Antología narrativa de Amparo Dávila

Antología narrativa de Amparo Dávila

La escritora también manejó el terror y el misterio en su obra

Antología narrativa de Amparo Dávila
La escritora también manejó el terror y el misterio en su obra

Una docena de escritos fantásticos, entre los que se encuentran las historias de un invitado incómodo en una casa con niños, el martirio ocurrido dentro de una olla curtida por un cocinero francés, o la partida de un hombre a un sitio en donde nadie pueda encontrarlo, son parte de la Antología narrativa, de Amparo Dávila.

El libro forma parte de la colección Textos en Rotación, editada por el Colegio de Ciencias y Humanidades, y pone al alcance de los estudiantes del Colegio la oportunidad de leer y de que descubran o redescubran a una de las escritoras mexicanas más misteriosas de México.

Amparo Dávila nació en Pino, Zacatecas. Su carrera literaria comenzó en el género de poesía, pero también incursionó en el cuento. Además, participó en un taller literario con los prestigiados escritores Juan José Arreola y Juan Rulfo en el Centro Mexicano de Escritores, en la década de los cincuenta.

En su destacada obra literaria se plasma lo insólito de lo cotidiano mediante sucesos que van de la fantasía a lo siniestro. A lo largo de su vida, la escritora de literatura fantástica latinoamericana produjo 38 relatos de gran calidad, de los cuales 12 se presentan en la antología del Colegio.

Estos son un reflejo de lo mejor de su obra, al interpretar por medio de las letras la realidad que vivió desde su infancia, donde hizo de los sucesos de la vida regular, acontecimientos inesperados gracias a una prosa fluida e interesante para los jóvenes y adultos, quienes gustan del sobresalto que generan sus imágenes literarias.

Entre los relatos que se pueden encontrar en la Antología están “La mirada femenina y lo siniestro”, “Alta cocina”, “Un boleto para cualquier parte”, “La quinta de las celosías” y “Muerte en el bosque”.

Además de “El huésped”, “La señorita Julia”, “Moisés y Gaspar”, “El desayuno”; así como “El entierro”, “La celda” y “Árboles petrificados”, cuyas líneas te sorprenderán al llevarte por los recovecos de las historias de terror, suspenso y fantasía.

Si bien te va, te harán saltar de asombro y emoción sin importar el lugar donde te encuentres al leer los relatos de esta escritora, quien perteneció a la llamada Generación de Medio Siglo.

Los editores de la antología del CCH hacen la anotación que “Dávila hizo de su mirada un lente dirigido a la narrativa de lo insólito”, por ello, “su obra retrata el horror de lo cotidiano, mediante sucesos que van de la fantasía a lo siniestro”, advierten al lector.

La Antología narrativa de Amparo Dávila puede ser descargada de manera gratuita en gaceta.cch.unam.mx, en la sección Mis libros; donde también se puede consultara la amplia oferta editorial que genera el Colegio.

 

 

Probaditas de suspenso y terror

 

Una de las narraciones que el lector disfrutará de la amplia obra de Amparo Dávila es el que lleva por título “El huésped”, en el que la escritora describe con suspenso y terror la llegada de éste:

 

“Nunca olvidaré el día en que vino a vivir con nosotros. Mi marido lo trajo al regreso de un viaje.

Llevamos entonces cerca de tres años de matrimonio, teníamos dos niños y yo no era feliz…

 

“Una noche estuve despierta hasta cerca de las dos de la mañana, oyéndolo afuera… Cuando desperté, lo vi junto a mi cama, mirándome con su mirada fija, penetrante… Salté de la cama y le arrojé la lámpara de gasolina que dejaba encendida toda la noche…

 

“Pensé entonces en huir de aquella casa, de mi marido y de él… Pero no tenía dinero y los medios de comunicación eran difíciles”.

 

En otro, llamado “Alta cocina”, Dávila narra:

“Cuando oigo la lluvia golpear las ventanas vuelvo a escuchar sus gritos. Aquellos gritos que se me pegaban a la piel como si fuera ventosas. Subían de tono a medida que la olla se calentaba y el agua empezaba a hervir. También veo sus ojos, unas pequeñas cuentas negras que se les salían de las órbitas cuando se estaban cociendo…

 

“Recuerdo la sobria cocina y la olla donde los cocinaban, preparada y curtida por un viejo cocinero francés; la cuchara de madera muy oscurecida por el uso y la cocinera, gorda, despiadada, implacable ante el dolor”.

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