MAGDALENA CARRILLO

Magdalena Carrillo, maestra de Azcapotzalco

La enseñanza no puede quedar inerte, pasiva, sostiene la profesora de Lectura y Redacción

Magdalena Carrillo, maestra de Azcapotzalco
La enseñanza no puede quedar inerte, pasiva, sostiene la profesora de Lectura y Redacción

“El mundo está cambiando y la docencia no se puede quedar inerte, pasiva; debemos desarrollar nuevas formas para continuar, reconocer que las nuevas tecnologías sólo son el recurso, no son la enseñanza misma; redefinir nuestros métodos de enseñanza y reflexionar qué es lo que queremos que aprendan los estudiantes, más allá de cumplir o no. El cambio nos llegó de golpe y apenas nos está cayendo el veinte de que llegó para quedarse”. Así lo señala María Magdalena Carrillo Cuevas, al referirse a la función del docente en el contexto de la emergencia sanitaria.

Este escenario, reflexiona la profesora del plantel Azcapotzalco, le hizo comprender que no era suficiente lo que sabía de tecnología: “A los tres meses de pandemia se me acabaron los recursos y casi las ideas, descubrí que no estaba a la vanguardia. No sabía usar ni Teams ni Zoom. Había tomado cursos en Moodle y Classroom, pero no tenía material suficiente para soportar el curso que estaba dando y menos para el siguiente”.

Y entonces, comenta, vino el aprendizaje “obligado, exprofeso y urgente, y no nos ha quedado otra que tomar cursos y cursos; ahora casi soy experta en Zoom y en Teams, hago videos, infografías y utilizo aplicaciones que hace un año no sabía siquiera que existían. No ha sido sencillo hablarle a una computadora y hacerte a la idea de que ahí están tus alumnos. Nunca pensé que diría esto, pero extraño entrar al salón y captar ese olor tan característico de adolescentes encerrados y toda su energía en potencia”.

A propósito del Día del Maestro, recuerda con agrado a quienes la han influido, desde su mamá y hermanos hasta aquellos que la formaron profesionalmente. “En la secundaria tuve un gran maestro de Física que hasta la fecha lo sigo a través de las redes sociales; en la prepa recuerdo con mucho cariño al maestro Ordóñez, también de Física, y a la española que me dio etimologías grecolatinas. Ya en la Universidad tuve grandes maestros, como la maestra Carmen Vázquez Mantecón, que me dio Formación social mexicana, sus clases eran un deleite. Otras dos grandes maestras fueron Lucía Rivadeneyra y Mercedes Durand, fuertes, luchadoras, guerreras, inquebrantables”.

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