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Del anillo del Rey Salomón a la Etología

Del anillo del Rey Salomón a la Etología
Número de revista
10
Año de revista
2024
Área Temática
Latitudes CCH
Archivo de revista
Descripción

Lo contemos por siglos o por milenios, es vasto el tiempo que llevamos conviviendo con los animales. Lo interesante es observar cómo esta relación se ha ido transformando a través del tiempo. Del fin utilitario que nos hizo perseguirlos y cazarlos para nuestra supervivencia, en la prehistoria, vino después la domesticación para asegurar nuestra manutención y su ayuda en diversas tareas. Hoy esa relación ha cambiado radicalmente y se vuelve cada vez más compleja, como lo apunta esta nueva ciencia llamada etología.

En primer lugar, el interés. Los más remotos antecedentes de la observación de los animales los tenemos en las cuevas de Lascaux y Altamira, donde fueron representados en las paredes de las cavernas, tal vez con una intención mágica. Después aparecen en la Biblia, especialmente en el Antiguo Testamento. La leyenda afirma que el rey Salomón conocía el lenguaje de los animales y podía comunicarse con ellos gracias a un anillo mágico que le proporcionaba sabiduría.

Luego, hacia el siglo IV a. C., vinieron las observaciones de Aristóteles, quien hizo la primera clasificación, descripción y análisis del desarrollo de algunos animales en su libro De generatione animalium.

Plinio el Viejo, en el siglo uno después de Cristo es, después de Aristóteles, quien realizó una descripción más o menos sistemática de ellos en su Historia natural, libro de carácter enciclopédico que pretendió abarcar todos los conocimientos de su época. Sin embargo, al lado de hechos y descripciones realistas conviven re- latos fabulosos, como el del ave fénix que renace de sus cenizas; las águilas que pueden transportar a una persona en sus garras; los alciones, que son capaces de volar a alturas infinitas, o el camaleón que se alimenta del aire...

Leer la Historia natural es una delicia, especialmente el libro dedicado a los animales. Fue, entre otras, la obra que dio origen a los maravillosos bestiarios de la Edad Media, donde por su rareza y singularidad los animales adquieren proporciones míticas. Y lo mismo podría decir- se de las obras de Claudio Eliano, Julio Solino, Galeno y otros sabios que se ocuparon de su estudio: junto a la descripción objetiva había una fascinación que se manifestaba en su mitifica- ción. Habrá que esperar hasta finales del siglo XIX para contar con estudios científicos serios, menos relacionados con el mito.

Antes de doctorarse en Zoología por la Universidad de Viena, Konrad Lorenz ya había hecho investigaciones sobre la vida de las grajillas (un ave de la familia de los córvidos) y otras especies, centradas particularmente en lo relativo a su comportamiento.

En 1936 Lorenz conoció al biólogo y ornitólogo Niko Tinbergen, con quien se dedicó a estudiar a los gansos. Muchos científicos consideran que este fue el punto de partida para la fundación de la Etología. Zoólogos y biólogos atendían hasta entonces lo externo de los animales. Lorenz hizo los estudios pioneros sobre su comportamiento. Si hasta antes de sus trabajos las investigaciones se habían centrado en la descripción, hábitat, desarrollo, reproducción y utilidad de los animales, Lorenz los comienza a ver como individuos con capacidades para comunicarse, sentir y expresarse, es decir, atiende su comportamiento. Por eso es considerado el fundador de esa nueva ciencia.

La Etología surge como una rama de la Biología y mantiene un estrecho vínculo con la Psicología. Su desarrollo científico y mejor conocimiento de los animales que aporta, nos permite ver dilemas terribles, difíciles de afrontar, porque ahora los conocemos mejor. Ahora sabemos que los animales desarrollados, y muy especialmente los domésticos, no son sólo instinto, sino también seres capaces de sentir y expresar valores como fidelidad, confianza, temor y alegría.

En su libro El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre, Federico Engels dijo que “el estudio del organismo humano [más evolucionado] sirvió para conocer mejor el organismo del mono”. Hoy podemos parafrasearlo y decir que el estudio de la psicología humana sirve para conocer mejor la mente de los animales. Así que, ¿qué hacer ante cuestiones tan terribles como su maltrato o actividades como el toreo o la pelea de perros? Más aún: ¿por cuánto tiempo más los seguiremos criando para sacrificarlos y aprovechar productos como su carne, huevos y piel? ¿Por qué continuamos dañando a individuos que piensan y sienten? Un problema ético difícil de afrontar y responder.

Diversas legislaciones del mundo ya consideran los derechos de los animales. Un signo de civilidad hoy día consiste en protegerlos, tratarlos con cuidado y respeto. Este punto debe observarse con mucho rigor, pues si la convivencia entre animales y humanos se vuelve más plena y armoniosa, las dos especies podemos beneficiarnos. Gracias a ciencias como la Etología y la Ecología hoy sabemos que de su sobrevivencia y conservación depende también nuestra vida, sin mencionar el empleo que tienen en la medicina para nuestro bienestar físico y psicológico.

Así que cuestiones como la protección de las especies en peligro de extinción, preservación de su hábitat, evitar el maltrato y procurar su protección no son sólo rasgos de filantropía, sino acciones que inciden directamente en nuestra propia sobrevivencia y bienestar. Por eso, la temática central de Latitudes CCH aborda hoy este tema.

 

BENJAMÍN BARAJAS SÁNCHEZ

Director General del Colegio de Ciencias y Humanidades