En el contexto del Día Mundial del Teatro, en el plantel Vallejo se presentó la obra Confesionario, historias personales, puesta en escena que surgió de las anécdotas que los alumnos del dramaturgo Emilio Carballido le compartieron para que las transformara en obras cortas.
Estas piezas plantean reflejos de la sociedad ante la misma sociedad, así como amores y desamores atemporales en varias edades; “esto es una simple muestra de lo que pueden hacer los humanos dentro de sus emociones y sentimientos”, señaló el director y alumno del dramaturgo, Felipe Morales Hernández, en la Zona de Teatro del centro educativo.
En entrevista, Morales Hernández comentó que pertenece al grupo Boris Teatro y Arte, de Querétaro (conformado por cuatro chicos y dos chicas), el cual escogió la obra Amores y desamores, porque son fragmentos elaborados desde historias reales, mismas que reflejan a la sociedad e incitan a la reflexión.
Asimismo, recordó que cuando era estudiante de Emilio Carballido, el dramaturgo les dijo que eran un grupo muy difícil: “‘¿cómo vamos a hacer su obra para que presenten su examen? Escriban algo de su vida y yo lo convierto en obra teatral’. Cada quien escribió algo de su vida personal y él lo transformó. Son escenas tomadas de la realidad. Emilio siempre quiso hacer teatro de jóvenes para jóvenes”, recordó Morales.
La primera historia ubica a dos amigas que platican acerca del encuentro de una de ellas con dos argentinos en el bosque de Chapultepec. Después de presentarse, los extranjeros la invitaron a tomar un café y después a su departamento. La amiga que escuchaba el relato le aconsejó no buscarlos, porque le recordó que su esposo pronto regresaría de vacaciones. Después de despedirse y prometer que no les llamaría, la mujer volvió a su casa y localizó a los extranjeros para después salir a su encuentro.
En otra historia, un hombre y una mujer se encuentran frente a una tumba y hablan de la ausente; la muerta era la pareja del hombre y amiga de ella.
“Cumple un año de muerta. No puedes seguir así, llevas muchos días sin comer ni dormir. ¿Quién no se iba acordar de Angelina? Era muy buena, era especial. Ven, desahógate. La frase de que los hombres no deben llorar me parece tonta”, decía la amiga. “Recuerdo mucho sus guisos y platillos”, respondió él.
“Si alguna vez quieres, uno háblame y yo te lo preparo”, comentó la amiga. Ella lo besa y quedan de verse en una semana. Después, un nuevo personaje mujer le dice a la amiga: “¿no se te hace cansado limpiar retratos y cuidar las flores de su esposa?”. “No, ella tiene sus velas e incienso. Yo lo tengo a él. Quien le manda morirse”, responde.
En otra escena, se aprecia a un joven que decide invitar al cine a una chica que le gusta, pero al abordarla ésta se muestra muy exigente y grosera. El joven decide retirar la invitación y ella se va. Más adelante, una señora le pide al joven que le ayude a subir unas bolsas a su departamento, donde lo seduce y ambos intiman. La sorpresa es mayúscula cuando en el departamento el joven descubre que la señora es la madre de la chica que había invitado a salir. Para su sorpresa, la chica ahora le propone tener una cita, pero él ya no quiere porque tiene un nuevo compromiso con la señora.
Por último, los espectadores pudieron conocer la historia de Chaz. “La verdadera intensidad la sientes cuando eres niño, las experiencias sexuales que te aceleran el corazón, te quitan el aliento y te secan la boca, es la época en la que descubres todo”, señala este personaje tras recordar que a los 9 años conoció a Tamara, una niña de 11 años, quien a través de juegos le enseña a besar y lo inicia en la sexualidad. Después de ese primer beso, Chaz le pregunta a Tamara: “¿quién te enseñó a besar?”. “Mi tío y luego mi padrino”, le respondió.