Juan Manuel Jáquez mencionó que la Opción Técnica de Protección Civil (en plan piloto para convertirse en Estudio Técnico Especializado) surgió de la necesidad de promover una cultura de la autoprotección y para generar personal capacitado que se integrará a las distintas áreas del sector público, privado y social para promover medidas de prevención, de atención y recuperación frente a cualquier posibilidad de desastre.
El docente, que imparte la asignatura desde hace cinco años, explicó que la Ley General de Protección Civil establece que todas las entidades deben contar con unidades en la materia, en ese sentido, es un área de oportunidad para la formación ciudadana, así como para crear oportunidades de actividad laboral para los egresados.
Durante dos semestres, especificó, los alumnos se introducen a los temas de protección civil; el entorno internacional; el marco jurídico; identifican distintos tipos de fenómenos, tanto de origen natural como de origen antrópico; aprenden cómo se construyen las vulnerabilidades y las condiciones de exposición, que también son otros activos para que se produzca un desastre.
Además, se aborda la gestión integral del riesgo; instrumentos financieros, en los niveles federal, estatal y local; desarrollan actividades de campo como primeros auxilios, nociones y búsqueda de rescate; extinción de incendios; planes familiares de protección civil, de continuidad de operaciones; manejo de comando de incidentes, administración y operación de refugios temporales; sobre análisis estructural y valuación de daños; así como el manejo de animales en situaciones de desastres.
Al concluir este curso, agregó Juan Jáquez, los estudiantes podrán trabajar en el sector público, en los tres poderes del gobierno, en Unidades Internas de Protección Civil del sector privado, integrarse a organismo ligados a la sociedad civil, que tengan algún carácter de ayuda y empezar una capacitación de largo aliento, a fin de que puedan poner sus propias empresas, por ejemplo, como consultores.
El experto consideró que somos una generación que sabe responder, pero que le falta asumir una conducta de prevención, como tener preparada una mochila de emergencia o un plan familiar de protección civil, poseer conocimientos sobre cómo actuar ante sismos, inundaciones, incendios o explosiones, así como el hábito de realizar simulacros en distintos horarios.
Otra cuestión relevante es contar con un plan de mantenimiento constante de nuestra casa, la cual demanda gastos y esfuerzos constantes. “¿Qué actitud tenemos frente a nuestro sistema de transporte, en la zona de trabajo?, ¿de qué manera nos prevenimos?, ¿cómo colaboramos con los compañeros para garantizar la seguridad de todos? Sería oportuno que todos tomáramos un curso de Protección Civil, de Primeros Auxilios, de Evacuación, siempre va a ayudar mucho”.
El docente de los planteles Naucalpan y Sur resaltó que en las escuelas es obligatorio tener un programa de protección civil y lo mismo pasa con los hospitales. “En 1985 el sismo fue letal y nadie sabía qué hacer, no existía una cultura”.
Por la lejanía del 85, “nuestros jóvenes lo veían como un tema mítico y ahora que lo vivieron en el 2017 su respuesta fue conmovedora, fueron la generación que vivió con el no corro, no empujo y no grito y “finalmente” mostraron una semillita de la cultura de la prevención, de la solidaridad, los chicos me preguntaban dónde se necesitaba ayuda, sin contar con experiencia, pero querían sumarse al rescate”, aseguró.
