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Una historia de Witold Gombrowicz

El autor genera escenarios que desafían toda la lógica

Una historia de Witold Gombrowicz
El autor genera escenarios que desafían toda la lógica

Llegué a la Ciudad de México después de estar en Lima y sentir el atardecer esponjado de luz sobre los acantilados que descansan frente al Océano Pacífico, mientras imitan al metal con las piedras.

Todavía tengo la sensación deliciosa del ceviche de leche negra servido en un plato hondo y blanco. Algunas veces, cuando cierro los ojos, veo una pequeña escultura en cerámica, que estaba en el Museo Larco de arte precolombino, de un hombre con rasgos de enano copulando con un felino-candelabro- rojo. 

Recuerdo, no sin sorpresa, que mientras observaba la unión de estos objetos, un hombre muy parecido al de la cerámica arrojó flores a mis pies. Sentí su humillación. Lo perdí de vista frente a la siguiente pieza: una mano gorda llena de seres diminutos. Sonreían ambiguos ante la escena amorosa de los objetos.

Primero leí Tuberías, de Etgar Keret (2017), pero encontré varias tramas predecibles y lugares comunes, aunque es muy aclamado por la crítica israelí, posiblemente tiene otros libros buenos.

Revisé también Las inglesas (2015), de Gonzalo Caicedo, y aunque sus cuentos tienen mejor factura caen, en ocasiones, ante frases cursis como: “Apreté un pañuelo porque mi mano y aquella vieja habitación sangraban” (26). 

Caicedo es considerado uno de los mejores cuentistas españoles de los últimos tiempos, habrá que seguirlo observando. 

Ante este panorama, opté por profundizar en Bacacay (2015), del escritor polaco Witold Gombrowicz.

En los cuentos del autor de Ferdydurke hay tramas persecutorias y de sexualidad extraña, por ejemplo, un hombre enamorado del codo de una virgen. 

Gombrowicz genera escenarios que desafían la lógica, porque aunque todo se percibe fantástico, es también profundamente realista: sus historias parecen acontecer dentro de los personajes, al mismo tiempo que fuera de ellos.

Bacacay tiene una larga historia. En 1957 Gombrowicz lo publica por primera vez con ese nombre, aunque se desprende de Memorias del tiempo de la inmadurez (1933). Los cuentos de Bacacay podrían considerarse como clásicos del género, ahora sólo hablaré de “El bailarín del abogado Kraykowsky”.

El protagonista del cuento es también el narrador, sin nombre, una especie de doble de Kraykowsky, y se obsesiona con él y lo persigue a todas partes.

Un día piensa que el abogado merece a una esposa mejor y decide hacer todo para que esté con la esposa de un doctor, a quien le manda anónimos, le habla por teléfono todos los días diciéndole “hágalo”, entre otras “barbaridades”.

Todo transcurre en un mundo que no es este, pero que lo recuerda mucho. El narrador-perseguidor-masoquista está triste, porque no puede unir al abogado con la esposa del doctor, por eso decide salir y se encuentra en el parque a Kraykowsky con la esposa del doctor en pleno romance.

La situación lo desafía, ¿cómo lograron encontrarse sin que él lo supiera? y grita: “El abogado Kraykowsky se la está...” y luego leemos: “Alarma general. Unos corrían, otros se asomaban, la gente surgió de todas partes”.

Después, el narrador cae en un ataque epiléptico y despierta en el hospital seguro de que perseguirá al abogado durante el año que le queda de vida. Witold Gombrowicz explora el yo a partir de la fragmentación en el cuento “El bailarín del doctor Kraykowsky”, recuerda lo absurdo, a Kafka…

Cierro los ojos, y la imagen de la mano gorda llena de seres diminutos del Museo Larco de Lima viendo la cópula del felino-candelabro-rojo con el enano, aparece de nuevo, pero el que arroja las flores es otro en el recuerdo, ¿qué tiene que ver esto con el doctor Kraykowsky? ¿Me contagié del absurdo?

Lo que en realidad sucedió es que en Lima me enamoré de un hombre del pasado e hicimos el amor en un hotel barato que yo tuve que pagar; ya en México leí a estos escritores, pero como le prometí que lo incluiría en un texto lo metí aquí con calzador, 

Pobres de aquellos que tengan la mala fortuna de leer este texto.

 

Referencias

Gombrowicz, W. (2015). Bacacay. Cuentos completos. El cuenco de plata.

Keret, E. (2017). Tuberías. Sexto piso.

Calcedo, G. (2015). Las inglesas. Menoscuarto.

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