En el marco de la quinta Jornada por la Igualdad de Género en el CCH los cecehacheros tuvieron la posibilidad de adentrarse en el estudio de la historia, la relevancia de las imágenes y su papel en la construcción de narrativas. Paulina Pezzat Sánchez, investigadora en este campo, en su charla Descentralizando la historia desde las imágenes y la interseccionalidad invitó a los asistentes a reflexionar sobre cómo las fotografías han moldeado no sólo la percepción de la realidad, sino también la manera en que comprendemos aspectos como el racismo, la discriminación de género y la sexualización de las mujeres.
De acuerdo con Pezzat para comprender la importancia de la fotografía en la construcción de la realidad, es crucial definir qué es una fotografía en sí misma. A diferencia de otras formas de arte, la fotografía se basa en la captura de la luz sobre un sujeto u objeto frente a la lente de la cámara. Este aspecto inicialmente otorgó a la fotografía una reputación de fidelidad a la realidad, aunque con el tiempo se ha comprendido que la manipulación de la luz y la posproducción pueden distorsionar esa realidad percibida.
Desde su invención, la fotografía ha tenido un impacto significativo en la forma en que nos percibimos a nosotros mismos y a los demás. Las imágenes reflejan la realidad y contribuyen a la construcción de identidades individuales y colectivas. A través de la circulación de fotografías en medios como postales, prensa y libros, se han creado nociones de lo propio y lo ajeno, a menudo influenciadas por narrativas de superioridad e inferioridad racial.
De esta manera la interseccionalidad se refiere a la interacción entre dos o más factores sociales que definen a una persona, tomando en cuenta cuestiones de la identidad como el género, orientación sexual, la etnia, la raza, la ubicación geográfica, o incluso la edad no afectan a una persona de forma separada, sino que se combinan de distintas formas, generando desigualdades (o ventajas) diversas.
Por ello durante la charla la ponente examinó específicamente las fotografías de mujeres indígenas en Mitla, Oaxaca, reconociendo que cada imagen lleva consigo un valor estético y una intención por parte del fotógrafo. Estas fotografías no sólo son documentos visuales, sino también registros de momentos congelados en el tiempo, capturando la vida cotidiana y las identidades en evolución.
La comparación de representaciones fotográficas intergrupales evidenció cómo a través de los retratos, las mujeres participaron activamente en la configuración de la imagen que buscaban proyectar de sí mismas. La fotografía también plantea desafíos en su interpretación, imágenes destinadas al consumo comercial pueden reinterpretarse como estudios antropológicos, destacando la complejidad de clasificar y comprender el significado tras cada fotografía.
Para finalizar Pezzat Sánchez nos lleva a cuestionar la manera en que entendemos y analizamos las imágenes fotográficas. Al descentralizar la historia desde una perspectiva visual e interseccional, nos invita a considerar cómo las fotografías han contribuido a la construcción de identidades, la perpetuación de estereotipos y la narrativa histórica en general.
