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El arte de la lectura crítica

Las fuentes deben ser analizadas e interpretadas

El arte de la lectura crítica
Las fuentes deben ser analizadas e interpretadas

Introducir en el aula las operaciones de lectura crítica, análisis, interpretación, comprensión y utilización de una fuente primaria, que los historiadores utilizan cotidianamente, pero no para ilustrar un tema, sino para mostrar el rasgo metodológico de este trabajo, es parte del planteamiento que sostuvo Bernardo Ibarrola, académico de la Facultad de Filosofía y Letras, en su conferencia La documentación y la crítica de fuentes.

Ante profesores del Colegio de Ciencias y Humanidades que participan en el diplomado Enseñanza de la Historia, el especialista destacó que se trata de ajustar un procedimiento de lógica epistémica con una realidad de comunicación, de situación pedagógico-didáctica y laboral. Es desprender de los relatos por enseñar fuentes primarias para practicar habilidades de análisis, crítica, interpretación y explicación.

El también jefe de estudios profesionales de dicha Facultad señaló que los historiadores no estudian el objeto sino lo que queda de él, que son las huellas, los rastros, los fósiles, lo que quedó del pasado, es decir las fuentes.

Toda narración, explicación sobre el pasado que se diga historia se basa en fuentes, sino lo tiene no es un libro de historia, ya que su proceso constructivo no sigue la lógica de la historia que depende de una fuente para llegar al objeto, consideró.

El conocimiento histórico y la enseñanza de la historia, dijo, es una relación complicada; en este sentido, explicó que el carácter informativo de la historia es el relato ya elaborado, el conjunto de relatos interrelacionados se llama historiografía y se asume que es necesario incluir en la educación, esto puede ser a través de un libro que responde a un plan de estudios.

La interpretación y la crítica que se pregunta por la validez de los relatos a los que se adhiere el académico y que están establecidos que se transmitan, por escuela, gobierno, etcétera, no tiene que ver con la construcción misma del discurso histórico, sino con la recepción de un relato, es como criticar una película a partir de su edición, actuación o cámara, pero no es lo mismo que hacer una película, apuntó.

La crítica de fuentes puede y debe servir para que el saber histórico no solamente tenga el sentido que asume la entidad que controla el discurso de la escuela, sino que se vincule la persona que esta recibiendo el discurso con el propio discurso.

En este sentido, lanzó a los docentes dos cuestiones: ¿cómo hacer en tiempos limitados y con contenidos extensos para introducir en el aula las operaciones de lectura crítica, análisis, interpretación, comprensión, y utilización de una fuente primaria?, ¿cómo salir de la zona de confort de un libro de texto y de la transmisión del relato ya elaborado?

En un acercamiento a la respuesta, el especialista indicó resumir,  todo lo posible, los relatos por enseñar y desprender de ellos documentos, fuentes primarias para desarrollar y practicar habilidades de análisis, crítica, interpretación, y explicación que los historiadores utilizan cotidianamente; pero hacerlo no para ilustrar algún punto de un tema, sino para mostrar el rasgo metodológico de este trabajo, que además tiene que ver con la lectura y la capacidad de crítica de cualquier documento.

Y finalizó con el ejemplo de encontrar en casa una caja de zapatos con viejas fotografías familiares y con ella armar un árbol genealógico, “es una operación de crítica de fuentes de complejidad superable”, o bien atender en clase el Plan de Ayala, no para ilustrar el contenido social de las reivindicaciones agrarias, sino para intentar comprender la complejidad propia del documento, “es un volver a la historia y criticarlo, y hacerle preguntas diferentes”. 

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