Editorial
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¡Orgullo CCH!

¡Orgullo CCH!

Estimadas alumnas y alumnos, padres de familia, profesores, trabajadores y funcionarios de los planteles:

Con gran emoción, el Colegio de Ciencias y Humanidades les hace un amplio reconocimiento a su dedicación y esfuerzo, cuyo resultado es la conclusión de sus estudios de bachillerato. Con la misma alegría de hace tres años, cuando todos ustedes asistieron, seguramente, a la ceremonia de Bienvenida, el día de hoy celebramos la culminación exitosa de una etapa, quizá la más feliz y gloriosa de sus vidas.

A lo largo de estos tres años, muchos de ustedes reforzaron sus actitudes, valores, creencias y perspectivas ante la vida; también pasaron de la adolescencia a la primera juventud y vivieron, seguramente, las experiencias del amor, la amistad, la solidaridad y el compromiso, que todo buen universitario adquiere no sólo para su casa de estudios, sino para la sociedad entera, a la cual todos debemos contribuir para que se desarrolle en paz, con justicia y equidad.

En estos tres años, que suman apenas mil 95 días, ustedes dieron un salto muy grande hacia la edad adulta, con el apoyo del Modelo Educativo del Colegio de Ciencias y Humanidades, institución que los acompañará por siempre en su desarrollo vital y profesional.

En el CCH aprendieron a construir conocimientos mediante la autonomía, la responsabilidad y la perspectiva crítica. También aprendieron a leer, a escribir, a escuchar, a hablar, a dialogar, a ser tolerantes, creativos e imaginativos; y todos estos saberes y prácticas serán parte de un bagaje, un patrimonio personal que les permitirá seguir creciendo en libertad. Porque al estudiante egresado del CCH lo distingue la coherencia de un discurso que da cuenta de una sólida perspectiva ante el mundo.

Pero en los éxitos personales también influyen los demás. En este caso, debemos agradecer a los padres de familia el proceso de acompañamiento a sus hijos; la pasión, el empeño y, desde luego, el amor desinteresado que les han brindado, hoy se ve recompensado con creces. Ser padre o madre de uno de estos muchachos debe ser un motivo permanente de orgullo y satisfacción.

Y qué decir de las maestras y maestros: quienes ejercemos esta noble tarea nos sentimos plenamente realizados cada vez que nuestros jóvenes logran sus objetivos y metas; los buenos docentes son y serán la sombra benévola, el punto de apoyo, la guía que acompañe a los estudiantes en el proceso del logro de sus aprendizajes. Por eso debemos agradecerles hoy sin olvidarlos mañana, porque la memoria es el alimento de los docentes.

También hay que reconocer la incesante labor de nuestros directivos y su equipo, pues sin su cabal entrega un proyecto colectivo como éste perdería fuerza, dinamismo y consolidación. Asimismo, no olvidemos a los trabajadores de base, cuya tarea cotidiana nos ha permitido tener un ambiente agradable de estudio y trabajo.

Pero, sobre todo, hay que agradecer al Colegio de Ciencias y Humanidades y a nuestra querida Universidad Nacional Autónoma de México, nuestra alma mater, por habernos permitido ser uno de sus hijos, para vivir con orgullo y, en la entraña misma, el suave fluir de la sangre azul, en contraste con la piel dorada, siempre al tono de la infaltable

Goya… ¡GOYA! ¡GOYA! ¡CACHÚN, CACHÚN, RA, RA!  ¡CACHÚN, CACHÚN, RA, RA!  ¡GOYA!  ¡¡UNIVERSIDAD!!

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