Filosofar es como practicar gimnasia

Ejercitar el cuerpo y la mente

No son sustancias separadas; en realidad, forman un equipo

Ejercitar el cuerpo y la mente
No son sustancias separadas; en realidad, forman un equipo

La filosofía tiene una tradición asociada a la teoría registrada en los textos. La teoría es una acción relacionada con la mirada, la contemplación y la búsqueda de la verdad, tradición que pareciera ser meramente una actividad intelectual. No obstante, el estudio auténtico requiere una disciplina, es decir, una constancia que no sólo compromete al intelecto, depende de la disposición corporal.

La filosofía como práctica asocia mente y cuerpo. El ejercicio del cuerpo nos prepara para la claridad mental al procurar una mejor oxigenación, circulación sanguínea, disposición para el aprendizaje a través de un cuerpo que ha sido activado, para acondicionar el ejercicio mental. Entre más se ejercita el cuerpo mayor disposición encuentra para seguir ejercitándose.

Lo difícil se hace fácil y lo fácil nos invita a continuar. El ejercicio es una práctica que ocupa al cuerpo y a la mente, no hay disociación.

Es cierto que se puede ejercitar sin hacer o pensar filosóficamente. Pero el pensar filosóficamente es también un ejercicio, no sólo de la mente sino de la totalidad del individuo que filosofa. Si la filosofía es una actividad vital, entonces compromete por completo la existencia y todo lo que la posibilita o constituye.

Si bien el origen etimológico de gimnasia tiene que ver con la desnudez, hemos de comprender la gimnasia como desprovista de distracciones, de cargas que le impidan ejercitarse, pero sobre todo considerarla como un acondicionamiento físico que propicia el desarrollo de habilidades como la flexibilidad, agilidad, control, fuerza y resistencia.

Habilidades físicas pero que también podemos ver reflejadas en el carácter y en las actitudes de un pensar filosófico. Si la filosofía práctica es gimnasia es porque se requiere disciplina y compromiso integral del sujeto que filosofa.

Cuando nos acercamos por primera vez a la filosofía ocurre como con el ejercicio físico, resulta agotador y francamente doloroso. Pero si uno es capaz de superar dicho malestar, pronto se verá envuelto en una necesidad, la de filosofar. Si uno obedece a esta necesidad pronto la disciplina nos conducirá al hábito y se forjará el carácter para estar en mejores condiciones para afrontar la vida.

¿De qué manera pueden coordinarse el ejercicio filosófico, que parece ser intelectual, con el ejercicio físico que aparentemente es corporal? En nosotros no está disociada la mente y el cuerpo. Esta separación se la debemos a Descartes. Pero no puede haber una mente sin un cuerpo, no son dos sustancias separadas. En realidad, forman un equipo.

En ese sentido, cuando se ejercita el cuerpo, éste se encuentra mejor preparado para ejercitar el pensamiento. Cuando nos concebimos como una unidad, la afección de uno repercute en el otro.

Los ejercicios del cuerpo tienen como finalidad la salud física, pero los ejercicios filosóficos, siendo  distintos, no separan el cuerpo, lo involucran y nos forjan mejores condiciones de ser y estar en el mundo.

Por ahora, tengamos esto en cuenta, que más adelante podremos revisar de manera específica cómo los ejercicios físicos contribuyen a la salud mental y cómo nos permiten mejores condiciones para adquirir otra forma de ser y estar en la vida.

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