Casanova, Miguel León Portilla, Luis Villoro, Adolfo Sánchez Vázquez (cuyo texto sobre la violencia forma parte de la presente antología), entre otros grandes filósofos de nuestro tiempo. Estos autores reconocen que la tradición republicana revive hoy en día en los municipios autónomos zapatistas bajo la forma de una democracia comunitaria que se diferencia radicalmente de la democracia liberal representativa.

Se trata de una síntesis de democracia directa deliberativa con cargos honorarios de representación sujetos a control comunitario y rendimiento de cuentas. El principio que siguen estas repúblicas democráticas indígenas es “Mandar obedeciendo”, que es un principio republicano. Se considera muy importante discutir las diferentes formas de democracia representativa, participativa y directa que se analizan en los textos de la asignatura de Filosofía política en el contexto de nuestras propias tradiciones de pensamiento política. Desafortunadamente, como parte del colonialismo intelectual que padecemos, nuestra tradición republicana no se estudia con la importancia y atención que merecen. En este sentido, resulta acertada la introducción de lecturas como la de Sánchez Vázquez y Dussel, autores comprometidos con la democracia republicana y participativa, al mismo tiempo que luchan contra el colonialismo y globalización capitalista, así como el trabajo de Zea que desde una perspectiva más liberal y cercana al Estado mexicano también cuestiona la dependencia y el colonialismo de Latinoamérica.

Finalmente, quiero referirme a otro tema central de la filosofía política que es su relación con las ciencias y la tecnología y se discute, especialmente en el texto de Platón sobre el mito de Prometeo. Sin duda, se trata de un texto de trascendental importancia —tanto en la filosofía política como en la filosofía de la ciencia—, en el que Platón advierte con claridad los riesgos destructivos de la ciencia y la técnica sino se utilizan con un sentido de justicia en beneficio de toda la comunidad política y en general de toda la humanidad. Esta advertencia cobra especial relevancia en el contexto de la Modernidad, donde predomina hasta el presente un racionalismo cientificista que sostiene que las ciencias y sus aplicaciones tecnológicas constituyen el conocimiento por excelencia, el único verdadero y racional, el cual debe ser el fundamento para todo gobierno eficaz. Esta tesis predominante desde el siglo xvii hasta nuestros días la denomino epistemocracia, y ha sido causa de una continua degradación de la sociedad y la naturaleza, pues, como lo advertía Platón en el Protágoras y después Rousseau en su Ensayo sobre las ciencias y as artes, ésta puede ser la peor arma de dominación y destrucción si no se utiliza con un sentido de justicia.

En el siglo xx, grandes filósofos políticos como Habermas, Oakshott, Sánchez Vázquez, Foucault, Marcuse; hermeneutas como Gadamer, filósofos de la ciencia como Neurath, Feyerabend, Kitcher, y filósofos iberoamericanos León Olivé, Broncano, Gómez, Echeverría, Ibarra, Marcos y  Dussel, han señalado al grave error del cientificismo que, como dice Habermas, se ha convertido en una ideología para justificar el capitalismo depredador y al autoritarismo contemporáneo cuyos costos sociales, políticos y ambientales son muy graves.

Felicito el entusiasmo de las y los profesores que elaboraron esta selección de lecturas orientadas a la docencia que incluyen actividades y preguntas para facilitar el aprendizaje y reflexión crítica sobre diferentes filósofos de tiempos y perspectivas muy diversas, que sin duda facilitarán el proceso de enseñanza-aprendizaje de una materia tan importante como es Temas Selectos de Filosofía. Para terminar, ofrezco una bibliografía complementaria de los autores referidos en esta presentación, así como algunos de mis trabajos, donde desarrolló más ampliamente los temas tratados. Finalmente, agradezco a los profesores que por conducto del Dr. Dante Bello me han invitado a escribir esta presentación.

 

Dr. Ambrosio Velasco Gómez

Instituto de Investigaciones Filosóficas (IIF-UNAM)

Año de publicación
2021
ISBN
978-607-30-5243-6
DOI
10.22201/dgcch.9786073052436e.2021

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