Docencia con Perspectiva de Género

Claves para una Docencia con Perspectiva de Género

La meta es una cultura diferente a nivel global

Claves para una Docencia con Perspectiva de Género
La meta es una cultura diferente a nivel global

Revisar el currículum oficial (los programas de estudio) y el oculto (actitudes, valores, formas de ver el mundo), el uso del lenguaje y la elección de fuentes, materiales didácticos y actividades son claves en la conformación de una docencia con perspectiva de género, expuso Paola María del Consuelo Cruz, docente del plantel Naucalpan.

Como parte de las actividades del Departamento de Progénero y la Secretaría de Atención a la Comunidad local, la conferencia “Claves para una docencia con perspectiva de género” atendió tres aspectos que los profesores deben analizar a fin de reconocer e identificar “desigualdades entre los sexos, notar cuando ocurre un fenómeno de invisibilización, supresión o incluso destierro de las mujeres o de las disidencias sexogenéricas en los diferentes espacios educativos, académicos, del conocimiento, entre otros”, explicó la doctora en Pedagogía.

Se trata, señaló, de una invitación a ver la existencia de dichas diferencias, es decir, revisar si al interior de las escuelas se reproducen éstas en las prácticas o actividades y reconocer si prevalece alguna discrepancia, disonancia de actitud o de trato. Pero también se tendría que revisar si en donde trabajamos o en nuestra familia el reconocimiento entre los géneros es asimétrico, de manera que se pongan en marcha algunas acciones para la concreción de una igualdad sustantiva entre los géneros, o sea, que en las instancias se concreten o se desarrollen.

El propósito final, compartió la docente, es ver la instalación de una cultura de género en toda la UNAM, donde el avance y el ascenso de las mujeres en todos los ámbitos se logren. También corresponde a cada uno de sus integrantes un ejercicio de autocrítica y el análisis de sus propias prácticas.

Sin embargo, “la incorporación de esta perspectiva no sólo responde a una política de la Universidad, sino también del deseo de cada uno de nosotros de conformar una educación no estereotipada, de que cuando se imparta clase no se repliquen los roles en función del sexo asignado al nacer y que en los espacios de las aulas o generales de la institución no prevalezca la discriminación ni violencia de ningún tipo”.

 

Tres bases

Al referirse a las tres claves, la académica indicó que la revisión del currículum oficial, (los programas de estudio) y el oculto (aquellas actitudes, valores y formas de ver el mundo) es necesaria, ya que “no sólo se transmiten conocimientos sino modos de ser en el proceso de enseñanza-aprendizaje y estos tienen que ser vistos con lupa. Es decir, cómo abordamos las temáticas puede reforzar, estemos conscientes o no, actitudes, organizaciones, modos de convivencia que insistan en dicotomías, en el marcar a las mujeres como inferiores; el currículo oculto nos ayudará a ver las consecuencias que genera seguir replicando estas diferencias en el aula”.

Por otro lado, dijo, es importante cuidar el lenguaje en el aula, pues es parte del proceso de enseñanza-aprendizaje, “en los últimos años se han intensificado las discusiones sobre el lenguaje inclusivo e incluyente. El lenguaje denota nuestra manera de ver el mundo”.

Un lenguaje incluyente va más allá de todos, todas o todes. Una docencia con perspectiva de género implica una limpieza de nuestro lenguaje, evitar aquellas expresiones en las que el género y todas sus interseccionalidades aparezcan, todos los comentarios que menosprecien la discapacidad, edad, enfermedad u otras diferencias.

Y, por último, bajo la perspectiva de género es tarea del profesor realizar una búsqueda de contenidos, materiales y fuentes más balanceadas, no sólo contemplar a los varones como productores de saber, sino también a las mujeres. 

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