Tiene un sueño a futuro: convertirse en ingeniera química y participar en un intercambio estudiantil a Canadá. Para concretarlo estudia francés por su cuenta. Se llama Aysha Avilés Vela y es estudiante de sexto semestre del plantel Azcapotzalco. Ella demostró sus conocimientos en filosofía al llevarse la medalla de oro en esta disciplina durante la Primera Olimpiada Cecehachera del Conocimiento.
Para Aysha, la filosofía es una ciencia que le permite conocer otras visiones, le ayuda a tener variadas respuestas a distintas temáticas, de ahí su valía para la formación de cada persona. “Las clases de filosofía te dan una forma de pensar, te tratan de decir que no te dejes llevar por lo que otros dicen y te da nuevos puntos de vista. Además, te enseñan un carácter moral y ético que te ayudará mucho para el futuro en donde te desarrolles. Voy a estudiar ingeniería química, y la filosofía se vería en el aspecto ético”.
No obstante, admite que, en un inicio, su estudio era complicado: “Escuchaba a mis compañeros en clase cómo hablaban de otros temas y yo, la verdad, no entendía de dónde sacaban esas opiniones. Se me hizo muy confuso en esos momentos, pero había otros temas que realmente me gustaron y los entendí muy bien, como lo que decían Aristóteles, Epicuro acerca de la felicidad y de Platón en El banquete, que me gustó mucho”.
Sobre su preparación, comenta que comenzó desde noviembre pasado. “Teníamos clase extra los viernes, cuando tenía sólo dos clases. Mi profesor nos pasaba algunas lecturas y las leía el fin de semana. Al menos dos horas cada fin de semana las invertía en estudiar”.
Pero la dificultad aumentó cuando faltaban dos semanas para la prueba: “El profesor nos pidió pensar en títulos de ensayos y empezar a planear el escrito que nos solicitarían. La verdad, no tenía idea sobre qué escribir y me puse a revisar todos los temas que nos habían dado, hasta que decidí hablar sobre el tema de los ídolos, el cual me gustó mucho”.
Plasmar lo que pensaba no era sencillo, señala: “Sentía que no tenía la capacidad de escribir algo bueno, por lo que le pedí ayuda a mi maestro, también a algunos de mis compañeros y a una amiga para que me dieran su punto de vista. Quería saber qué pensaban sobre ello, qué les parecía. Me orientaron, de manera que ya en el momento del examen se me hizo muy sencillo exponer algunas ideas”.
