Villaurrutia y sus nostalgias

De libros y literatura…

Una mirada a uno de los más intensos poetas del siglo XX

De libros y literatura…
Una mirada a uno de los más intensos poetas del siglo XX

La producción editorial del Colegio de Ciencias y Humanidades ha puesto la maquinaria a andar con las dos primeras publicaciones de este año de su colección Textos en Rotación: Salvador Gallardo y Xavier Villaurrutia, ambos poetas; del primero, se lanzó, en un solo volumen, El huerto de las tentaciones (hasta ahora inédito) y El pentagrama eléctrico; del segundo, el mejor de sus libros, Nostalgia de la muerte.

Pertenecientes a grupos antagónicos, los Estridentistas y los Contemporáneos, Gallardo y Villaurrutia son muestra de dos vertientes de la poesía situadas en las vanguardias, pero puestas al servicio de diferentes intenciones: mientras que Gallardo es un experimental, un malabarista de la lengua, sarcástico, que toma la ciudad (y sus sonidos) como materia prima de la poesía; Villaurrutia hace del existencialismo su ideología poética; más solemne, con la muerte y la nostalgia como puentes entre el poeta y el poema.

Si bien es cierto que ambas muestras literarias son ejemplos de poesía muy bien equilibrada, hoy me detendré en Nostalgia de la muerte, mi preferido entre los dos. Xavier Villaurrutia ya forma parte del canon de la poesía moderna, de la poesía del siglo XX.

Influido por los poetas franceses, su obra es unas de las más modernas y arriesgadas de su generación, pues mientras la narrativa mexicana seguía regodeándose en la escena revolucionaria, y en la poesía ya sólo reverberaba el modernismo, él y el grupo al que perteneció (donde también caben los nombres de Salvador Novo, José Gorostiza, Gilberto Owen y Jorge Cuesta) abrevaron de la literatura extranjera para esbozar novedades, sobre todo poéticas.

La columna vertebral de este libro se compone de los Nocturnos, las Nostalgias y termina con “Décima muerte”, sin duda su poema más perfecto. De los Nocturnos, el primer umbral de este libro, en donde hay una armónica combinación del ritmo y la metáfora, de la música y la imagen, destacan, por ejemplo (y es uno de mis predilectos) “Nocturno de la estatua”:

 

Soñar, soñar la noche, la calle, la escalera

y el grito de la estatua desdoblando la esquina.

Correr hacia la estatua y encontrar sólo el grito,

querer tocar el grito y sólo hallar el eco,

querer asir el eco y encontrar sólo el muro

y correr hacia el muro y tocar un espejo.

De manera cinematográfica, el autor guía al lector por la calle, hacia la escalera y después a la estatua y a su grito: el autor que nos conduce de lo asible a lo invisible, de la realidad al sueño, de la vigilia a la pesadilla. Otro ejemplo de maestría es el calambur del “Nocturno en que nada se oye” (en mis clases en Sogem lo repetíamos, mis compañeros y yo, casi como el prodigio de la gran poesía, nos aprendimos de memoria no sólo ese, sino gran parte de la obra de Villaurrutia), hoy muy famoso:

 

[…]

Y en el juego angustioso de un espejo frente a otro

cae mi voz

y mi voz que madura

y mi voz quemadura

y mi bosque madura

y mi voz quema dura  […]

 

Estas figuras retóricas son recurrentes en la poesía de Villaurrutia, esos juegos del sentido mismo de la palabra, sus alteraciones fonéticas, sus apreciaciones gramaticales, sus posibilidades semánticas.

Aun hoy es un misterio la muerte de Villaurrutia, quien falleció el 25 de diciembre de 1950. Antes que él, en 1942, otro miembro de su grupo, Jorge Cuesta, se suicidó. Cuando Xavier murió, en extrañas circunstancias, se pensó que el mismo destino de Cuesta había tomado Xavier; este rumor ganó espacio entre las élites por la perenne actitud triste, por el recurrente ir a la muerte en su poesía, por el delicado hilo que unía a Villaurrutia con la vida.

Su obra poética es el mejor muestrario de un suicida, la larga letanía de un decadente, de un hombre con profundos dilemas existenciales y morales.

Con la publicación de este libro, el Colegio de Ciencias y Humanidades pone en manos del estudiante un libro para conocer a uno de los autores más importantes de la literatura mexicana. Su obra forma parte de las antologías en español y fue, sin lugar a dudas, uno de los poetas más intensos de inicios del siglo XX.

Agradezco el espacio que me dan en Gaceta CCH para comenzar a entablar diálogos con las sombras (o con un hipotético lector) sobre libros y literatura. 

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