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Sobre el daño que hace el tabaco

Al tratar de exponer a otro, termina por exhibirse a sí

Sobre el daño que hace el tabaco
Al tratar de exponer a otro, termina por exhibirse a sí

Una de las facetas menos comentadas del dramaturgo y narrador ruso Antón Chéjov (1860-1904) es la de sus obras cortas en un acto. Y es que la fuerza y el relativo éxito que tuvo a raíz de sus obras maestras (La gaviota, Tío Vania, Tres hermanas, El jardín de los cerezos) nos hace observar que Chéjov era un dramaturgo —por excelencia— capaz de profundizar en la comprensión del carácter y compadecerlo, por más cruel o doloroso que este fuera; de modo que a veces se olvida que hubo ocasiones en que su sistema dramático era el mismo que Molière empleaba.

Tal es el caso de Sobre el daño que hace el tabaco (1886), obra paradigmática del monólogo, o sea, una forma dramática que conlleva un solo personaje y actor, dirigiéndose a un receptor que, por lo general, no figura en la escena pero sí en la ficción. En este caso, vemos a un hombre que mantiene una supuesta conferencia ante la audiencia de un club campestre, que es el público.

El monólogo es una forma muy recurrida y práctica en la tradición teatral, pues como sus necesidades escénicas son mínimas  —un actor y su capacidad de expresión— es un alivio para la economía, siempre un factor determinante en la labor escénica, tan frágil por cuestiones, muchas veces, externas a su disciplina.

Iván Ivanovich Niujin es un hombre que viene a dar una conferencia sobre los males que provoca el tabaco a la humanidad, y ese es, de hecho, su objetivo; el problema es que a cada intento de mostrar seriedad y dominio sobre su tema, se le escapa una queja acerca de su vida y —sobre todo— de su esposa, de quien confiesa que oprime su existencia. Para entender la situación en que se encuentra Niujin, basta recordar cuando —en el imaginario, claro— un profesor, por ejemplo, de bachillerato y de determinada asignatura, intenta exponer su tema de clase, pero, por un desliz, se le escapan una serie de motivos personales que no lo dejan seguir con el tema central.

Esta situación es en la que está el protagonista, y pronto nos damos cuenta de que el “desliz” que no le permite seguir con el tema de su conferencia nace de su carácter. Pues resulta que, entre las cosas que está exponiendo frente a estos desconocidos, está el hecho de que su mujer lo ha obligado a dar este tipo de conferencias que podrían ser tanto del tabaco como de las hormigas. Además, admite que su mujer es dueña de un pensionado de señoritas donde él no sólo se encarga de las tareas esenciales de mantenimiento sino de la impartición de prácticamente todas las clases... Lamenta su vida de casado, las hijas que tiene, ni se acuerda bien de cuántas son, y, ante todo, la inutilidad de su ser.

Chéjov, desde el inicio, establece perfectamente el tono de esta obra, que es el de la comedia, pues desarrolla una armonía entre la forma monologada y la compulsión de su personaje: exponer a la “malvada” mujer que es su esposa. ¿Por qué no la deja entonces? Aun cuando el dramaturgo nos hace ver las ilusiones de este hombre, sus ansias por tener una vida mejor y llenarla de olvido, también nos recalca que si él está con una mujer que lo domina es, precisamente, porque él la necesita, de modo que la queja y la ventilación de sus problemas personales sale sobrando.

Cuando Niujin arroja su frac, el mismo con el que se casó hace treinta años y con el que va dando conferencias por todos lados, y lo pisotea como símbolo de su definitiva liberación, este se da cuenta de que la esposa se encuentra tras bastidores y lo está viendo. Al instante, él se recompone y suplica al público que, si su mujer pregunta, le digan que él dio la conferencia prometida con “dignidad”. Y, pese haber anhelado el olvido, lo único que dará por olvidado será toda la serie de cosas que dijo de ella. Cuando termina la obra, este señor que venía con mucha grandilocuencia a mostrarnos los perjuicios del tabaco, sale “arrastrado”, yendo tras los pasos de la fémina de quien dijo lo maltrataba...

Esta obra es un excelente retrato de un personaje vicioso. ¿Cuál es este? El que nace por querer exponer al otro en un arrebato de resentimiento, mas, en el intento, se expone a sí mismo, su propia ridiculez y su dependencia. 

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