Autor de A sangre fría

El narrador que reinventó la literatura de no ficción

Autor de A sangre fría
El narrador que reinventó la literatura de no ficción

 

No son pocas ideas las que surgen de la lectura de Truman Capote (Nueva Orleans, 1924), de quien este año se cumple un centenario de su nacimiento.

Capote no sólo fue un escritor genial, sino un hombre excéntrico, rodeado de la élite neoyorquina, un autor más cercano al after (party) que a la habitación solitaria.

Un amigo mío, quien dio una charla sobre Truman Capote en la Casa Estudio Cien Años de Soledad, decía que el autor de A sangre fría podría ser llamado el heredero de Faulkner; yo considero que es el heredero más fiel de Scott Fitzgerald, y precursor del nuevo periodismo estadounidense junto con Norman Mailer y Tom Wolfe. 

Confieso que mi entrada a la lectura de  Capote no fue por A sangre fría, la estupenda novela de no ficción donde narra los asesinatos perpetrados por Richard Hickock y Perry Smith, en un poblado de Kansas. Se sabe que fue Harper Lee, la autora de Matar un ruiseñor, quien acompañó al escritor en esa travesía y las entrevistas.

De sus cuentos, tengo muy presente la breve saga decembrina, “Un recuerdo navideño”, “Una navidad” y “El invitado del día de Acción de Gracias”, además de los espléndidos “Mojave” y “Un árbol de noche”.

Toda la obra de Truman es una exploración del alma humana, cada texto suyo va a fondo en el terreno de lo personal, sus personajes cuidan su propio espacio y silencio, se fortalecen en el ámbito de las nostalgias y las violencias personales.

Uno de mis libros preferidos de Capote es Música para camaleones, donde se incluye una novela breve, “Ataúdes tallados a mano”, que yo podría definir como una vitrina de la muerte y el asesinato.

Si bien es cierto que fue en el género negro donde mejores resultados (de ventas) tuvo Capote, toda su obra es una espiral sobre el hombre en sociedad, en el bajar y subir a los infiernos de su propio entendimiento, como lo demuestra la novela Desayuno en Tiffany’s, que está entre la moda, la frivolidad y la honda reflexión social.

El escritor mexicano Juan Villoro, quien organizó una serie de charlas en torno a la obra y vida de Capote, reconoció que fue muy original en su manera de enunciar e hizo su propia narrativa.

“Él construyó una personalidad profundamente llamativa en la cultura de las celebridades norteamericanas. Capote se hizo a sí mismo, y ese largo trayecto se basó en lo que él consideró que era su fuerza y su instrumento principal: el estilo literario. Truman Capote dijo que el talento que él tenía era un látigo que Dios le había dado para castigarse a sí mismo y poder sacar las mejores frases”.

Para sumar a la controversia y el análisis de la obra de Capote, la destacada periodista Renata
Adler, del The New Yorker, asegura que Capote escribió ficción, y sólo eso, por lo que su obra no abona al periodismo.

“Sobre el trabajo de Truman Capote sólo puedo decir que es ficción, muy interesante y maravillosa. Sus reportajes desde Rusia puedo decir que estaban bien. Yo era nueva en The New Yorker cuando A sangre fría se publicó por entregas. Pero tan pronto tuve las partes fui con el editor en jefe, el señor William Shawn, y le dije que eran vergonzosas.

“No solamente eran vergonzosas, sino todo lo que seguía en estilo. Eran pornográficas de una forma propia. Él no sabía nada de esa familia que fue asesinada. Y luego vino la fiesta  en Nueva York, una fiesta en blanco y negro, la fiesta de Truman Capote con las ganancias de A sangre fría. Y todos los que estaban de moda fueron invitados a ella y todos lo admiraban. No, yo no soy una admiradora de Truman Capote y creo que lo he dicho una y otra vez. Perdí su amistad por un tiempo. No puedo imaginar una sola cosa que un joven periodista pueda aprender de Truman Capote”.

Dentro su obra se puede destacar A Sangre fría, Miriam; Otras voces, otros ámbitos; Desayuno en Tiffany’s, Los perros ladran y Música para camaleones.   

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