estereotipos

Discriminación, germen de los genocidios

Son una idea simplificada de una realidad muy compleja

Discriminación, germen de los genocidios
Son una idea simplificada de una realidad muy compleja

Ser consciente de que existen los prejuicios, dejar de perpetuarlos, pero sobre todo no limitar los derechos de las personas, no atentar contra la dignidad del otro, no llegar al punto de que la forma de pensar se convierta en una acción que dañe al otro, afecte su dignidad y le impida ser quien es, son los pasos necesarios para no llegar a la discriminación, la cual es el germen de los genocidios.

Así lo declaró Carlos Cubero, del Museo de Memoria y Tolerancia, al dictar la conferencia “Cuestionando los estereotipos a nuestro alrededor”, que formó parte de las actividades de las Jornadas de sensibilización e igualdad de género en el Colegio de Ciencias y Humanidades.

El académico compartió que en el Museo de Memoria y Tolerancia, se busca traer de la memoria histórica los crímenes que ocurrieron en el pasado para reflexionar sobre sus causas, analizar cómo participó la sociedad, y sobre todo crear conciencia y sensibilizar sobre estos actos; en este camino, que ha generado muchas reflexiones acerca del valor de los derechos humanos y la importancia de valores como la tolerancia, también se ha visto el papel que juega la discriminación. 

“Los genocidios se llevan a cabo en sociedades que han pasado por un proceso de discriminación, en los cuales se vulnera la dignidad de un colectivo de personas en función de sus características, por su nacionalidad, por su etnia, por su género, por su religión, entre otras, y ahí cumplen una función los estereotipos y los prejuicios”, sostuvo.

Los estereotipos, explicó, están relacionados con la identidad, ésta “es compleja y dinámica en el sentido de que va cambiando a lo largo de nuestra vida y se relaciona con la pertenencia a distintos grupos de los cuales nos sentimos parte y así se justifican las actitudes. Son imágenes de un ideal que tenemos de los personajes de cierto grupo”.

Se trata, abundó, de una generalización, una idea simplificada de una realidad que siempre es compleja. “Son etiquetas que nos definen y son modelos de conducta, que dicen cómo debemos ser, lo que genera una presión social, pues se tiene que cumplir un cierto rol en función de nuestro género”.

Pero, sobre todo, más allá de lo anecdótico, sostuvo, son preocupantes. “En el Museo tenemos muy claro que los estereotipos llevan a la discriminación, es una dinámica social grave, se da un trato diferenciado, desfavorable para un grupo de personas respecto del resto, hay discriminación, y ésta puede ser por raza, por ingresos económicos, por religión, y por género”.

Sobre ésta última, señaló que afecta todos los ámbitos de la vida de las mujeres: casa, escuela, trabajo, espacio público. “Es entonces cuando pasa de ser solamente una idea de cómo son las mujeres y empieza a convertirse en la forma en cómo tratarlas”.

Al respecto, compartió que este sector de la población es el único grupo que sufre discriminación sin ser una minoría, pues son más del 50 por ciento, y esta práctica se ejerce para que siga existiendo jerarquía entre lo femenino y masculino.

No obstante, indicó, también afecta a los hombres, ya que no se les permite mostrar sus emociones, empatizar o llorar, lo que ha provocado una alta tasa de suicidios con respecto de las mujeres, “hay una gran frustración entre la población masculina al no poder compartir emociones”.

En este sentido, concluyó que se trata de una discriminación estructural “donde todos formamos parte de esa estructura, por lo que tenemos mucho que hacer, cambiar actitudes. Los estereotipos los aprendemos socialmente y no los puede cambiar una sola persona, pero sí tenemos una cierta responsabilidad, es importante entender que, para tratar de cambiar esta situación, hay que cuestionarla y no perpetuarla para no llegar a la discriminación”, que es la antesala de acciones genocidas.    

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